Gobernar una nación no es cosa sencilla. Para algunos se vuelve un intenso dolor de cabeza, para otros el estrés es como llevar en hombros un rascacielos.
A lo largo de los últimos años, más de un mandatario ha padecido, mientras estaba en el cargo, alguna enfermedad o trastorno psíquico que lo llevó a condicionar su toma de decisiones. El oficio de gobernar, al parecer, desgasta. Y mucho.
El médico David Owen, ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido en la década del 70, publicó un libro en el que repasa las enfermedades de los principales jefes de Estado y de gobierno en los últimos cien años. El político concluye que pocos líderes consiguen el aprobado.
El diario español La Vanguardia, en su versión web, publicó el pasado 1 de noviembre un informe sobre los males que aquejaron a varios presidentes en el mundo. La información hace referencia a un artículo publicado en el 2009 de la revista Brain, el doctor Owen junto a Jonathan Davidson, profesor del departamento de Psiquiatría y de las Ciencias del Comportamiento en la Duke University, en Dirham (EE.UU.), llegó a la conclusión de que la mitad de los gobernantes estadounidenses entre 1776 y 1974 ha padecido trastornos psiquiátricos. Los más comunes: depresión, ansiedad, trastorno bipolar y dependencia del alcohol. En uno de cada tres casos, estos problemas “fueron evidentes a lo largo del ejercicio de su mandato”. Por ejemplo: Theodore Roosevelt (trastorno bipolar), Wilson y Hoover (trastorno depresivo grave), Nixon (abuso de alcohol).
¿Será que el oficio del político es malo para la salud?La Vanguardia citó al psiquiatra José Cabrera, autor del libro La salud mental de los políticos, quien indicó que “una persona que accede al poder político presenta un perfil predeterminado y posee una ambición especial. Sin embargo, aunque uno tenga una vocación para ocupar cargos políticos, el ejercicio del poder es una losa tan grande que le puede hacer perder la perspectiva. No necesariamente se traduce en algo grave, pero sí pueden darse unos síntomas inherentes al oficio”.
Los trastornos psíquicos no siempre salen a la luz o, si lo hacen, ocurre años después, reseña el diario español que señala que este dato confirmado por las estadísticas: en los últimos cien años, solo dos jefes de Estado o de gobierno han sido declarados dementes de manera formal. El presidente francés Paul Deschanel, que dimitió voluntariamente en 1920, y en 1952 el rey Talal de Jordania, que fue obligado a dejar el cargo a causa de su esquizofrenia. Nada más. Con toda evidencia, la mayoría de las enfermedades de los jefes de Estado y de gobierno han sido subestimadas o, en el peor de los casos, ocultadas a la opinión pública. Según Cabrera, “la explicación es esencialmente política: los mandatarios mantienen sus dolencias bajo secreto para no debilitar su poder y para no influir en la lucha de sucesión”.
Aquí los problemas de salud, excesos y manías de algunos famosos presidentes.
WINSTON CHURCHILLEl mismo primer ministro británico hacía bromas sobre sus condiciones psicofísicas. Dijo: “La salud es un estado transitorio que no presagia nada bueno”. En su juventud, Churchill fue proclive a la depresión. Confesó que no le gustaba estar cerca del borde de un andén cuando pasaba un tren, porque tenía la tentación de tirarse. Sufrió a lo largo de su vida muchos altibajos. En 1942, su jefe de Estado Mayor lo describió así: “No se lo puede juzgar según los criterios corrientes. Es una masa de contradicciones. Es un producto de la naturaleza, de humor tan variable como un día de abril”. También tenía afición a la bebida. “Las cantidades de licor que consumió -champán, brandy, whisky- fueron increíbles”, comentó, un funcionario, tras ver al premier en 1943.
EVA PERÓNSegún la revista The Lancet, la primera dama argentina (así como el resto del país) ignoraba que su histerectomía realizada en 1951 en secreto por un oncólogo estadounidense, George Pack, se debió al cáncer. Eva Perón murió sin conocer su diagnóstico, ni quién era el médico que la operó. La familia Perón no quiso afectar a la esposa del presidente con una carga añadida. Además, se temía que la noticia hubiera podido perjudicar el régimen. Según otra versión en La Nación, ocultar la enfermedad fue una elección casi obligada, porque, según los médicos, “Eva Perón era una mujer temperamental y no estaba predispuesta a hacer controles médicos con la perseverancia de las señoras de hoy”.
MAO ZEDONGFue despiadado y sádico. En marzo de 1927, el líder chino comentaba en la revista del Komintern: “Uno o dos ciudadanos golpeados hasta morir no es para tanto”. Según Owen, “en su caso hay algunas pruebas de enfermedad mental”. Periódicamente, Mao se pasaba meses en la cama, según su médico, “enfermo de preocupación”. Padecía trastornos bipolares. Contrajo malaria cerebral. En los 70, tuvo problemas cardíacos y contrajo la enfermedad de Lou Gehrig.
