Ya lo advertía uno de los manuales hallados entre los escombros: “Los secretos de nuestra orden son verdaderamente impenetrables”. Tal vez por eso, aquellos hombres que se encerraban “una vez por semana” en un departamento del barrio se ocultasen de los curiosos tras unas cortinas mortuorias, en tonos azabache y sangre.
Cuando caía la noche y el vecindario se recogía como un erizo para buscar abrigo en el hogar, ellos desembarcaban entre la calle 117 y la avenida 105 de Manta, sector Los Esteros. Siempre, al parecer, a bordo de “carros lujosos”, siempre “vestidos de traje y corbata”.
No solían mostrarse esquivos, quizás porque algunos de ellos supuestamente eran relevantes personalidades de la ciudad.
Numerosos vecinos incluso aseguran que, antes de subir al tercer piso del bloque, donde permanecían “durante dos o tres horas”, daban “las buenas noches” a quienes se cruzaban con ellos. “Los veía cuando regresaba de trabajar. Pero en aquella época no ponía mucho interés”, confesó un lugareño que temía hablar a cara descubierta.
Aunque nunca observaron a mujeres con ellos, había quienes pensaban que la vivienda era una casa de citas debido a “las luces rojas” que, en ocasiones, se colaban por alguna rendija de las ventanas. Otros, por el contrario, creían que se trataba de un punto de reunión para empresarios y profesionales de distintos sectores.
El pasado día 16, el edificio, de cuatro plantas y terraza, se encontraba casi vacío cuando un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter devastó Manabí y Esmeraldas. En el interior tan solo estaba “un muchacho de 17 años”, que pudo abandonar el inmueble a la carrera segundos antes de que este se desplomara “de golpe” y llenara la calzada de cascotes. “Me quedé ciego unos minutos hasta que unas mujeres me ayudaron. Y, entonces, lo vimos”, relató el residente.
En la cima de las ruinas emergió un féretro caoba, del que una parte quedó atrapada bajo un amasijo de ladrillos. A su lado, unas sillas negras, telas, una funda llena de serrín, focos reventados y “hojas de ruda” (empleadas a menudo con el objetivo de atraer el dinero; espantar a los malos espíritus; o, si se mezcla con ajo, cebolla y un componente secreto de origen animal, en rituales de magia negra).
“El ataúd estaba allí para que todo el mundo se diera cuenta de lo que sucedía”, agregó una mujer de mediana edad, que se declaraba cristiana evangélica.
El miedo se acrecentó en la comunidad cuando, entre maletas, zapatos y libros, descubrieron varios documentos que presuntamente pertenecían a la “Gran Logia de los Antiguos, Libres y Aceptados Masones de la República del Ecuador”.
Uno de ellos se titulaba ‘Ceremonial para la consagración de un templo masónico propio’. El otro: ‘Ritual. Grado de aprendiz masón del rito escocés antiguo’.
En este último, además, figuraban los nombres de varios miembros, como el gran maestre y el maestro secretario, cuyas identidades corresponden al cofundador de una formación política y a un reputado académico. Todo parece apuntar, por lo tanto, a que el departamento era un templo de la orden.
Como casi nadie conocía la masonería en el sector, los residentes comenzaron a especular con la posibilidad de que en aquel lugar se oficiaran ceremonias “satánicas”. “Son cosas muy delicadas. Yo creo que la casa se cayó porque estaban haciendo cosas malas. La mía, como soy cristiano, siguió en pie. Dios me protegió”, afirmó un morador.
Unos pocos se lanzaron a indagar en internet sobre esta sociedad elitista a la que han pertenecido, desde tiempos inmemoriales, mandatarios, artistas, intelectuales, millonarios…
Entre ellos, recordó un miembro de la logia ecuatoriana, se encuentran “Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven o el propio Eloy Alfaro”, ex presidente de la República.
El masón, de alto grado, no se sorprendió por el hallazgo de Manta. De hecho, confirmó que los ataúdes suelen emplearse en algunos rituales de la logia, especialmente cuando uno de sus integrantes asciende de nivel (los tres básicos son aprendiz, compañero y maestro, aunque hay hasta 33 grados).
El féretro sirve para constatar que el individuo “ha estado muerto al conocimiento, a la luz”, y mostrarle cómo debe “salir de la oscuridad”. Algo similar ocurre con los focos escarlatas y demás símbolos descubiertos en Los Esteros, que también suelen usarse en el llamado rito escocés, “el más extendido en el mundo”.
EL RELAJOLa noticia se difundió por el sector como el olor a muerte en la zona cero de Tarqui. De modo que dos días más tarde, el lunes 18, decenas de personas se congregaron en el inmueble. Mientras buscaban objetos de valor entre los escombros, contemplaban tanto el féretro como los enigmáticos manuales, de los que una parte fueron fotografiados por este periódico antes de que una moradora rogara a su hijo “que los quemase”.
