Redacción QuitoAnahí Salazar evidenció el dolor de su desgracia antes de morir. Una imagen la mostraba reposando en la cama de una habitación del hospital de Puyo, en Pastaza. La mano derecha de la joven lesbiana estaba conectada a un suero que le devolvía la vida, un día después de ser violada supuestamente por un militar, el 29 de abril pasado.“Solo hay un Dios que todo lo ve y todo lo juzga. La justicia ante todo”, parafraseó la joven en su muro de Facebook, para acompañar aquella foto de su internamiento. Más tarde se quitó la vida en su casa, donde habitaba con su madre Ivonne Palio, su padrastro José Olmedo y una hermana.Desde que fue encontrada suspendida de una cuerda, el 1 de mayo pasado, un vacío se apoderó de la vida de la familia. “Es mi alma la que está lastimada. Mi corazón está deshecho”, confesó Palio, ‘empotrada’ en el sillón anaranjado de la sala de su nueva casa.Ella huyó del martirio que le provocaba mirar la habitación vacía de su ‘Anahito’, en su anterior domicilio. Allí, la chica mató sus penas con una soga, aunque sin pensarlo también aniquiló las ganas de vivir de su progenitora.“Quiero que me lleve a su lado”, gritaba Ivonne. Las lágrimas salían de las heridas de su alma, que llegaban a su boca para cortar su relato.Respiró con cierto alivio cuando recordó que la audiencia de formulación de cargos contra el sospechoso se inclinó a favor de Anahí. El hombre recibió prisión preventiva por 90 días, aunque después de la decisión, él ya no estaba en Puyo.La diligencia se realizó el jueves, en el edificio del Consejo de la Judicatura. Para presenciar el proceso, los parientes y amigos de Salazar hicieron una marcha previa exigiendo justicia.La noche del 25 de agosto, los allegados de la víctima confirmaron que el sujeto fue detenido en Tulcán, capital de Carchi. La madrugada de ayer, él fue trasladado a la ciudad donde se cometió el delito.
Tenía residuos de dos drogasDoña Ivonne reconfortaba su dolor destacando los logros de ‘Anahito’. Las medallas de su participación en competencias de kickboxing llenaban de orgullo el ‘corazón roto’ de la progenitora.Mientras cogía las condecoraciones de su ser querido, Palio retrocedió su relato al 28 de abril.“Ese día me iba para Ambato. Pero tenía un presentimiento que no me dejaba tranquila”, explicó la señora sentada en la cama de su hija.La joven la alentó para que fuera a la capital tungurahuense, de donde son oriundas. Pero antes salieron a la peluquería. Ivonne quería consentir a su ‘Nena’, como también la llamaba, ya que estaba próxima a defender un proyecto en la universidad.Compraron una falda negra y una chaqueta rosada que Anahí lució solo por un instante. Con ese atuendo fue enterrada y quedó ‘eternizada’ en una foto.“He gritado al no verla en la casa”, contó la progenitora, quien no sabía que la chica iría a un bar, ubicado en la calle Loja, en el norte de la urbe, la fecha de la tragedia.Salazar se encargó de la barra del centro de diversión. Cuando cerraron, el detenido habría brindado un trago a la nueva empleada. Después, el hecho se consumó, y Anahí fue llevada a la casa de salud, donde relató la violación.Erik Vásquez, fiscal que lleva el caso, confirmó que se realizaron exámenes de sangre a la víctima. “Se pudo detectar que en los fluidos de Anahí había cocaína y marihuana”, detalló el jurisconsulto.Camión del Ejército retiró los objetos que estabanen el local donde sucedió la violaciónDurante la conversación sobre el incidente, la familia de Salazar recibió una llamada. Les indicaron que un camión del Ejército estaba en el bar donde ocurrió el hecho.Algunos tomaron taxis, otros subieron a una camioneta para llegar al lugar. La noticia era cierta: dentro del vehículo militar estaban las pertenencias del negocio.Ivonne gritaba iracunda a los cargadores, que llevaban sillones y parlantes a la parte trasera del automotor. Dos soldados ayudaban en las tareas, pero no explicaron quién dio la orden para usar el camión.El sospechoso es un sargento de las Fuerzas Armadas. Su hermano precisó que ellos eran “los más interesados en que todo eso se resolviera”. El hombre, que dijo ser el propietario del negocio, indicó que el uso del auto fue porque pidió un favor a los uniformados.Sin embargo, en la Brigada de Selva Pastaza, acantonada en Shell, no hubo un pronunciamiento oficial que determinara la razón de su presencia en ese lugar. Tampoco se habló sobre el caso de Salazar.En el desalojo, los carteles de la protesta volvieron a relucir. Con ello, los allegados querían increpar que en ese centro de diversión se produjo una violación. Pero el pariente del detenido comentó que no sabía cómo se dieron los acontecimientos.“A mí háganme daño, no a mi hija”, gritaba Palio a la gente que se llevaba esas cosas. En sus alaridos desahogaba su furia, que era contenida por los abrazos de las amigas de Anahí, quien quiso ser abogada, pero no logró cumplirlo.
(MAG)