Gorka Moreno, Guayaquil
Emerson Rubio, Quito
Su historia, plagada de fechorías, bien podría inspirar una sórdida novela negra del John le Carré más contemporáneo. En 2001, mató al hijo de un magnate pakistaní en Inglaterra; despilfarró miles de libras esterlinas de la víctima en Las Vegas; viajó a Australia, Dubái y Canadá, donde lo arrestaron; un juez inglés lo sentenció en 2004 a 18 años de prisión; lo trasladaron a su Pakistán natal en 2010 para que cumpliera allí el resto de la condena; fue liberado gracias a un alto cargo gubernamental, lo que propició la suspensión temporal de las extradiciones entre británicos y pakistaníes; y pasó por varias naciones como Malasia, Brasil o Panamá antes de aterrizar en Ecuador, donde pretendía iniciar una nueva vida con su pareja. Pero la aventura sudamericana de Rizwan Habib Alvi, que en octubre cumplirá los 38, apenas duró unos meses. El pasado siempre vuelve cuando tienes algo que esconder.
Agentes de la Policía Nacional lo detuvieron el 5 de marzo en Quito. Todavía continuaban vigentes los dos códigos rojos que, a petición de la justicia de su país, había emitido la Interpol contra él en 2014: uno para que concluya la pena impuesta por el “asesinato” y otro porque debe enfrentarse a un proceso penal por “fraude, falsificación, engaño e incitación al delito”. Así consta en el expediente del caso, al que ha accedido EXTRA.
Dos jueces ya han decretado su deportación, pero por ahora continúa en el Centro de Acogida Temporal para ciudadanos extranjeros Carrión, ubicado en la capital ecuatoriana, a la espera de que finalice el procedimiento. La Corte Nacional de Justicia parece ser la última baza que le queda por jugar, aunque en el máximo órgano jurisdiccional aseguran no tener constancia de que haya presentado recurso alguno.
Entre tanto, la Interpol y el Departamento de Migración guardan silencio. Eso sí, en la página web de la organización policial sigue apareciendo una ficha del malhechor, ilustrada con una imagen de 2013 y el siguiente mensaje: “Si tiene alguna información, contacte por favor con su Policía Nacional o local”.
EL CRIMEN
Los medios de comunicación ingleses y pakistaníes llevan más de una década hablando sobre las andanzas de este ciudadano nacido en Karachi, que trabajaba como ejecutivo en una agencia de modelos de Bayswater, una de las zonas más cosmopolitas de Londres.
En 2004, con motivo del juicio por el crimen, la BBC informó que Habib Alvi y su “banda” habían golpeado “hasta la muerte” a un joven tres años atrás. Misteriosamente, la identidad de la víctima jamás trascendió a la opinión pública. Solo se supo que era hijo de un influyente empresario pakistaní, que tenía 27 años y que, al parecer, había discutido con el delincuente “por negarse a invertir en los negocios que este poseía en Nueva York”.
Pero los implicados no se conformaron con arrebatarle la vida. Le robaron las “tarjetas de crédito”, le usurparon “su identidad” y, tras intentar “quemar el cuerpo”, se marcharon a Las Vegas, donde dilapidaron “miles de libras” del fallecido en “fiestas”. También trataron de transferir a su favor unos 400.000 dólares desde una cuenta del joven, pero no lograron consumar la operación.
Buscados por las autoridades inglesas, los fugitivos viajaron después a “Australia, Dubái y Canadá”. A diferencia de sus compinches, Habib Alvi no pudo evitar el cerco policial en el país norteamericano y fue detenido. Desde allí lo trasladaron a la capital británica, donde lo condenaron a 18 años de cárcel.“Había rastros y rastros de transacciones por muchos miles de libras”, destacó el fiscal, quien no descartó que los autores hubieran torturado al fallecido. “Fue un crimen horrible, cometido por gente que la víctima conocía bien, en la que confiaba y a la que consideraba sus amigos”, agregó el inspector Martin Lee.
EXTRADITADO
En 2007, Inglaterra y Pakistán habían suscrito el ‘Transfer of Prisoners Agreement’ (TPA o Tratado para el Traslado de Presos). Este acuerdo fue clave para que el Gobierno británico extraditara en 2010 a Habib Alvi y a otros dos compatriotas, Muhammad Nasir Khan y Asad Javed, condenados a 19 y 25 años de prisión respectivamente por asesinato y tráfico de drogas.
Todos ellos ingresaron en la Cárcel Central de Karachi, pero no tardaron en abandonarla. Muhammad Nasir Khan salió 41 días después. Asad Javed y el propio Habib Alvi dejaron el presidio 39 días más tarde que su compañero. Según la prensa inglesa y local, las excarcelaciones se materializaron gracias a la intervención de “Malik Ali Muhammad, oficial de la Sección de Leyes e Interior”, a pesar de que el tratado dejaba bien claro que “ninguno de los dos países podía condonar o reducir las penas impuestas”. Pero, ¿qué relación mantenían los convictos con Ali Muhammad? ¿Cómo es posible que tres delincuentes, sin aparente poder, accedieran a él tan fácilmente? Salvo sorpresa mayúscula, ninguna autoridad aclarará estas preguntas.
Nadie pareció percatarse de lo ocurrido hasta que, en 2014, un alto representante del Ejecutivo de David Cameron redactó una carta al ministro del Interior pakistaní, Chaudhry Nisar Ali Khan. En ella, le hacía saber que estaba al corriente de la liberación de Asad Javed y que, debido a los recelos despertados, su Gobierno “había suspendido las extradiciones a Pakistán desde 2012”. Pero en ningún momento se refirió a los otros dos criminales.