La algarabía general contrastaba con el pavor de quienes habían llevado a cabo el hallazgo. Algunos se agolpaban ante la cámara papeles en mano; daban nombres de las personalidades que, supuestamente, acudían a la vivienda… Parecían deseosos de contar lo ocurrido.
“Antes de esta nota -del temblor-, localizamos dos palomas muertas enfrente”, señaló un joven. “¿Qué venían a hacer acá?”, cuestionó iracundo otro habitante. “En esta casa hubo muchos misterios. Ahora, la evidencia ha salido a la luz”, sentenció un tercero.
Los equipos de desescombro limpiaron la carretera y la caja desapareció. El pasado martes, apenas había un manojo de cuadernos deshojados, el estuche de una película de acción y un fragmento de cortina roja. Pero Dios no parecía dispuesto a abandonar el solar, ya libre de fisgones. Entre polvo y restos de bloque, él continuaba presente en forma de retablo de la última cena.
“NO TENEMOS NADA QUE VER CON CULTOS SATÁNICOS”Un segundo integrante de la logia ecuatoriana negó que la Masonería sea una secta y subrayó que algunos papas han formado parte de ella. “No tenemos nada que ver con cultos satánicos”, enfatizó.
A su juicio, los exmiembros e historiadores que hablan de ceremonias diabólicas en sus templos actúan movidos “por intereses políticos o económicos”.
“Somos una institución filosófica, una asociación universal en la que procuramos inculcarnos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal de las ciencias y artes, desarrollar en el corazón humano los sentimientos de abnegación y caridad... Procuramos mejorar la condición social del hombre a través de la instrucción, el trabajo y la beneficencia”, resume el libro ‘Sendero Masónico’.
Aunque hay infinidad de teorías sobre su nacimiento, la más aceptada sitúa sus inicios en el siglo XIII, con los gremios de constructores medievales.
Para la Orden Masónica Mixta Internacional, las raíces de esta sociedad son “complejas”, ya que “se dan unos orígenes míticos o simbólicos tanto en la organización de los iniciados egipcios, de los constructores del Templo de Salomón en Jerusalén, de los Misterios de Eleusis...”.
El 24 de junio de 1717, en una reunión convocada por los masones londinenses para celebrar el solsticio de verano, se constituyó la Primera Gran Logia (según el libro ‘Sendero Masónico’, una logia es un grupo de personas que forman un cuerpo masónico independiente).
“NUESTRA SOCIEDAD NO BUSCA MIEMBROS INÚTILES”Este diario reproduce uno de los textos recogidos en el documento ‘Ritual. Grado de aprendiz masón del rito escocés antiguo’, hallado en el sector Los Esteros:
“El masón recién iniciado debe comprender el compromiso que contrae al ser recibido, considerando que nuestra sociedad no busca miembros inútiles y que solamente trabajando para todos conseguirá ventajas para sí mismo. Como su poca experiencia no le permite elevarse a lo más alto, basta que al principio estudie y medite en las pruebas que se le hizo pasar; que lea, estudie y medite en los misterios que contiene el simbolismo de su grado. Porque cada frase y cada palabra del ritual contienen un sentido oculto que debe descifrar.
Solo así podrá descorrer el velo que cubre nuestros símbolos y emblemas para que los principios de la moral más pura, descubiertos por él mismo y practicados con empeño, sean las razones por las que algún día pueda darse con justicia el título de premasón. La masonería no contiene una doctrina para saberla, sino para practicarla. Su utilidad, como cuando se siembra un futuro bosque, no se evidencia sino después de mucho tiempo de esfuerzo constante y silencioso. Por eso, los secretos de nuestra orden son verdaderamente impenetrables”.
“Nunca escuchamos nada”Residía en un departamento del edificio derruido. Pero el pasado 16 de abril, horas antes del terremoto, tenía previsto mudarse a otra vivienda. Tras el sismo, la inquilina visitó varias veces la zona del derrumbe.
Lejos de magnificar la historia o de caer en elucubraciones, se mostró muy prudente con EXTRA y únicamente confirmó lo que había corroborado en los meses anteriores.
“Cada semana hacían reuniones a eso de las siete de la noche. Nunca escuchamos ni sentimos nada. El dueño del edificio sí sabía lo que estaba pasando allí. Hasta el momento, he tratado de ubicarle, pero no quiere hablar”, resaltó.
La Policía Nacional dice desconocer el casoEXTRA entrevistó al jefe de la Policía Nacional en Manta, coronel Mauro Vargas, para contrastar la información facilitada por los vecinos y obtener una versión oficial sobre el suceso. Sin embargo, Vargas adujo que desconocía si la información era cierta o falsa.
“Yo no he sabido de ese tema. Como hay tantas cosas…”, alegó cortés el pasado miércoles.