Gorka Moreno, GuayaquilEntre marzo y abril llegaron las derrotas judiciales, que pusieron al descubierto la cruda verdad sobre el pasado delictivo del hombre a quien había entregado su corazón. Unos siniestros antecedentes que Nazwa (nombre ficticio), una joven malasia de 24 años y cándida mirada, decía ignorar.El desengaño, lejos de arrugarla, la espoleó para romper de cuajo los lazos que le ataban a su esposo. Pero su decisión provocó que Rizwan Habib Alvi, que en octubre cumplirá 38, sacara su lado más perverso y presuntamente comenzara a amenazarla “de muerte”. Entonces, ella se quebró.
Tal y como informó EXTRA ayer, Habib Alvi, nacido en Pakistán, fue detenido hace tres meses en Quito. Sobre él pesaban dos códigos rojos de la Interpol: uno porque aún debe cumplir parte de los 18 años de prisión que le impusieron en 2004 por el “asesinato” del hijo de un magnate, cometido en Inglaterra, y otro porque tiene pendiente un proceso penal por “fraude, falsificación, engaño e incitación al delito” -así consta en el expediente-.
Dos jueces resolvieron deportarlo a su país, pero por el momento continúa en el Centro de Acogida Temporal para ciudadanos extranjeros Carrión, ubicado en la capital ecuatoriana, donde espera a que las autoridades adopten una decisión en firme sobre su futuro. Allí, según su mujer, “tiene acceso a internet, celular y dinero”.
Entre tanto, Habib Alvi se muestra dispuesto a quemar sus últimas naves, aunque algunas de sus maniobras más recientes no parezcan encaminadas precisamente a eludir la cárcel. El pasado 8 de mayo, interpuso una denuncia a través de un abogado quiteño en la Unidad de Antisecuestro y Extorsión (Unase). El motivo: la supuesta desaparición de su pareja, con la que había contraído matrimonio en febrero. Al parecer, manifestó que “un tal Mohamed” la retenía contra su voluntad en Guayaquil. También resaltó que el coche y los 25.000 dólares que ella tenía a su nombre “le pertenecían a él”. Curiosamente, esa era la cantidad que Habib Alvi había aportado como garantía para obtener una visa de inversionista.
LA BÚSQUEDA
El fiscal encargado de la instrucción contactó acto seguido con el jefe guayaquileño de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased), que activó la búsqueda de la joven en el Puerto Principal.
El primer día, los investigadores recorrieron las principales “casas asistenciales, hospitales, morgues, parques y avenidas de la ciudad, entre otras zonas, sin resultado positivo”. Durante las siguientes 24 horas, el rastreo, igual de infructuoso que en la jornada anterior, se efectuó “en el sector centro”.
Hubo que esperar al día 11 para dar con su paradero. Agentes de la Dinased la encontraron en el aeropuerto José Joaquín Olmedo, cuando se disponía a comprar un billete de avión “con destino a Ámsterdam”. Le pidieron “colaboración” y le rogaron que les acompañara a las dependencias de la unidad. Ella accedió. Allí le realizaron una entrevista “libre y voluntaria” y le tomaron una fotografía como prueba.Entonces se consumó la sorpresa: “Me encuentro bien. No quiero que mi esposo, su abogado, sus amigos o su familia sepan dónde me encuentro. Estoy en contacto con el Consulado de Malasia y ellos saben que estoy bien”. Esas fueron las palabras exactas que los policías incluyeron en el parte. Desde la Dinased indicaron a este diario que Nazwa “tenía miedo”.
EN LA FISCALÍA
Tres días más tarde, la joven se presentó en la Fiscalía del Guayas para pedir protección e interponer una denuncia contra él por violencia psicológica. El contenido del documento, reproducido por EXTRA, resulta estremecedor: “Desde los primeros días de abril, mi cónyuge me está amenazando de muerte, diciéndome que va a pagar 20.000 dólares para que me maten (…). Incluso ha llamado a mis padres en Malasia para decirles que me va a matar”.
Además, desveló que ella siempre había conocido a su marido como Rizwan Khan -la identidad que figura en su pasaporte-, no por su “verdadero nombre”, y aseguró que no estaba al corriente de los hechos por los que la Interpol andaba tras los pasos de él. “Solicito que se me extienda una boleta de auxilio, ya que se trata de una persona muy peligrosa que, al verse descubierta, quiere acabar con mi vida porque le he manifestado mi deseo de divorciarme”, agregó.
El hombre tampoco se rindió esta vez. A pesar de que la presunta desaparición ya se había esclarecido, varias personas de su entorno siguieron presionando a fin de acercarse a la mujer. De hecho, “un varón pakistaní y una ciudadana oriental” acudieron posteriormente a las oficinas de la Dinased para reclamar que continuara la búsqueda.
“Ella se hizo pasar por prima de la esposa y él, por el marido de esta”, afirmaron las fuentes consultadas. Pero, realmente, aquel hombre era “un hermano” del detenido: “Días más tarde fueron al Consulado de Malasia, que ha pedido un informe policial sobre el caso. Entonces, ella dijo que era una cuñada de la joven. Ahora bien, no se les puede atribuir ningún delito porque no emplearon un documento falso”.