F.D. ROOSEVELTContrajo la polio a los 39 años, pero el presidente de EE.UU. intentó minimizar sus achaques a la opinión pública. De las 35.000 fotografías que se conservan en la Roosevelt Presidential Library, solo dos lo muestran en silla de ruedas. Su médico lo consideraba como comandante en jefe y tal vez no lo cuidó como es debido. Basta pensar que se le hizo el primer chequeo médico completo solo en 1944, once años después de su llegada a la presidencia, a instancia de su hija. Se le diagnosticó entonces hipertensión, disfunción e insuficiencia cardíaca y bronquitis aguda. Los médicos calificaron su estado como “terrible”. En la conferencia de Yalta, en febrero de 1945, estaba muy debilitado para negociar. En marzo del mismo año, en un discurso, confundió Yalta con Malta. Murió en abril.
JOSEPH STALINUsurpó el poder a Lenin, mientras este estaba en coma y su enfermedad era declarada secreto de Estado. Stalin era paranoico. Hasta hizo disparar a uno de sus guardias personales después de enterarse de que este había pedido que le arreglaran las botas para que no le crujieran: el líder soviético temía que el guardia pudiera acercarse a él sin que lo oyera. Cuando Stalin sufrió su ataque fatal pasaron doce horas sin que se llamara a ningún médico para que lo viera por miedo a sus posibles reacciones.
GEORGE W. BUSH Y TONY BLAIRAmbos habrían sufrido el síndrome de Hybris durante su mandato. Blair de joven tenía una gran pasión para la interpretación teatral y fue miembro de una banda de rock, lo que, según Owen, acentuó sus tendencias narcisistas. En cuanto a George W. Bush sus convicciones religiosas derivaron, una vez en el cargo, en “creencias mesiánicas”. Su cuadro clínico fue delicado. Blair sufrió crisis de taquicardia, mientras que Bush había sido alcohólico (con las consecuencias que ello conlleva para la salud), pese a que él aseguró haberlo dejado en 1987.
J.F. KENNEDYCuando prestó juramento en el cargo ocultó al electorado que padecía la enfermedad de Addison (una insuficiencia de las glándulas suprarreales). Se la diagnosticaron en 1947. Le dieron un año de vida y, antes de que empezara a recibir tratamiento, llegaron a administrarle los últimos sacramentos. Fue tratado con testosterona y esteroides, lo que le disparó el apetito sexual. Confesó al primer ministro británico Harold Mc Millan que necesitaba mantener relaciones sexuales tres veces por día para combatir sus dolores de cabeza. Tuvo problemas de espalda a lo largo de su vida, pero no a raíz de una herida de guerra, sino de un accidente de coche en 1938. Los médicos confirman que los pacientes con enfermedad de Addison presentan “casi sin excepción anormalidades psiquiátricas”: depresión, apatía, ansiedad, irritabilidad. El 29 de abril 1961, Kennedy ordenó acciones en Vietnam, cuando el día anterior había mantenido relaciones con la querida de un mafioso en Chicago. Una investigación periodística confirmó además que Kennedy consumió cocaína durante una visita a Las Vegas en 1960 y experimentó con marihuana y LSD.
FRANCISCO FRANCOLas técnicas y máquinas de mantenimiento de los sistemas vitales permitieron prolongar la vida del Generalísimo, aunque llevara mucho tiempo inconsciente. Su agonía duró casi 25 días y fue mantenida en secreto. Para el historiador Paul Preston, “el mantener vivo a Franco mientras estaba en coma obedecía a que sus partidarios querían asegurarse de que el primer ministro que nombraría el rey fuera una persona de su confianza”. Desde 1963, Franco padecía diabetes y tenía mal de Parkinson.
RICHARD NIXONEl 11 de octubre 1973, el primer ministro británico Edward Heath quiso hablar con Nixon sobre la situación en Oriente Medio. Al cabo de unos minutos, Kissinger volvió y dijo: “Cuando hablé con el presidente, estaba borracho”. El episodio es sintomático. El mandatario estadounidense también padecía depresión y paranoia y, según Owen, estuvo muy cerca de ser un psicótico: hacía llamadas telefónicas en plena madrugada y hasta amenazó, en estado de embriaguez, con tirar bombas atómicas a Corea del Norte. Desarrolló síntomas de Hybris.
ADOLF HITLERLos psicólogos de la CIA consideraban que el líder nazi sufría de “histeria, paranoia, esquizofrenia, tendencias edípicas, autodegradación y sifilofobia, un miedo a la contaminación de la sangre”. Los autores sostenían que Hitler, más que estar sumido en la locura, era un “neurótico que carece de las adecuadas inhibiciones”. Su doctor, Theo Gilbert Morell, le inyectaba a diario un compuesto de cafeína, estricnina, glucosa, morfina, vitaminas, fermentos lácteos (y otro, aún más estrambótico, a base de testículo de toro y uva). Su temblor en el costado izquierdo era típico del parkinson. Sólo tenía un testículo, sufría hipocondría e insomnio y durante el asedio de su bunker consumió cocaína.
FRANÇOIS MITTERRANDOcultó su estado de salud a los franceses durante once años. Se le diagnosticó un cáncer de próstata en 1981. La supervivencia media para un paciente con un cáncer tan avanzado era de tres años. Mitterrand dijo textualmente a su médico, Claude Gluber: “Ocurra lo que ocurra, no debe usted revelar nada. Es un secreto de Estado”. El presidente francés no lo reveló ni a su esposa ni a sus hijos.