Carola Cáceres, GuayaquilEn la primera cita, se presentó como una oveja: sumiso, tierno y encantador. En la siguiente, empezó a salir de ese ‘disfraz’ y a mostrar las garras del lobo que llevaba dentro.Todo empezó cuando ‘Karla’, una
guayaquileña de 18 años, subió una foto suya a una página virtual de anuncios publicitarios para conseguir empleo. Su bonito rostro atrajo la mirada de muchos cibernautas, entre ellos la de ‘Jarry’, quien la contactó para supuestamente ofrecerle un trabajo de
impulsadora.Feliz, y sin que sus padres supieran nada, acudió a la cita en un lugar cercano a su vivienda, en el norte de
Guayaquil. Se entrevistó con un joven de apariencia agradable que, cortés, le confesó que no tenía nada para proponerle, que solo quería conocerla en persona.Un poco asustada, siguió la conversación hasta que él logró que la chica le tomara confianza y así nació una relación de amistad. Durante una semana, mantuvieron contacto a través de
Whatsapp. Luego vino la segunda cita. La jovencita aprovechó que tenía que llevar a su hermanito a una fiesta para ir al encuentro. Dejó al niño en la reunión y acudió a verse con el hombre que empezaba a adueñarse de su corazón.Aquel día, entre palabras dulces con las que él trataba de ganarse su amor, le reveló, según asegura ella, que se dedicaba a vender drogas. También le habría contado que tenía algo “para sentirse bien”. Durante el fugaz encuentro, le ofreció un ‘ácido’, algo que ‘Karla’ describe como un papelito que se pone sobre la lengua. ‘Jarry’, en ese momento, también le propuso que fuera su novia, pero ella le pidió más tiempo para pensarlo. A las 36 horas le dio el sí.Al día siguiente de las inesperadas revelaciones, a través del celular, el sujeto le preguntó si había probado el ‘regalo’. Como no había dado el paso, este insistió en que lo hiciera para que se sintiera “bien”.Incluso le sugirió que se lo diera a su hermano. En casa, ella partió el papel en dos, tomó su parte y le brindó al adolescente. Minutos después, la droga surtió efecto. El adolescente, de 13 años, se puso agresivo y quiso golpear a sus padres y desnudarse. Finalmente, perdió el conocimiento. Ella, en cambio, alucinaba.Los progenitores se sentían desconcertados por lo que ocurría con sus hijos. La chica, aconsejada por su enamorado, les indicó que, al parecer, en un taxi los habían drogado. Ambos fueron llevados a un hospital, donde estuvieron asilados por tres días.Como no podían verse a diario, al mes de conocerse, el hombre le pidió que se fugara con él.A partir de entonces, la chica pensaba que todo iba a ser felicidad. Pero no fue así. Más bien iniciaba una ‘pesadilla’ matizada con amenazas, golpes y torturas.Era el cumpleaños de él y le dijo que lo iba a pasar junto a su primera mujer. La joven, molesta, le respondió que era sábado y “mi cuerpo lo sabe”.Aparentando no importarle, él se fue. Por la noche la llamó y le pidió que saliera, que un amigo estaba afuera para entregarle un dinero. “Lo vi que estaba en la esquina y me acerqué. Entonces me cogió y me lanzó contra unas rejas, después me mandó al piso. Como se dio cuenta de que la gente estaba viendo que me golpeaba, huyó”, recordó.Ella regresaba cuando sintió que alguien la seguía. Era él. Presuntamente volvió a insultarla y a golpearla. Como de nuevo se vio impedido de seguir atacándola por los reclamos de los transeúntes, se adelantó a la casa de sus suegros, a donde se habían cambiado tras entregar el departamento por los planes que tenían de mudarse a
Manabí.‘Karla’ llegó atrás de él. Se encerraron en el cuarto y, al parecer, la agresión prosiguió. De allí tomó sus pertenencias y se marchó. Fueron tres días de incomunicación hasta que la llamó para pedirle volver. El amor venció y la pareja se trasladó a Manta, donde él había dicho que iba a estudiar.
