La burbuja del amor estalló cuando una agente antinarcóticos del aeropuerto José Joaquín de Olmedo, en Guayaquil, picó su portafolio y halló tres kilos de cocaína.
Su vida se detuvo en segundos, mientras el corazón acelerado por el terror bombeaba su sangre helada a una velocidad inusitada.
Abrumada por la impresión, Clara Theresa Saucier, de 47 años, sargento retirada de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, fue trasladada a la cárcel de mujeres acusada de tenencia ilegal de drogas.
Transcurría la primera semana de diciembre del 2013 y en cada esquina de la urbe porteña se vivía el ambiente navideño.
Clara llegó a la ciudad para cumplir con el encargo de un misterioso sujeto llamado Timothy Roberts, a quien nunca había visto en persona, pero que la enamoró por Skype y otras redes sociales cristianas, aunque él realizaba sesiones casi a oscuras para evitar detalles de su rostro.
La consigna era sencilla: solo debía reunirse con David Smith, un supuesto consejero financiero que le entregaría unos documentos, enviárselos a Roberts para que pueda salir con millones de dólares de Abiyán, la principal ciudad de Costa de Marfil (África), y llegar a Ámsterdam (Holanda) con la promesa de estar juntos.
Sin embargo, cuando la detuvo la Policía, Roberts desapareció del mapa y a Smith se lo tragó la tierra.
¿Cómo empieza esta pesadilla? Hace dos años, en el estado de Mississippi, cuando desde su casa Clara navegaba por internet y conoció al farsante en una red social.
La única referencia que ella tenía de Roberts era su lugar de nacimiento (Missouri) y su raza: blanco, con raíces indígenas norteamericanas. Lo demás sencillamente era incierto.
Seis meses después de comenzar la relación virtual (2012), Clara enviaba a Roberts un aproximado de cien dólares por mes para que pueda pagar el hotel en Abiyán ya que, según él, las autoridades de Costa de Marfil le habían quitado el pasaporte por falta de liquidez.
Antes de iniciar el desesperado viaje a Guayaquil, Roberts recibía giros a su nombre (en total fueron catorce mil dólares) para arreglar un barco y venderlo a buen precio. Con el dinero, Clara, sus tres hijos mayores de edad, cinco adoptados y él podrían vivir cómodamente.
Finalmente, Roberts le comunicó que la nave había sido vendida en 2’926.000 dólares y que todo estaba listo para su esperado encuentro. Pero antes, Saucier debía pagar 1.795 dólares para sacar la fortuna del banco.
Como la situación se puso muy extraña, ella pidió a Roberts garantías por el dinero que desembolsó, por lo que días después recibió un “certificado” en el que Timothy ponía el dinero a nombre de su “esposa” , quien también debía asumir los costos de seguros.
Como no estaban casados, el “Romeo” le dijo que debía justificar legalmente su relación, ya que esto ponía en peligro su salida del continente africano con el dinero.
Por ello, el sujeto le envió un boleto de avión con una extraña ruta: Nueva Orleans, Nueva York, Ámsterdam, Guayaquil. Al llegar a inicios de diciembre pasado, Clara pasó dos días en el hotel caminando por los alrededores antes de reunirse con David Smith.
Sin embargo, Timothy logró avisarle que Smith no pudo llegar a Ecuador y que aún permanecía en Europa, pero que “alguien” la buscaría para entregarle un portafolio.
Una hora antes de presentarse en la terminal aérea, un nigeriano concretó la operación.
De inmediato, ella emprendió su viaje con muchas esperanzas. La ruta era Guayaquil-Ámsterdam y después a Luton, en Londres, luego de lo cual viajaría a Chicago.
Pero su nombre sonó en el sistema de audio en la sala de preembarque del terminal aéreo porteño, donde finalmente fue arrestada. En el parte se detalla que en la maleta había “dos paquetes recubiertos de afuera hacia dentro de papel aluminio, papel carbón, cinta de embalaje color café, funda plástica transparente” con droga.
Según el sistema de la Función Judicial del Guayas, Saucier fue llamada a juicio como presunta autora del delito de tenencia ilegal de sustancias estupefacientes en marzo pasado.
SU ABOGADO ESTRELLACasi seis meses después de esta “estafa nigeriana”, su abogado Michael Griffith se trasladó días atrás desde Nueva York a la Perla del Pacífico con una sola consigna: “impedir que se cometa una terrible injusticia”.
Es precisamente Griffith quien narra esta historia desde su suite en un lujoso hotel de la ciudad. No habla español, pero hace esfuerzos sobrehumanos para que lo entiendan en un inglés contundente. A simple vista, parece un jurista que ofrece sus servicios por televisión. Es cordial y recibe con agua a las visitas, ya que no le gusta el café.
Sin embargo, este especialista en derecho penal internacional y consultor legal de la cadena CNN, no es cualquier abogado; también es un experto en temas de “película”.Su cliente estrella es el famoso Billy Hayes, un estudiante estadounidense que fue detenido cuando trataba de contrabandear hachís en Turquía en 1970.
Hayes fue condenado a cuatro años y dos meses de prisión en dicho país. Cuando le faltaban pocas semanas para ser liberado, descubrió que las autoridades habían decidido sentenciarlo a cadena perpetua.
En 1975 logró escapar hacia Grecia, desde donde fue deportado a los Estados Unidos después de varias semanas de detención e interrogatorios para obtener datos sobre Turquía. Esta historia inspiró a Hayes a escribir el libro Midnight Express (Expreso de medianoche), el cual en 1978 fue adaptado para una película con el mismo título, con el actor Brad Davis como Hayes. Alan Parker dirigió la película y Oliver Stone compuso el guion, lo que le valió su primer Óscar .
La negociación de Griffith con el Gobierno turco sobre el caso de Hayes originó el concepto del tratado bilateral de transferencia de prisioneros, que actualmente rige en muchos países del mundo.
La presencia de Griffith no es nueva en el país. Aquí también defendió a James Gordon Williams, capturado en junio de 1996 y acusado de lavado de dinero.
Este popular abogado, originario de Amagansett, Nueva York, que ha liberado a estadounidenses en más de 50 países, sospecha que en el Ecuador opera una red de nigerianos que trafican droga usando y estafando a personas inocentes, por lo que está dispuesto a demostrar que Clara fue engañada por amor y hará lo posible para que regrese a casa con sus hijos, pero no en un “expreso de medianoche”, como lo hizo Hayes hace más de 30 años.