Vicente Chonillo, Guayaquil
Ocurrió tan rápido que muy pocos vieron lo que sucedió. Solo el ruido de las detonaciones dio la alerta de que algo pasaba, mientras dos motocicletas se alejaban a toda velocidad del bloque 8 de Flor de Bastión.
A las 15:00 de ayer, Eber Caicedo, de 43 años, habría salido desde la urbanización Eco City, donde se desempeñaba como supervisor de seguridad. Una vez que se embarcó en el auto Chevrolet Aveo color blanco, de placa UBB 389, manejó por varios metros hasta encontrarse con Joel Alejandro Mera Pezo, de 38 años, quien detuvo su carro San Remo para charlar con su pana. Ambos conductores nunca se percataron de que dos motociclistas los perseguían.
SE DETUVIERON PARA LA MUERTE
Al estacionarse, ambos intercambiaron varias palabras. En ese momento, dos sicarios se acercaban por la parte trasera de los vehículos, para balearlos en la cabeza sin darles tiempo a reaccionar.
Una vez cometido el crimen, los motociclistas escaparon, dejando a los dos conductores muertos detrás del volante de sus autos.
El ruido alertó a todos los lugareños. La noticia llegó a los familiares de los occisos. El primero en aparecer en escena fue Frixon Bon, quien dijo ser hermano de Eber Caicedo. El pariente dijo que su consanguíneo era supervisor de seguridad de Eco City y que al parecer dos motocicletas que minutos antes estaban parqueadas cerca de la urbanización serían las que transportaban a los asesinos. Al consultarle si su ñaño tenía enemigos, Frixon señaló que nunca supo si su familiar estaba amenazado o tenía problemas con alguien.
Uno era comerciante
Por otro lado, los familiares de Mera Pezo manifestaron que él era comerciante de arroz y tenía una tercena en la cooperativa Cordillera del Cóndor, lugar de su residencia. Según los deudos, él tampoco tenía enemigos.
En el sitio se recabaron muy pocos datos sobre los matones, según declaró Frixon Bon a la policía.
Luego de una revisión exhaustiva por parte de agentes de Criminalística, en la cajuela del auto Aveo blanco se encontraron varios artículos personales de Caicedo.
El llanto de los familiares de Eber y de Joel buscaba respuesta a este frío doble asesinato.
Tras realizar sus pericias, los gendarmes llevaron los cadáveres a la morgue para la autopsia de ley.