Macarena Freire expresó su amor e idolatría al cantante chileno Américo, a través de una pancarta y una camiseta blanca en la que pintó el rostro de su artista favorito.
La joven, de 15 años, se declaró amante de la cumbia y sobre todo de las canciones del araucano, quien fue el plato fuerte del concierto denominado “La señora cumbia” realizado la noche del viernes pasado, en la Plaza de Toros de Quito.
El espectáculo popular no respetó edades, ni estratos sociales. Hasta los más “pelucones” se desinhibieron por unas horas y cantaron y bailaron al son de este ritmo, en medio de una plaza a reventar.
El show inició con la presentación de Widinson, el representante ecuatoriano que preparó el terreno y encendió los ánimos del público.
Con una ovación los fans recibieron a la reconocida cantante de música popular Rosi War, de Perú, que saltó al escenario portando un sombrero de vaquera y un shorcito negro que delineó su sensual figura.
“Rosi posee letras tan puñaleras que llegan al corazón y que describe varias experiencias que nosotras las mujeres tenemos que sufrir por culpa del desengaño de los hombres”, expresó Daniela Torres, quien permaneció con sus ojos humedecidos mientras coreaba las letras de la artista sureña con emoción.
Una vez finalizado el show de Rosi llegaron hasta la plaza sus compatriotas del grupo Néctar, que se lucieron ante el público presentando un variado repertorio de sus grandes éxitos, mientras los asistentes estaban ansiosos por ver al chileno Américo.
Hubo hasta puñetes
El ambiente de fiesta y alegría que se vivía en el lugar fue interrumpido por un incidente en la localidad de sillas, donde se encontraba David Hinojosa, vocalista de la agrupación quiteña La Vagancia, quien estaba acompañado por amigos y su novia.
Según Hinojosa, el conflicto habría surgido por un pedido “grosero” hecho por los guardias de seguridad que solicitaban al cantante y a sus acompañantes que se sentaran en sus sillas, pero los insultos entre el artista y un celador finalizaron en puñetes.
Uniformados de la Policía Nacional y guardias que controlaban la seguridad del lugar sacaron del recinto al artista.
Luego del inconveniente, el momento cumbre de la noche llegó con la aparición de Américo en el escenario acompañado por su orquesta.
Con su melodía Que levante la mano saludó a la capital que lucía eufórica con su presencia.
El derroche de sensualidad del chileno sobre el escenario, su vestuario elegante, su potente voz y el romanticismo en sus letras fueron su complemento perfecto para enloquecer a miles de mujeres que gritaban enfurecidas “Te amo Américo”.
La temperatura en el lugar subió cuando el artista invitó a subir al escenario a una de sus fanáticas, a quien le bailó de forma muy provocativa y hasta le plantó un beso.
Canciones como: Lejos de ti, Embrujo, Traicionera, A llorar a otra parte, se convirtieron en verdaderos himnos del desamor.
Una de las sorpresas de la noche preparadas por el humilde y apasionado artista fue la interpretación de la melodía Nuestro Juramento, cantada por Julio Jaramillo, que fue coreada con tal fervor que hasta parecía que se trataba de nuestro himno nacional.
Varios carteles con emotivas frases fueron colocados en todas las localidades de la plaza con la intención de demostrar su cariño al artista.
El espectáculo culminó luego de que Américo expresara sus sentimientos de afecto hacia el público ecuatoriano.