Mario cabezas, de PSP, hizo bromas en la urna
Actor se equivocó de mesa y todos le preguntaron:“¿Pasa algo?”Una gigantografía que pendía de la planta alta de una sencilla vivienda de dos pisos, en las calles 34 y Portete, anunciaba que ese era el inmueble del actor cómico Mario Cabezas. El enorme aviso de lona y vinilo, único en toda la cuadra, publicitaba a Cabezas como candidato a asambleísta por el Partido Sociedad Patriótica (PSP).
Luego de tocar varias veces la puerta, y al no recibir respuesta, no quedó otra que levantar la cortina y observar al candidato en calzoncillos, quien más que asustado, corrió abochornado a buscar una toalla y cubrirse.
A las ocho de la mañana, Cabezas, un expolicía afrodescendiente, tenía poco tiempo de haber abandonado la cama. Abrió la puerta, se disculpó por el retraso y pidió unos minutos para bañarse, mientras con una mano apretaba la toalla a su cintura.
Media hora después, Mario estaba listo para ir a sufragar. No obstante, antes de salir de la vivienda que comparte con un hijo -su esposa vive en Portoviejo, donde trabaja como catedrática universitaria-, comió un pan de sal que remojó en el café endulzado con azúcar de dieta.
Lucía una camisa amarilla, saco café, pantalón oscuro y zapatos de caucho grises. Su amigo, el estilista, Luis Ruales, lo acompañaba y algunos vecinos le auguraron suerte. Peatones y conductores desconocidos paraban para saludarlo o gritarle: “¿Pasa algo?”, en alusión a la frase que lo hizo famoso cuando participó en la serie de humor Vivos.
Él les devolvía el gesto con una amplia sonrisa o les decía “soy uno de los favoritos, porque el pueblo me quiere y porque soy el más popular de todos los participantes. Verán que voy a arrasar”.
En un diminuto e incómodo vehículo en el que difícilmente cabe por su estatura -mide 1.90- y gran corpulencia, Cabezas llegó hasta el barrio donde pasó su niñez y juventud, en las calles Bolivia y 4 de Noviembre, parroquia Letamendi, distrito 3.
Una vez en el interior del recinto buscó la letra C de su apellido que encontró minutos después en un mesa donde estaban tres señoras a las cuales saludó con un beso e hizo bromas.
Al pedir sus papeletas le comunicaron que estaba en la fila de mujeres. La confusión desató las risas del resto de votantes, de entre los cuales uno preguntó “¿Pasa algo?” Finalmente, varios votantes lo ayudaron a encontrar su mesa en la junta 27, donde sufragó ante la mirada de los presentes.
El candidato de la lista 7 captó las miradas
Carlos José Matamoros llegó de blanco al recinto
Celeste Artieda, GuayaquilSu vestimenta era blanca. Lo único que resaltaba era el cinturón y los zapatos negros que usaba. Su afán no era asistir a un templo o a una fiesta temática. Eran las 08:20 y solo debía sufragar. Eligió ese color porque atrae las buenas vibras. ¿Por cábala? ¡No! Carlos José Matamoros, candidato a asambleísta de Guayas por el Prian, lo hizo por ser un momento relevante en su vida, al ser la primera vez que incursiona en la política.
No fue solo. Su esposa Pamela, su hija Gabriela, de 17 años, y un ahijado lo acompañaron. Ellos copiaron su look. Su primera entrevista, al salir de su casa en Urdenor 2, fue para un canal del cerro, antes de subirse a su Mazda 2, color verde.
Con velocidad moderada condujo hasta el colegio La Providencia, ubicado en las calles Eloy Alfaro 1003 y Gómez Rendón. Siempre ha votado allí.
Tras parquear su vehículo, ingresó al recinto electoral. La gente puso sus ojos en él. No pasó desapercibido. La mayoría lo identificaba por su trayectoria televisiva, mas no por su candidatura.
Algunos aprovecharon para preguntarle por qué dejó Combate. Con una amplia sonrisa respondía sin titubeos “así es la vida”. Mientras buscaba la junta 18 de hombres saludó algunos conocidos con un fuerte estrechón de manos y un “Dios los bendiga”.
Las miradas pícaras de las féminas lo seguían. Hasta fotos le pedían. Amable aceptó, pero su atención para con los medios imposibilitó un poco el fin. Sus “3 gansitos” -como le decía a sus familiares en alusión al vestuario- siguieron de cerca su acción.
Matamoros presentó a las 09:00 la cédula al presidente de mesa y esperó unos minutos que lo ubiquen en el listado. En ese lapso otro equipo de televisión lo abordó. Recibió las 4 papeletas, se sentó en un pupitre y eligió de manera razonable ante los curiosos. No tardó más de 3 minutos.
Lo primero que manifestó es que si gana se pondrá la camiseta para trabajar por el país. De lo contrario seguirá como comunicador animando programas para las familias ecuatorianas. “Fue una campaña especial. Me levanté temprano (07:15) para ejercer mi derecho. Sea quien sea que gane espero cambios positivos”, sostuvo.
Su despedida se dio al salir a plastificar su certificado de votación. Allí, la señora que lo atendió y un niño que pasaba por el lugar lo saludaron efusivamente y lo elogiaron.
Continuó su “vota tour” al norte para luego comer en familia y viajar fuera de la ciudad, tomar un descanso y esperar con tranquilidad los resultados de las elecciones.
Por Gianella Muñoz Rennella Su imagen fue casual. Vestía colores contrastantes como camisa amarilla y jean azul. El no llevar corbata hacía que luzca más relajado. Era Carlos Vera, candidato a asambleísta nacional, por la alianza Madera de Guerrero-lista 6, saliendo desde su residencia en Samborondón.
En su mano izquierda portaba su anillo de casado, que era notorio mientras iba de la mano con su esposa Verónica Silva, quien tiene 8 meses de embarazo, y al otro lado, con su pequeña Cira, de 4 años.
A las 11:00, sin dejar atrás su actitud de seguridad y confianza, se subió en su Nissan Murano, en compañía de sus tres mujeres, y partieron directo al recinto electoral sin escoltas. La zona arrocera y las coloridas tricimotos matizaban la carretera.
“Siempre he votado en Quito, primera vez en Guayas”, dijo mientras hizo una parada en el camino y aprovechó para vaticinar resultados. “Decir que Correa no ganará la primera vuelta es ilusionarse”, comentó y agregó que Guillermo Lasso, del movimiento CREO, llegaría a la segunda vuelta electoral con una diferencia de 8 puntos. “Todo es a base de las proyecciones que he desarrollado con un grupo, porque no creo en las encuestas”, dijo tajante.
Cuando se le preguntó sobre la lista 6 dijo con notable confianza que les iba a ir bien en Guayas. “No voy a venderme ni rendirme. En esto no le debo favores a nadie, ni a Nebot”.
A las 12:00 llegó al colegio nacional 31 de Octubre, donde las veredas estaban llenas de gente. Los ademanes de Vera exteriorizaban seguridad y buenas expectativas, mientras algunos moradores se acercaban en grupo a conversar con él. También saludó con el alcalde de Samborondón, José Yúnez, quien es tío de su esposa.
Luego de cinco minutos votó en la junta 46, mientras su pequeña Cira lo miraba emocionada. A su salida dijo que acompañaría a su esposa a sufragar y más tarde iba a esperar el esperado resultado en su oficina, un triunfo que lo empezaba a vivir desde que se despertó.