Un 5 de septiembre del 2012 marcó la vida para siempre de María Emilia Bone, de 30 años. Ese día fue asesinado el amor de su vida y padre de su único hijo, José Luis Rodríguez, a quien sus amigos conocían como “Salserín”.
Ese miércoles José se despidió como siempre muy cariñoso con su hijo y su mujer. A las 10:30 María Emilia, una esmeraldeña, recibió la llamada que cambió el rumbo de su vida. “José Luis está muerto”, le dijeron y ella no lo podía creer. Fue a las calles Montalvo y Cuenca, en Ambato, y ahí vio, tendido en el piso y bañado en sangre, a su amado esposo.
El joven recibió un disparo al tratar de perseguir a dos sujetos que minutos antes intentaron asaltar a un mensajero de la cooperativa de la Pequeña Empresa de Tungurahua (Cacpet) que iba a retirar del Banco de Machala a 56 mil dólares.
El robo no se dio y los tipos en su intento por huir empezaron a disparar, en ese momento pasó José Luis, quien trató de perseguirlos en su moto.
TODO FUE PROMESA
Después de su muerte las autoridades de la Gobernación en ese tiempo lo declararon “Héroe ciudadano” y le hicieron muchas promesas a la viuda, las cuales dice María Emilia “no se han cumplido”.
Ella vive cerca al mercado Sur de Ambato, en un pequeño cuarto que muchas veces no tiene cómo pagar el arriendo. “El gobernador de ese entonces me fue a buscar al sepelio y sin pedir nada, me ofreció casa, bono para ayudar a mi hijo y hasta la inscripción del bebe. Ahora no responden ni los teléfonos”, expresó la viuda.
Robinson Loaiza, gobernador encargado, manifestó que “ayudamos en su momento con los trámites necesarios y hemos cumplido”.
Los presuntos asesinos fueron sentenciados a 20 años de cárcel por el Tribunal Primero de Garantías Penales de Tungurahua. Aunque la justicia hizo su parte, María Emilia todavía espera que cumplan con aquellas promesas que nunca pidió, sino que le ofrecieron.
(YIE)