Civiles y uniformados de todo el país formaron una sola mano que rescató a 113 personas con vida de entre los escombros en Manabí y Esmeraldas.
Rescate de niña le devolvió la energía a FernandoLos gritos de su pequeño hijo le partían el alma, pero no lo detuvieron. “Quédate, papi, no me dejes”, le decía luego de vivir el momento más horrible de su vida el pasado 16 de abril.
Lo primero que hizo Luis Fernando Fernández fue proteger a su familia del terremoto y una vez que la tierra se paró, salió de su casa para tratar de ayudar en lo que pudiera.
Lo que no sabía era que esa acción heroica se iba a extender durante casi 30 horas, sin dormir o comer correctamente, desde las 21:15 del sábado 16 y terminó a las 01:00 del lunes 18.
La pantaloneta y la camiseta que usó aquel día quedaron manchadas de sangre y su corazón, de dolor. Pero entre los cadáveres que sacó de los escombros, también encontró vida. Tal vez el rescate más especial fue el de una niña, de cinco años, que salió ilesa del derrumbe de lo que fue la farmacia Imperial, en Portoviejo. En los mismos escombros de donde la pequeñita se salvó, 15 de personas fallecieron.
Según Fernando, ayudar a los demás es algo que lleva en la sangre desde mucho antes de que este desastre natural destruyera a su tierra natal, la capital manabita. Hace muchos años impulsó una campaña para la construcción de casas para personas con cáncer terminal.
Fernando menciona que el rescate de la pequeña le dio energía cuando esta se le estaba terminando. Recalcó que no lo hizo solo y resalta la acción heroica de Josué y Teo Macías, con quienes levantaron la losa que cubría a la niña, cuando incluso, sus propias vidas peligraban. Pero nada de eso les importó hasta volver a ver la sonrisa que los iluminó en medio de la desgracia.
Erick salvó a hombre que estuvo enterrado dos díasDaule (Guayas)Cuando el teniente Érick Roggiero Aguirre, de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), llegó a Portoviejo, no podía creer lo que estaba viendo. “Nos mirábamos con mis compañeros y pensábamos que era un mal sueño o una película de terror lo que estábamos observando, ya que parecía una zona de guerra”, detalla sobre cómo quedó la capital manabita luego del terremoto.
El agente integró uno de los grupos de rescate que se movilizaron a Manabí y entre todos los cadáveres que le tocó extraer de los escombros, se lleva también recuerdos gratos, pues él participó en el rescate de Pablo Córdova Cañizares, administrador del hotel El Gato, que resistió dos días bajo los tres pisos de la estructura que colapsó en la calle Pedro Gual y Olmedo.
El uniformado, de 23 años, indicó que Pablo les comunicó a sus familiares que estaba vivo a través de su celular, que en los dos primeros días no tenía señal. “A través de la línea telefónica comenzó a indicarnos el lugar exacto donde se encontraba”, dijo Roggiero.
Para el joven, que pertenece a la Unidad de Rescate y Emergencias Médicas (UREM) de Daule, la mayor felicidad fue aquel rescate, a pesar de haber visto a familias enteras sepultadas y que murieron abrazadas.
“Estuvimos ayudando a toda la comunidad por más de 18 horas sin comodidad ni servicios. Todo por el amor de ayudar a la comunidad. Al no tener teléfonos celulares no sabíamos por la integridad de nuestras familias, quienes también estaban preocupadas por nosotros”, manifestó. (ERS)
Pablo se repuso al dolor para hallar vida entre los escombrosRedacción QuitoLlegó con el corazón hinchado de valor para salvar vidas, pero Manta -horas después del sismo- lo recibió con un doloroso golpe.
Siete personas quedaron atrapadas en un edificio de cinco pisos colapsado y el teniente de bomberos de Quito Pablo Andino no pudo frenar la furia de la naturaleza. “Tratamos de entrar, pero hubo una réplica con la que se terminaron de asentar las losas. Fue muy duro decirle al padre que ya no había esperanzas de encontrar a su familia con vida”, recordó el rescatista.
Pero lo más fuerte llegó cuando el afectado bajó la cabeza, tomó un palo y de entre los escombros sacó un oso de peluche. “Eso me destrozó. Se sentó en una esquina y abrazó el juguete. Yo tengo una hija, solo podía pensar en eso”.
No perdió la fe y continuó con otra misión en la edificación Navarrete donde después de seis horas de penetrar el concreto y escombros, sintió vida en la mano de un hombre. “Estaba descompensado, lo sacamos. Luego a su mujer y a una chica de unos 22 años”.
Lo más doloroso de ese rescate fue que había una cuarta persona con vida. Sin embargo, su pierna estaba aprisionada con el peso de la estructura y el de un cuerpo, por lo que su extracción se dificultaba. “Hablamos con el equipo. Lo único que podíamos hacer, aunque sonara duro, era destrozar el cadáver para liberarla. En eso hubo una nueva replica, por lo que debimos evacuar. Cuando regresamos a los pocos minutos, ella había muerto”.
Andino se siente bendecido por cumplir esta labor, pero no se considera un héroe, solo dice que entre tanta tragedia, una persona rescatada con vida es la recompensa que le permite saber que su esfuerzo valió la pena.
Luego de una semana en la zona del desastre, Andino retornó a su hogar agradecido con Dios por volver a abrazar a su hija Amelia, de 4 años. “Me llenó de besos y no dejaba de decirme cuánto me ama”. (AA)
Luis fue el ‘ángel salvador’ del asustado ManchasRedacción QuitoManchas estaba bañado en sangre pero permanecía firme afuera del local de sus dueños en la parroquia Chamanga (Esmeraldas).
El perrito tenía una herida en su cabeza provocada por algún objeto cuando la tierra tembló en este poblado y sus casas empezaron a caer entre el pánico de la gente.
Sus dueños huyeron cuando Chamanga se quedó sin luz en plena sacudida. La mascota no los alcanzó y se quedó herido en ese lugar.
Pero apareció su ‘ángel salvador’, Luis Bejarano, junto con el equipo de Protección Animal Ecuador (PAE), quien se conmovió al ver la lealtad del animalito para su ‘familia’.
“Manchas corría mucho peligro al quedarse cerca de las casas destruidas”, dijo el rescatista.
“Notamos la sangre, pero cuando nos acercamos se asustó. Tuvimos que ponerle anestesia y lo llevamos cargado hacia una escuela, donde se armó un consultorio para los animales del pueblo. Allí le suturamos la herida”, recordó.
Según el rescatista, los animales cuentan con un sentido que les alerta en situaciones de desastre natural y, aunque en Chamanga estos no quedaron bajo las estructuras, estaban severamente deshidratados.
Le sorprendió el interés de los vecinos por el estado de Manchas. Afortunadamente, el equipo localizó a los dueños del can, quienes al enterarse de su condición no se separaron de este ni un minuto.
“La gente se asustó porque el perrito tenía la lengua afuera por la anestesia. Todos se emocionaron cuando empezó a despertar”, indicó Bejarano.
Luego de esto, el rescatista se emocionó cuando los pobladores se acercaron para hacer atender a sus mascotas asustadas y heridas. Le sorprendió el amor por los animales en una localidad que horas antes había sido devastada por el sismo.
(AA)