La investigación iniciada por Chaudhry Nisar Ali Khan puso al descubierto que las autoridades penitenciarias también habían soltado a Habib Alvi y Muhammad Nasir Khan. De modo que ante la magnitud del escándalo, el oficial de la Sección de Leyes e Interior, así como varios policías, fueron “arrestados”. Y al menos el primero de ellos ingresó en prisión. Las urgentes medidas adoptadas por el ministro permitieron salvar el TPA.
A petición de la justicia pakistaní, la Interpol emitió entonces los respectivos códigos rojos contra ellos. Muhammad Nasir Khan fue detenido en Emiratos Árabes Unidos y Asad Javed, en su propio país. Pero Habib Alvi pareció esfumarse.
RUMBO A ECUADOR
En una de las vistas celebradas para abordar su posible deportación, los letrados ecuatorianos de Habib Alvi aseveraron que este gozaba de un permiso de residencia “legal” en Malasia. Allí conoció a su esposa y se habría dedicado a gestionar “hostales para mochileros” durante cuatro años.
Antes de arribar a Ecuador, la pareja visitó Brasil, donde permaneció “cinco o seis días” hasta recibir un visado, y Panamá, su última escala. Ahora bien, la mujer, de 24 años, afirmó a la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased) que ambos también habían pasado por “Cuba y la Guayana Francesa”.
Dado que Ecuador “les gustaba”, formalizaron su matrimonio el pasado 2 de febrero en el Registro Civil de Quito y declararon no tener hijos en común ni con otras personas. Pero Rizwan Habib Alvi recurrió a una identidad parcialmente distinta: Rizwan Khan. La misma que figura en el pasaporte de este pakistaní y que siempre empleó ante la joven con la que se casó.
Su siguiente paso fue pedir una visa de inversionista que, según sus representantes legales, le concedieron tras depositar 25.000 dólares como garantía. Pero el Ejecutivo ecuatoriano se la revocó el 10 de marzo, cinco días después de que “agentes de la Policía Nacional” lo arrestaran cuando salía “de la Embajada de Estados Unidos”. Desde la Dinased señalaron que, al facilitar la “huella dactilar”, los funcionarios descubrieron su verdadero nombre y que la Interpol lo perseguía. La detención supuestamente coincidió con un viaje que su pareja dijo hacer a Malasia porque Habib Alvi “le había pedido que vendiera sus pertenencias”.
El criminal ingresó entonces en el Centro de Acogida Temporal para ciudadanos extranjeros Carrión. “Allí tiene acceso a internet, celular y dinero en efectivo”, añadió la cónyuge.
Y el día 13, el titular del Juzgado Cuarto de Contravenciones de Pichincha dictó una “resolución de deportación” contra él por “permanencia irregular” en el país. El magistrado entendió que había “burlado los filtros de seguridad” y que las alertas de la Interpol, a la que pertenecen tanto Pakistán como Ecuador, son de obligado cumplimiento. Tal y como exige la Ley Orgánica de Comunicación, EXTRA contactó con la Interpol, el Departamento de Migración y el afectado para contrastar estos datos, pero nadie quiso hablar al respecto, de ahí que no haya incluido sus versiones.
EL RECURSO
Lejos de aceptar la decisión judicial, los abogados apelaron el fallo. El 21 de abril tuvo lugar la pertinente sesión en la Sala de Garantías Penales de la Corte Provincial de Justicia de Pichincha. Habib Alvi volvió a sufrir un duro revés, ya que el magistrado ratificó el dictamen del juez de primer nivel.
De poco sirvieron los argumentos esgrimidos por los letrados. Uno de ellos alegó que las autoridades inglesas lo habían extraditado a Pakistán cuando se disponía “a presentar su defensa”, de modo que no se celebró “la apelación”.
También adujo que le habían “perdonado” la pena en su país “por hacer servicios comunitarios” y que, al haber cambiado el signo ideológico del Ejecutivo y haberse levantado la moratoria de la pena de muerte, ése sería “ineludiblemente su destino” si retornaba a Karachi: “Él es chií. Los chiíes son fundamentalistas, son rechazados (...). Una vez que fue legalmente liberado, cambió el Gobierno a suní y se reabrieron los procesos (…). Se le acusa de haber ingresado en Ecuador evadiendo los filtros de seguridad, pero no se fugó de Pakistán”.
Un segundo abogado recalcó que el pasaporte de Habib Alvi era “original” y que no se habían modificado los datos de filiación, a excepción del apellido. “Ha circulado varios años -con él-”, apostilló.
Sin embargo, el fiscal les recordó que su defendido se encontraba “prófugo”, que los delitos por los que se requiere su deportación “no tienen pena de muerte”, que los códigos rojos de la Interpol estaban “activos” en el momento del arresto y que, en el caso de que un ciudadano opte por cambiar de identidad, “debe hacer un trámite administrativo”. “Aquello no se ha comprobado con ningún documento”, concluyó.SIN RESPUESTA DE MIGRACIÓN Y LA INTERPOLHasta en dos ocasiones, este periódico pidió formalmente una entrevista con algún responsable del Departamento de Migración ecuatoriano (Ministerio del Interior) para analizar la situación de Rizwan Habib Alvi. Lo hizo mediante dos mensajes de correo electrónico, que se remitieron al área de Comunicación los pasados 20 y 27 de mayo. Por el momento, EXTRA no ha recibido ninguna respuesta.
Similar fue la reacción del jefe operativo de la Interpol en Quito, David Andrade, quien prefirió no confirmar ni desmentir la información recopilada por este diario. Andrade se limitó a decir que no hablará hasta que el caso se haya resuelto.Mañana: Habib Alvi se enfrenta al rechazo de sus seres queridos.