Pasaron 18 años del último conflicto bélico con Perú, pero no todo ha terminado para los soldados especializados en desminar la zona fronteriza sur, que pertenecen al Comando Regional de Desminado Amazonas (CRDA), un grupo que se desprende del Ejército ecuatoriano.
El equipo se acantona en el Batallón de Selva 61 Santiago, un extenso cuartel que ocupa un buen espacio de Santiago de Tiwintza, parroquia perteneciente al cantón Tiwintza, al sureste del país y segmento territorial de Morona Santiago.
Luego de la guerra del Cenepa, como quedó grabada en la historia, la misión se concentró en localizar y destruir las minas que fueron enterradas en sectores de cinco provincias limítrofes con los peruanos.
Desde 1998 los soldados ecuatorianos desenterraban los “artefactos de la muerte” y en el 2000 comenzó el desminado humanitario que tiene mayores controles técnicos, de acuerdo a la convención de Ottawa que prohíbe el uso de minas.
Después de 12 años del trabajo, los integrantes del CRDA han destruido 6.000 minas, pero hasta el 2017 los esfuerzos tienen que triplicarse para desactivar 15.600 bombas enterradas en un área de más de 466 mil metros cuadrados.
María Fernanda Espinosa, ministra de Defensa, detalló que para llevar a cabo esta labor se necesitan 21 millones de dólares. “Este es un proyecto integral inicial y se necesitan medios que son tremendamente costosos, así como los equipos que usa un desminador”, dijo Espinosa luego de una visita a un campo de desminado a cargo del destacamento llamado Remolinos, en Tiwintza.
La zona Remolinos es uno de los tres sectores donde se realizan labores de desminado en Morona Santiago, los otros dos son Huayna Cápac y Sánchez Rancho, y en los tres sitios se han destruido 254 minas de fabricación española y brasileña en un área total de 6.598 metros cuadrados.
“Luego de la guerra tuvimos que priorizar el desminado en El Oro y Loja porque los afectados pudieron ser personas civiles”, explicó Patricio Hidalgo, comandante del CRDA, quien dijo que después de los trabajos en Morona Santiago irán hasta Zamora Chinchipe para continuar con las labores.
Hidalgo detalló que este comando está compuesto por dos pelotones de desminado, un equipo que hace estudios técnicos, un pelotón de apoyo y una escuadra aérea. “El equipo está conformado por alrededor de 120 miembros militares y todos son profesionales en desminado”, según Patricio Hidalgo.
Paciencia para desminarEl trabajo de los desminadores comienza todos los días a las 07:30 en los tres puntos donde se encuentran los soldados. En el caso de Remolinos, los militares se hospedan en edificaciones de hormigón y de madera.
Las camas son individuales y para su distracción se puso televisión por cable. El agua no es un lujo y se tiene que almacenar en una tanque cuadrado, de donde se la recolecta para bañarse y la comida.
En el destacamento hay uniformados que se especializan en el desminado y cada uno se pone su traje especial que consiste en un chaleco relleno de metal similar al antibalas, también usan botas con acero y un casco que tiene un visor.
El pesado equipo tiene que obligatoriamente ser llevado a las misiones y no importa el calor que esté haciendo en la zona, que puede subir hasta los 39 grados centígrados, eso sin tomar en cuenta la humedad tropical del sector y la dificultad para caminar en la selva.
El sargento Carlos Chiriapa, del equipo de desminado de Remolinos, se viste con este equipo durante todas las misiones hasta que su labor termina a las 14:30.
Chiriapa hizo el curso de desminado hace ocho años y estuvo durante la guerra del 95. “Me propuse hacer este curso porque tuve un compañero que perdió las piernas por una mina”, recuerda este hombre de nacionalidad shuar.
La tragedia que le quitó las piernas a su amigo fue en 1998 cuando la amenaza de guerra llegó nuevamente. “Luego de regresar de un patrullaje una mina explotó y tuve que cargar a mi amigo. Cuando íbamos al destacamento Soldado Monge pisé una mina, pero solo explotó el accionador que me arrojó tres metros”, cuenta Chiriapa.
Una de las herramientas fundamentales para esta labor es el detector de minas, un aparato que tiene una especie de bastón y en uno de sus extremos está un disco que suena cuando percibe cualquier clase de metal.
Por eso la labor es sumamente lenta, porque el detector es tan preciso que desde el 2000 hasta este año ha localizado piedras mineralizadas así como desechos metálicos que dejó la guerra.
El comando de desminadores ha detectado diferentes tipos de dispositivos en Loja, El Oro, Morona Santiago y Pastaza, como son minas antipersonales (5.729), restos explosivos de guerra (82).
“Nuestra misión es tomar en cuenta todo tipo de sonido. Lo primero que hacemos es calibrar el detector, cuando se encuentra algún sonido”, describe Roosvelt González, miembro del equipo de desminado del sector Remolinos.
González dice que cuando se localiza, en este caso una bomba, se la puede destruir en el mismo sitio y siempre agradece a Dios porque nunca le ha pasado nada.
En caso de que pasara algo, las labores médicas se realizan de inmediato y dentro del equipo médico se destaca Mercy Morocho, capitán de sanidad del Ejército, y la única mujer que forma parte del equipo de desminado.
“En el día a día se vive una intensa tensión y estamos a la expectativa de que no ocurra un accidente de mina”, cuenta Morocho, quien trabaja desde el 2010.
Tiwintza, el bastión de defensa del surEl cantón Tiwintza se creó en 2002 y lleva el nombre del pedazo de tierra que, hasta antes de 1995, pertenecía al Ecuador, pero luego de la firma del tratado de paz hace 15 años fue cedido a Perú.
La carretera es el único esbozo de modernidad que ha ingresado hasta Tiwintza, ya que ni el celular o Internet han penetrado la vida de sus casi 6.000 habitantes.
La calles son una combinación de asfalto y polvo, mientras que sus viviendas son tan variadas como el clima de la zona. Muchas son de madera y techo de zinc, otras en cambio son de hormigón.
De los pobladores, el 80 por ciento pertenece a la etnia shuar y el resto son colonos que han llegado desde diferentes partes del país.
En el sector se encuentra el Batallón de Selva 61 Santiago (BS-61) y a este pertenecen cuatro destacamentos más pequeños o también conocidos como de avanzada: Soldado Monge, Etza, Teniente Ortiz y Remolinos.
Los soldados del BS-61 Santiago tienen como misión vigilar que no existan incidentes con los peruanos, quienes tienen un destacamento llamado Cahuide, a 30 minutos del batallón, en dirección al sureste.
Iván Jácome, comandante del BS-61, explica que mensualmente existe un intercambio de información con los oficiales peruanos. Aunque también hay encuentros deportivos para demostrar que la paz se vive netamente.
La geografía de la zona también se presta para que el contrabando de distintos productos y la minería ilegal se lleve a cabo.