Édgar Romero, Daule (Guayas)El cálculo les salió mal. Los bomberos de Daule habían previsto que en ocho días retirarían los objetos, que durante más de 30 años habían acumulado Felícita Segura y su hija Blanca Ponce, en su vivienda ubicada en la parroquia Banife, de ese cantón.Han trabajado durante un mes y aún no terminan de sacar los fierros, ropa, plásticos, sacos de periódicos de más de 40 años, piezas de artefactos, colchones viejos, entre otros cachivaches que formaban ‘montañas’ de basura, que a su vez camuflaban criaderos de ratas, ratones, comadrejas, alacranes y hasta zorros.También se equivocaron en la cantidad de material de toda índole que guardaban en la vetusta casa de caña, donde no había dónde poner un pie debido a que todo estaba repleto de lo que ellas llamaban ‘reliquias’.
Inicialmente pensaron que había más de cinco toneladas de basura, pero luego de casi un mes de trabajo, piensan que hay más de ocho.Los socorristas llegaron hasta ese lugar el pasado 20 de febrero, alarmados por la cantidad de objetos que las mujeres almacenaban en su vivienda, en la que solo había un pequeño pasillo que les permitía movilizarse.El resto del espacio estaba destinado para lo que ellas consideraban como ‘tesoros’, que les había sido heredados por sus parientes muertos.
Los bomberos determinaron que aquello era peligroso, pues la mayoría de cosas eran de material inflamable, y como ellas cocinaban en un fogón de leña dentro de la casa, era una ‘bomba de tiempo’.Fue así, que luego de convencerlas de que tenían que deshacerse de ello, empezaron a limpiar el inmueble, pero los ocho días les quedaron cortos.
Las señoras argumentaron que habían almacenado tantas cosas durante mucho tiempo porque se dedicaban al reciclaje y con ello se ganaban la vida.
“Nuestro propósito es dejar limpia la casa”, dijo el mayor Roger Sánchez, del Cuerpo de Bomberos.lo que habían guardado. La mayoría era basura. Lo más sorprendente es que había criadero de zorros y alacranes”, detalló.
La funcionaria recordó que hace seis años, en la calle Francisco de Marcos, también encontraron una vivienda llena de botellas y cartones, pero asimismo, con la ayuda de bomberos y de la comunidad, pudieron limpiarla.
No botaban los objetos por respeto a sus parientes
Felícita, de 65 años y su hija Blanca, de 50, explicaron que la razón por la que han acumulado tantos objetos es porque sus familiares que han fallecido, se los pidieron.Por ejemplo, el altar que está en medio del domicilio no lo quieren desechar, es herencia de la mamá de Felícita y abuela de Blanca. Se los regaló hace siete años, antes de fallecer y les pidió que jamás se deshagan de sus santitos, mencionaron.El fogón donde preparan los alimentos también se lo dejó su mamá.
Blanca añadió que mucho de lo que guardaban, pertenecía a sus hermanos Rosa y Hermenegildo, que fueron asesinados hace 30 años en una hacienda y por respeto a ellos, no quisieron despojarse de nada.“Tenemos que ir poco a poco sacando todo lo almacenado porque no queremos botar los únicos recuerdos que poseemos de mis dos hermanos que se nos adelantaron en la partida. Éramos una familia feliz, pero desde ahí nuestras vidas cambiaron”, dijo entristecida.