Lucero Llanos, GuayaquilNo pueden evitar juntar sus manos por debajo del mantel. ‘Artemisa’ y ‘Virgo’ (nombres protegidos) son la mismísima canción de Mecano ‘Mujer contra mujer’. “Luego a solas, sin nada que perder, tras las manos va el resto de la piel”, podría completar quien las viera. Pero la mesa no está completa.“Una persona tiene la capacidad de amar a más de uno”, dispara ‘Artemisa’, quien luego de seis años de relación estable con ‘Virgo’, descubrió que también sentía algo por ‘Fénix’, una chica que conoció dentro del ámbito laboral y que tenía una pareja fija (‘Perséfone’). Desde entonces, ‘Artemisa’ se reparte entre las dos.Pero no hay ‘cachos’ ni mentiras. ‘Virgo’ y ‘Fénix’ saben de la existencia de la otra y lo aceptan porque ‘Artemisa’ es poliamorosa.Poli ¿qué?El poliamor consiste en amar a varias personas a la vez, de forma consensuada y consciente. Es decir, que todas las partes lo saben y lo aceptan, sin que eso signifique que los involucrados estén necesariamente vinculados entre sí.Este término lo acuñó la estadounidense Morning Glory Zell, una sacerdotisa pagana, a finales de los años 80, para referirse a este tipo de relaciones no-monogámicas que se convertían en “un buqué de amantes”, pero que no se remitían únicamente a la práctica sexual.En Ecuador, el tema aún es “nuevo”. Al menos bajo esta etiqueta. “Poner los ‘cachos’ es casi el deporte nacional. Entonces, ¿por qué seguimos pensando que la monogamia es la única manera válida de relacionarnos?”, argumenta ‘Artemisa’ al límite de la broma.Por su parte, ‘Fénix’ considera que el poliamor implica un cuestionamiento hacia las convenciones sociales establecidas y su aceptación a medias de la realidad.“La vivencia tradicional es que te comprometes, te casas por lo civil o eclesiástico, haces una promesa de amor y de fidelidad a lo largo de tu vida y, en la práctica, muy rara vez se da. De ahí nace una reflexión sobre si somos o no monógamos, qué significa, qué tipo de relación quiero construir y con quién”, menciona desde el otro lado del teléfono.Ella, en cambio, lleva más de una década junto a ‘Perséfone’. Viven juntas “como mejores amigas”, aunque intuye que sus contactos cercanos saben la verdad. “No soy una lesbiana visible”, acota. ‘Perséfone’ tampoco y por eso se mantiene al margen de la conversación.Luego de dar un sorbo a su té, ‘Artemisa’ aclara que en el poliamor existen diferentes configuraciones. “Hay algunas en las que todas las personas están involucradas entre sí. Y otras en las que solo una persona de la pareja maneja dos relaciones”, especifica.En este caso, por ejemplo, se desarrolla un patrón Z (ver recuadro), donde intervienen las dos parejas. Aunque ‘Artemisa’ y ‘Fénix’ están vinculadas, tanto ‘Virgo’ como ‘Perséfone’ permanecen aisladas, pues solo mantienen contacto con sus parejas originales.La música camufla la conversación. Y eso es bueno para ‘Artemisa’ y ‘Virgo’. Aunque no son lesbianas de clóset, prefieren mantener su acuerdo poliamoroso en voz baja. Ni siquiera la mayoría de sus amigos lo conocen. Ni qué decir de la familia. Si se supiera tendrían mucho que perder.Lo mismo ocurre con ‘Fénix’, quien no acostumbra a exponer su vida privada. Es franca y asegura que lo hace solo porque ‘Artemisa’ se lo pidió.Aun así acceden a hablar con EXTRA para visibilizar, aunque sea a ‘grosso modo’, que en el país también existen personas poliamorosas.Comunicar y consentir—¿Cómo comenzó?—Eso lo sabes tú —le remarca ‘Virgo’ a ‘Artemisa’ con tono agridulce.Y es que en el día a día, ‘Artemisa’ y ‘Fénix’ encontraron similitudes de pensamiento que fueron transformándose en algo más que amistad, admiración o entendimiento mutuo.—Ella empezó esta relación con la otra persona y no me lo dijo. Sí notaba que se comportaba diferente y que pasaba mucho tiempo con ella. Hasta que me dijo lo que sentía —relata ‘Virgo’.Ante la misma pregunta, ‘Fénix’ siente la necesidad de precisar su posición en ese mapa sentimental.—No soy parte de un triángulo amoroso porque básicamente mi apuesta personal es...Hace una pausa. Trata de encontrar la palabra más adecuada. Rebusca, titubea un poco y suelta:—No busco una relación de amante, como que estás insatisfecha con tu pareja o lo que sea y buscas el recambio. No quiero eso. Tengo un proyecto de vida personal con alguien y quiero mantenerlo, por eso me planteo una especie de ámbito de oxigenación. Por irónico que parezca, porque quiero mantener mi relación actual, me pareció interesante la propuesta.Mientras los cubos de hielo se derriten dentro del vaso de té, ‘Virgo’ cuenta su acercamiento al poliamor.Durante el tiempo que vivió en otros países conoció a amigos que lo practicaban, pero nunca tuvo una relación de este tipo.Asegura que no ha sentido algo similar por dos personas al mismo tiempo, pero tampoco se atreve a decir “de esta agua no he de beber”.