“El que ama a su esposa se ama a sí mismo”... Se lo repito: El que ama a su esposa se ama a sí mismo”. Un mensaje contundente. Lleno de amor y motivación. De repente, unos segundos de silencio se complementaron luego con una fuerte ovación de los espectadores durante la noche fría que abrigó a Guayaquil el pasado sábado.
La frase mencionada salió de boca del artista dominicano Juan Luis Guerra en pleno show de su tour A son de Guerra. Esta se dio como introducción al tema Bendición, creado para su esposa Nora Vega, con la que ha permanecido 29 años de casado y ha compartido alegrías y tristezas.
Su voz no ha cambiado. Lo diferente ahora es que es más estático y, pese a que desea compartir el baile con el público, sus movimientos son más limitados. No pierde su sonrisa y la fe que ahora lo alimenta. En cada espacio de tres canciones exitosas introduce un mensaje cristiano con sencillos de su más reciente producción: A son de guerra.
Su ademán de colocar la mano izquierda sobre su oreja y moverla de lado a lado no lo olvida. Esa es una de sus principales características, luego de la boina negra que siempre lo ha acompañado y su clásico sobretodo que rebasa unos centímetros más abajo de su cintura.
Interactúa con el público como si supiese lo que quieren, aun cuando ellos en ningún momento piden tema alguno, sino que lo dejan fluir. El respeto por su trayectoria se hizo evidente.
El concierto inició a las 21:30, en el teatro de la Feria de Durán. Desde ese momento su sencillez destacó. No fue un concierto común. Las palabras fe, esperanza, amor y bendición eran repetidas con facilidad para recordarle a quienes lo veían que se encontraba ahí por gracia de “su rey de reyes, Jesús”.
De esta forma hizo participar a dos “miembros del club”, como le llama a quienes acuden a su iglesia, esta vez dos músicos, para cantar con guitarra eléctrica un son inspirado en el Salmo 123 de la Biblia.
Las avispas y Para ti no faltaron en su repertorio musical. No hubo canción que no recibiera aplausos y elogios. Pese a que Antonio Arteaga es agnóstico (persona que adopta postura filosófica) no paraba de bailar y escuchar atento los mensajes junto a su novia. Al oír las bachatas sus ojos se cristalizaban. Se veían cara a cara. Se besaban.
Como ellos, habían más. Tania Tinoco, Katrina Tala y Éricka Segale seguían el ritmo. El espectáculo continuaba. Los vendedores de cigarros y chicles y los de hamburguesas y hot dogs seguían vendiendo sin importarles quién era el artista o lo que interpretaba. Su fijación era el negocio. Aprovechaban la efusividad de las personas para vender y lo lograban, pues todos tenían sus ojos puestos en Juan Luis Guerra.
“¿Y cómo se llama esa bebé tan bella?” preguntó Guerra al ver a una niña en primera fila que tenía un letrero que decía: “Tengo 6 años y me gustan tus canciones”.
Una vez más, demostró cordialidad, le lanzó un beso y le respondió:“Yo te quiero a ti, gracias”. Con paso lento se paseaba a los extremos de la tarima engalanada con toda la banda 4.40 y 2 pantallas de buena resolución que mostraban imágenes aleatorias de diversas circunstancias, como protestas, discursos, entre otras.
Dio lo mejor de sí. Cerca de las 10:57 salió de escena despidiéndose con un gracias y levantando la mano izquierda. La multitud pedía más tras un show lleno de gozo y paz. Pasaron 10 minutos y las luces volvieron a brillar junto a las notas del merengue A pedir mi mano que levantó a quienes se sentaron y retrocedieron a los que se retiraban.
Aquellas “viejitas románticas” como Bachata Rosa, Burbujas de amor, Estrellitas y duendes se corearon multitudinariamente con potencia. El merengue, la bachata y el son del compositor de 1.92 de estatura, captaron la atención de famosos, periodistas y de empresarios, como el caso de Guillermo Laso y su esposa.
Después de interpretar La calle, cantado a dúo con Juanes, Guerra regresó a sus orígenes. Su fiel guitarra lo acompañó a capela con Ojalá que llueva café en el campo, uno de sus éxitos.
Con esta cerró sus ojos, escuchó a la gente inspirada y culminó como inició, ofreciendo agradecimientos después de 4 años de volver a Ecuador y con un “Dios les guarde” luego de un concierto cargado de mensajes positivos.