Los amigos Erick Bone y Marlon Aguas son dos boxeadores de 24 y 22 años, respectivamente, que tienen un sueño en común: ser campeones mundiales.
El camino para lograr su objetivo aún está largo, por eso los atletas dedican varias horas del día a su preparación en el gimnasio de La Tola, pues -como ellos dicen- ser boxeador no es fácil y tampoco es cuestión de solo repartir golpes.
FUE ALBAÑILCansado, al término de su entrenamiento, sudoroso y refrescándose con agua, Bone recuerda que la pasión por este deporte la tuvo desde que era un niño, pues su padre José practicaba esta disciplina deportiva. “Siempre acompañaba a mi papá cuando tenía peleas, verlo en el ring me llenaba de orgullo, por eso quise seguir sus pasos pero con el objetivo de ser famoso”, comentó.
Algo que recuerda con tristeza es la separación de sus padres cuando apenas tenía 13 años, edad en que dejó de hacer cosas de niños para dedicarse a trabajar y poder conseguir el alimento diario de sus seis hermanos.
“Cuando mi padre se fue de la casa, mi mamita María tuvo que sacrificarse mucho para mantenernos a mí y a mis hermanos, ella lavaba ropa. Recuerdo que sus manos se pelaban de lo mucho que trabajaba, por eso decidí trabajar como albañil, pero el recuerdo de ver a mi padre boxeando no se me olvidó nunca”, comentó Bone.
Esta experiencia de su vida le hizo ser una persona responsable desde niño y sin dejar de apoyar a su familia, poco a poco se convirtió en boxeador a nivel amateur y hace dos años a nivel profesional.
“He aprendido que hay que luchar por los sueños, mi vida fue difícil, tuve como ejemplo a mi padre y él se fue, pero mi madre es mi inspiración para superarme día a día, sin ella no sé que hubiera sido de mí”, añadió.
Según Erick, su progenitora siempre estuvo en contra de que practique el deporte de repartir puñetes y aún estando en contra de que el mayor de sus hijos se profesionalice en esta disciplina, siempre lo ha apoyado.
“Mi madre nunca quiso que practique este deporte, pero luego ella fue la única que me apoyó y me daba ánimos, en su pobreza y hasta ahora está pendiente de que no me falte nada”, señaló.
TODAS LAS PELEAS GANADASA nivel profesional Bone ha subido al ring en diez ocasiones y ha demostrando su talento ganando todos los combates.
“Gracias a Dios estoy invicto y eso se debe a mi buena preparación, pues el box no es como la gente piensa que es solo lanzar golpes, esto es de inteligencia, pues hay que analizar al rival y descubrir cuál va a ser su ataque.
A mí me dicen “El terrible” pero no me gusta que me digan así, deberían decirme algo con lo que me identifique como la inteligencia para boxear”, sentenció entre risas.
Con mucha sinceridad el boxeador contó que no es católico, es cristiano, pues cree en un solo Dios al cual le pide lo proteja para no hacer daño a sus contrincantes y para no recibir un mal golpe.
“Todos los días antes de subir al cuadrilátero, ya sea para entrenar o para competir de manera oficial le pido a Dios que me cuide para no recibir un mal golpe que me pueda afectar en ese momento o después en mi futuro y también le pido para no hacer daño al que sea mi rival”, finalizó.
Hacía tanques de gasMarlon Aguas, a quien se conoce cariñosamente como “La furia negra”, apenas tiene tres peleas disputadas a nivel profesional, en las cuales ha disfrutado la victoria. Esto no le sube el autoestima; por el contrario, le obliga a trabajar con más esmero para seguir por el camino del triunfo.
Sus inicios en el boxeo se dieron cuando era un niño de escuela, a los 13 años. De la mano de su padre se vinculó en este deporte.
“Cuando era peladito, era muy problemático, pasaba peleando con los otros niños y dándoles golpes, por eso mi padre me metió al boxeo para que sea disciplinado y controle mi carácter”, dijo Aguas.
A los 17 años de edad decidió abandonar su sueño de ser pugilista profesional para dedicar parte de su tiempo a su hija que estaba por nacer y para buscar un mejor futuro económico.
“Este deporte es duro y no se gana bien, hace cinco años atrás nació mi primera hija y tuve que dejar el boxeo porque quería tener un mejor estilo de vida, pero no fue así y luego de un año volví al ring”, manifestó.
El tiempo que dejó de boxear, Marlon trabajó en una fábrica donde elaboraban tanques de gas, empleo que no le gustó ya que -según lo que contó- es más difícil que pelear. “Armar tanques de gas es muy duro, no me gustó y tampoco fue como yo pensaba que iba a tener más tiempo y más dinero, ahí descubrí que lo mío es el boxeo, es lo que sé hacer y lo hago bien por eso volví”.
NOCHE DE NOCAUTSMañana, a las 20:00, en el coliseo Julio César Hidalgo, en una velada boxística, Bone y Aguas defenderán su invicto a nivel profesional, enfrentando a los colombianos Francisco Puentes y Pascual Salgado, respectivamente.
Rigoberto Garibaldi, entrenador de los deportistas, cuenta que la preparación de los boxeadores es muy exigente y confía en que conseguirán la victoria. “Los muchachos tienen talento, lo único que hago es guiarlos, estoy seguro de que llegarán a cumplir su sueño de ser campeones”, expresó el entrenador.