César Contreras, GuayaquilEl concreto tiembla, parece que se fuera a agrietar. La bulla retumba su morada y mente. Los adornos que tiene dentro de su improvisada habitación se estremecen. El zangoloteo no lo inmuta, ya está acostumbrado al sonido ensordecedor que sale del Monumental los domingos por la tarde y noche.
Con el paso del tiempo se hizo hincha del Ídolo. Lleva doce años habitando dentro de una tubería, en medio de la zanja que bordea el estadio “torero”.
A la intemperie, pero cobijado por la esperanza, William Dovier Eugenio vive de lo que encuentra. Llegó el fin de año y su “casa” debe lucir acorde. Entre desperdicios, halló figuras navideñas y las colgó en una pared.
“Me visitaron en mal momento”, exclamó el reciclador. El domingo anterior, algunos desadaptados que llegaron al estadio barcelonista para ver la final del campeonato, salieron enardecidos por la derrota del equipo “canario” y saquearon su hogar. Desordenaron lo poco que tiene y le robaron varias pertenencias, inclusive un gato; al menos eso piensa, porque el animal ya no aparece. Una señora le regaló una canasta con víveres y esta también se hizo “humo”.
SU MORADAMientras dialoga, muestra la forma en que subsiste. Dentro del tubo tiene dos colchones, junto a peluches y juguetes que recogió por las calles. William no tuvo una infancia como la de cualquier niño; por eso ahora, de adulto, le gusta coleccionar estos muñequitos.
Pese a que tiene una caja con una botella de whisky vacía, asegura que ya no bebe ni tiene otros vicios.
Camina descalzo por un charco de agua con moho, hasta llegar a un sillón y mesa que usa como sala. La cocina son dos bloques de cemento a manera de estufa. Él mismo prepara su alimento, asegura que le sale bien el caldo de pollo. El baño es una fuga de agua que filtra de otra tubería, donde discretamente toma sus duchas. Le gusta estar aseado en los ratos que no anda de “chambero”. Constantemente limpia su porción de la zanja, la cual se llena de plásticos y otros objetos.
Por las noches, la oscuridad no es problema. La luz de los postes y reflectores del Monumental lo iluminan. Afortunadamente, en el invierno no se inunda. Eugenio es un hombre “curtido”. Estuvo preso en la “Peni” por andar en malos pasos. Al salir, decidió cambiar su vida e ingeniárselas para ver el mañana.
SU RAZÓN DE VIVIRCuando le caímos de sorpresa, no encontramos a su conviviente, Elena Vera. Ella pasa más tiempo con una hermana, en el suburbio porteño, donde está mejor atendida. Su amada padece de epilepsia y se sometió a una colostomía, operación en la pared abdominal que permite eliminar las excretas. La mujer sufre de problemas con el estómago.
Elena es su razón de vivir, por eso sale diariamente a las 06:00 a reciclar por todo Guayaquil. Con el dinero que obtiene por botellas y otros deshechos, Eugenio compra las fundas que necesita su pareja para realizar las necesidades biológicas, cada una valorada en 15 dólares; además de pastillas para la epilepsia, que cuestan $4.50.
Ellos tienen 9 años juntos. William recuerda que la conoció cuando caminaba cerca del puente de la calle 17 y vio cómo ella era asaltada por unos delincuentes que le querían robar el celular. Inmediatamente fue a su auxilio, evitó el atraco e hizo que los pillos huyan. Desde ese momento nació el amor entre los dos. Él tiene 41 años y ella 32.
En tiempos buenos, Elena lo suele ayudar con la labor de reciclaje. Recorren varios sectores, anteriormente con un triciclo, hasta que se lo robaron. Pueden pasar un día entero en las calles, regresan a comer algo y de nuevo a “chambear”. La madrugada también es fructífera. Sus horas para dormir son variables.
Eso sí, los domingos se quedan en su morada. Ahora a William le toca estar solo, cuidando sus pertenencias de ladrones y algunos malos hinchas; y poniéndose a buen recaudo cuando “llueven” las piedras, producto de los enfrentamientos entre barras bravas.
El “chambero” no le pide mucho a la vida. Ya se acostumbró a vivir en el tubo. Mucho más importante que tener otro lugar donde dormir, desea que alguien lo ayude con una operación y medicamentos para su amada Elena. Para él, lo mejor del amanecer es que llegará la mañana.
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