Hasta aquí llegó el sueño. Se escapó la ilusión y queda la sensación de que este equipo pudo demostrar más. No solo ayer, que al menos tuvo una reacción de orgullo, sino en toda la Copa.
Es cierto que dejaron atrás 19 años de decepciones y que estuvieron cerca de pasar a semifinales, pero los de Gustavo Quinteros no han demostrado su máximo nivel en ninguno de los cuatro partidos. Así se fue el sueño, con una sensación amarga por no ver el mejor rendimiento de los nuestros y, aún así, estar tan cerca de clasificar.
Y no, la reacción final no puede engañarnos. Porque los primeros setenta minutos dejaron muchas dudas y argumentos negativos. Un equipo como Estados Unidos nos superó demasiado fácil y la puesta en escena fue predecible, blanda defensivamente y sin ‘punch’ en el ataque.
Y cuando todo esto se junta en setenta minutos, ante un rival que tiene muy claras sus ideas, el resultado no puede ser otro. Los norteamericanos estarán en las semifinales porque lo merecieron, a pesar de la excelente reacción, capitaneada por un gran movimiento táctico de Quinteros.
Sin oposiciónKlinsmann estudió muy bien lo que necesitaba para superar a la ‘Tri’. No le fue tan complicado como todos pensábamos en la previa, ya que se dedicó a presionar la salida de Noboa, ceder metros a Gruezo y esperar. Así no sufrió y pudo aprovechar los espacios a espaldas de los defensas ecuatorianos, que sufrieron sobremanera con la velocidad de Zardes, Wood y el olfato veterano de Dempsey.
Lo de este atacante merece mención aparte. No es el mejor, pero siempre se destaca en las jugadas en las que interviene. Él fue el encargado de ‘matar’ a los nuestros, con un gol en el que tuvo demasiados espacios para conectar su excelente cabezazo.
Y fue clave, también, en el tanto de Zardes en el segundo acto, cruzando para que su compañero la empuje. Klinsmann tiene en él un tesoro y por eso su plan salió a la perfección.
Sin metros para que Valencia y Montero corran, con Énner obligado por Quinteros a recibir siempre de espaldas, la ‘Tri’ no aparecía.
Rezar y esperar una inspiración o una jugada esporádica. Esa era la única esperanza de la hinchada. Y pudo llegar en los pies de Arroyo, sobre todo en una contra en la que Guzan detuvo con sus pies el lanzamiento raso del mediapunta, pero poco más. Énner ya ha demostrado que necesita espacios para ser libre en el campo, pero la lesión de ‘la Yoya’ obligó a Quinteros a colocarle de centrodelantero.
Orgullo ecuatorianoLa mejor noticia, sin duda, fue la capacidad para levantarse de este grupo. El hecho de saber que este equipo tiene tablas y es maduro, porque no baja los brazos. Además, tenemos un técnico al mando que sabe reaccionar ante los problemas.
El cambio de Ramírez por Gruezo fue un paso adelante en lo ofensivo, aunque parezca mentira. Ayoví pasó al volante central y, junto a Gaibor, que sustituyó a un lesionado Noboa, la posesión dejó de ser estéril.
Complicamos la presión de los norteamericanos y ahí comenzó la avalancha amarilla. Énner, quien pudo convertirse en héroe, desperdició dos grandes ocasiones de cabeza, mientras Brooks estuvo a unos centímetros de hacernos el favor anotando en su propia portería. Pero, una vez más, nos quedamos con la miel en los labios. Se nos acabó el sueño en la orilla de las semifinales.