Herida y ‘soñada’‘Karla’ afirmó que su exmarido solía cargar un cuchillo escondido. Un día que salieron por Manta, la amenazó con apuñalar al primero que se atreviera a decirle algo. Y, precisamente, por ahí apareció un borrachito que le lanzó un beso. Su marido no dijo nada. Solo se paró delante de ella y supuestamente le picó en el abdomen. “Metí la mano para que no me enterrara el cuchillo y me corté. A lo que llegamos a la casa, me golpeó”, narró.Luego vino una agresión aún más fuerte: “Fue porque se le quedó la cédula en el departamento y no la había cogido. Por eso me estrelló contra la pared y me quedé inconsciente. Me desperté a los tres días. No me llevó a ningún lado a hacerme atender, sino que me tuvo encerrada hasta que reaccioné”.En otra ocasión, estaban jugando playstation cuando arremetió contra ella. “Le hice cháchara porque le gané y se puso bravo. Luego hizo que me iba a dar un beso y me restregó los ‘brackets’ (objetos metálicos que sirven para corregir alteraciones dentales) debajo del labio hasta que sangré. Después me golpeó porque no le presté atención a lo que me estaba diciendo. De allí me dijo que recogiera mis cosas y me largara de la casa”, recordó.
Fotos íntimas‘Karla’ se refugió en el hogar de sus padres. A los pocos días la volvió a buscar, pero como se negó, supuestamente publicó unas fotos de ella, donde mostraba su cuerpo desnudo, en
Facebook.Esta era la segunda vez que le hacía algo similar. En la anterior, por pedirle que la dejara trabajar, en una página virtual de anuncios publicitarios le puso su foto ofreciendo
servicios sexuales.Ante los ruegos y amenazas de poner una bomba para ‘volar’ la casa de sus padres con todos dentro, cedió a su pedido de darle otra oportunidad. Como los maltratos no cesaron, se volvieron a separar.La chica estaba cansada, no solo de sus agresiones, amenazas y humillaciones. También de su ilícita actividad. Según ella, él vendía droga, falsificaba firmas y documentos, y también contactaba chicas para prostituirlas.Tras la denuncia que presentó, el juez de la Unidad Judicial de Garantías Penales del Guayas Hermes Jiménez le extendió una boleta de auxilio.Sin embargo, él siempre estaba al acecho. El 16 de julio, aprovechando que una hermana salía de la casa, entró y trató presuntamente de ahorcarla. Su hermanito corrió a avisar a su mamá.La señora salió y, por defenderla, le dijo que iba a llamar a la policía. “Cuando escuchó eso se endiabló. Me dejó a mí, cogió a mi mami de la cabeza y le dio tres veces contra la pared. De allí la tiró al piso y mientras con una mano la sostenía, con otra agarró un fierro y pretendía darle en la cabeza. Como se lo impedí, la dejó y me cogió otra vez a mí. En eso salió mi papá, y él trató de subirse a la moto para huir”, rememoró.Como no pudo cumplir su propósito, corrió y abandonó su vehículo junto con una mochila, donde descubrieron, según la madre y la hija, un frasco con formol y otro de un producto para la excitación sexual femenina.
Mamá también sufría porque no sabía de su destinoPara la madre de la chica también fue un año de sufrimiento, “un año de infierno, zozobra y lágrimas”. Durante meses no supo nada de su hija y, cuando lograba comunicarse con ella, nunca le contaba nada. “Siempre me ocultó todo, pero luego supe que era porque este hombre la amenazaba con que me iba a matar, con que a su papá lo iba a mandar preso y que nos iba a hacer volar con casa y todo”, indicó.Cada vez que se separaban y volvían, la mamá presentía que nunca más la vería. Por eso, sus días eran de llanto y oraciones hacia Dios para que la protegiera y el hombre se alejara de ella.Hoy sus ruegos fueron escuchados. La chica no quiere saber de su exmarido: “No siento nada, no lo odio ni le deseo mal, solo quiero que la justicia haga lo que tenga que hacer”.La señora, quien también presentó la denuncia por la supuesta agresión que sufrió, pide que las autoridades tomen en cuenta este caso porque, según asegura, él los sigue rondando y teme que, en algún momento, consiga asesinar a su hija o hacer daño a otros miembros de su familia.La madre temía que le dieran una mala noticia de su hija.