—Para cuando nos sentamos a hablar, en lo que quedamos de acuerdo fue en que debíamos ser honestas la una con la otra; y en que si algo molestaba o pasaba debíamos poner reglas para poder llevarlo —añade ‘Artemisa’.Y ante la ola de preguntas, resume las dificultades de manera sencilla y con algo de sarcasmo:—Si llevar una sola relación es complicado, tener más de una no facilita precisamente las cosas.Varias páginas web de comunidades poliamorosas alrededor del mundo mencionan que lo indispensable para que funcione son la sinceridad, la comunicación y el respeto. Y que se pueden plantear algunas normas.—Estuvimos negociando alguna que otra regla —agrega ‘Artemisa’.—Más que reglas, porque suena muy rígido, acuerdos o condiciones —aclara ‘Virgo’.Ella cree que no se puede luchar contra los sentimientos. Por eso prefiere darle ese espacio de felicidad a su pareja, aunque para ella no sea fácil y aún se esté acoplando.—Lo único que sí le dije es que mientras estuviera conmigo, ES-TU-VIE-RA conmigo. Entiendo que lo otro sea algo nuevo, que la llena de ilusión. Entonces le pedí que por respeto llevemos una convivencia buena. Por ejemplo, que cuando está conmigo no esté hablando con ella por teléfono o por mensajes.‘Artemisa’ asiente con su cabeza. A ratos le vuelve a tomar la mano en medio del barullo de la cafetería, porque hoy se pertenecen ellas dos. Ya vendrá el tiempo de ‘Fénix’. Porque así funciona esta relación.—No es lo más perfecto y maravilloso. Al menos esa no es mi posición. No creo que el poliamor sea para todo el mundo, ni que todos estén preparados en varios aspectos —precisa ‘Fénix’ con mucha prudencia.Luego de una ligerísima pausa hace autocrítica.—¡Ni yo misma creo que lo estoy!Considera que para lograrlo se requiere romper los patrones, tener la madurez suficiente y aceptar que puede funcionar o no.—Cuando empiezas una relación, por ejemplo, de noviazgo, no sabes en qué va a terminar, si habrá boda o lo que sea. Es exactamente lo mismo. No viene con el catálogo de los cien pasos para ser feliz. No creo que en ese sentido sea muy distinto.También las integran hombresÉdison Pazmiño, sexólogo quiteño, explica que los vínculos erótico-afectivos poliamorosos se pueden desarrollar en hombres y mujeres, hetero u homosexuales. “No existen estudios que arrojen cifras, pero se conoce que hay quienes lo practican en el país”, afirma. Además, menciona que este tipo de relaciones no son tan frecuentes en América Latina debido a que su cultura aún está muy arraigada a códigos de valores y principios, así como a conductas de machismo, por lo que las personas se “escandalizan” frente a esta posibilidad. Desde abril pasado, cuando regresó tras haber ejercido en Venezuela y Colombia, solo ha recibido un caso de poliamor. Se trató de una pareja en donde la mujer se enamoró también de otro hombre. Y aunque su esposo le decía que no tenía inconveniente en aceptarlo, ella se sentía mal porque “tuvo una crianza muy estricta” y por eso no podía entender que sintiera algo por dos personas al mismo tiempo. Pazmiño detalla que es posible que ocurra, aunque se debe diferenciar amor de estar enamorado, ya que mientras la primera implica cumplir un balance entre pasión, compromiso y complicidad, lo segundo se remite únicamente a un proceso bioquímico.Y que aunque “los seres humanos, como especie, no somos monógamos”, el poliamor implica “polifidelidad”. “No me voy a enamorar de todo el mundo. Si hay tres o son cuatro, son esos y no más. Esa es la diferencia con la cultura swinger donde solo hay el intercambio sexual”, añade.La psiquiatra Paola Escobar, coordinadora de investigación en el Instituto de Neurociencias de Guayaquil, precisa que no se conoce mucho sobre cómo se establecen estos vínculos afectivos paralelos.También recalca que el poliamor no es lo mismo que la poligamia, ya que esta última se refiere únicamente al estado civil en el que una persona ha contraído matrimonio con más de una persona al mismo tiempo.“Decir que un hombre o una mujer puede amar a dos a la vez demanda un estudio exhaustivo sobre qué implica realmente ese sentimiento”, opina.Una posible explicación serían las posibles falencias y vacíos afectivos desarrollados, pues influye mucho el rol de los padres en la infancia, el concepto del amor y la relación de pareja que han vivido en casa de niños. “Hay rasgos que generan mayor tendencia a este tipo de relaciones como la insatisfacción constante, porque la persona va buscando una pareja, esta no llena sus expectativas y encuentra a otra con algo, pero tampoco las cubre”, detalla Escobar.