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Fusil y uniformes militares encontrados tras allanamientos

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Hasta la tarde de ayer, en el Comando de la Policía Judicial de Daule permanecían detenidos tres sospechosos, de 35, 30 y 33 años, por estar presuntamente implicados en los delitos de tenencia ilegal de armas y abigeato.
En rueda de prensa, el teniente coronel Carlos Blanco Dávila, jefe de la Policía de Daule, informó que a las 20:00 del martes se efectuó el allanamiento de dos viviendas de caña y madera en el recinto Artillería de la comuna Petrillo, de Nobol, donde se encontraron siete cartucheras  calibre 16, un fusil sin serie y sin marca, un revólver calibre 38, municiones de diferentes calibres, envases con pólvora,  fulminantes, un chaleco balístico y uniformes de tipo militar, entre otras evidencias. En estos domicilios fueron aprehendidos los tres sujetos.

Suegro y yerno salieron a trabajar y aparecieron escopolaminados

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Luis Armando Suárez Rivas, de 49 años; y su yerno Carlos Julio Sánchez Lizondo, de 20, fueron hallados con síntomas de haber ingerido escopolamina.
Angustiada por no saber de su esposo y de su yerno, Sonia Rodríguez Vergara acudió a las 17:30 de ayer a la Unidad de Flagrancia de la Fiscalía del Guayas, para denunciar la desaparición de sus seres queridos.
El pasado martes, las víctimas salieron aproximadamente a las 06:30 de su vivienda ubicada en el solar 22, manzana 3.276, de la cooperativa Sergio Toral, al noroeste de Guayaquil.

Allegado lo habría baleado en la pierna

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Llorando y quejándose de dolor, Andrés Dionisio Quiñónez Angulo, de 28 años, llegó a la Unidad de Delitos Flagrantes de la Fiscalía del Guayas para denunciar la agresión.
El hombre fue herido de bala la noche martes anterior, cuando estaba frente a su casa ubicada en la cooperativa Esmeraldas Chiquita, del sector de Las Malvinas, en el sur del Puerto Principal.
Según la víctima, el autor de los tiros fue un pariente. El incidente se habría producido por una discusión que Quiñónez Angulo mantuvo con una de sus hermanas.
“Le estaba haciendo un reclamó a mi ñaña, entonces ella me comenzó a insultar. En ese momento le pegué una cachetada”, mencionó Andrés Dionisio en la denuncia.

No hay ni para las hayacas

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Para Elise Belisario, la Navidad “está muerta”. Al menos en Petare, una barriada de Caracas donde la decoración decembrina desapareció y sus vecinos restringieron las comidas tradicionales por la crisis económica, en un país que durante años celebró estas fechas en la abundancia.
Una de las mayores favelas de América Latina, Petare refleja en cada esquina el castigo que significa para los venezolanos tener la inflación más alta del mundo, por encima de 200 % al cierre del año, según cálculos privados (el Gobierno de Nicolás Maduro no ha publicado datos del costo de la vida en 2015).
“Este año la Navidad está muerta, la plata no alcanza. Las navidades se apagaron”, dice Elise, una chica de 28 años que se quedó sin empleo y debe ingeniárselas para pagar el alquiler de la casa donde vive con sus dos hijos.
Poco tiempo atrás, con la bonanza petrolera que se empezó a extinguir en agosto de 2014 y estimulaba el consumismo en Navidad, las fiestas eran muy distintas.
Elise evoca los balcones iluminados de Mesuca, uno de los barrios montañosos de Petare.
“Caminas por todo eso y no hay una lucecita. El río Guaire pasaba alumbrado, ahora nada”, comenta la mujer. “Éramos ricos y no nos dábamos cuenta”, lamenta.

Cochinos flacos
Testimonio de esta situación son los cochinitos de aguinaldos, alcancías donde los clientes de comercios dejan propinas para repartirlas entre los empleados.
“Ahora está más pobre porque la gente tiene menos dinero, se preocupan más por comprar sus alimentos que por regalar”, cuenta Olga González, de 50 años, cajera de una charcutería del casco central de Petare, quien vistió al chanchito con un traje de Papá Noel.
Su local está vacío, a diferencia de otras navidades. “Las ventas están más bajas que nunca”, señala.
En uno de los cientos de negocios ambulantes de esta ruidosa zona, Karina afirma que su lechón solo recibe billetes de cinco bolívares. Es decir, el precio de un caramelo.

Celebración sin comida típica
Paradójicamente, en Petare el problema no es la escasez, sino que en muchos casos los productos se venden a precios extremadamente elevados para el bolsillo de los venezolanos.
Es que -al igual que en el resto del país- los problemas de desabastecimiento y el férreo control de precios del Gobierno han alentado el acaparamiento y la reventa.
El régimen de Maduro responsabiliza a empresarios y miembros de la oposición de lo que considera una “guerra económica” que genera escasez e inflación.
Xiomara, de 38 años, cambió la venta callejera de películas por la de huevos, que escasean desde que el Gobierno ordenó recientemente bajar el precio. Pero el efecto que la medida desencadenó fue el contrario.
Hoy, una caja de 30 huevos vale 1.300 bolívares (20 centavos de dólar), frente a 420 que costaría al precio regulado. Vale decir, que el sueldo mínimo es de 9.600 bolívares.
Pero también las ganancias de Xiomara se ven disminuidas porque diariamente tiene que pagarle a la policía para que no le decomise los huevos, muy requeridos en esta época para la ensalada de gallina, una típica comida navideña.
En un quiosco de periódicos, con una vitrina a medio llenar y una heladera vacía, Ana Pinto, de 64 años, cuenta que su plato llevará más vegetales que carne, y se consuela con que “es bueno para bajar el colesterol”.
A inicios de noviembre, el Gobierno importó 50 millones de dólares solo en juguetes, así como alimentos y adornos. Pero en Petare, un muñeco de plástico cuesta casi tres sueldos básicos.
Los altos precios le impedirán a Elise preparar hayacas, un bollo de harina de maíz envuelto en hojas de plátano y receta navideña venezolana por excelencia.
“No se puede hacer”, afirma. Es que un bulto de 20 kilos se vende en 5.500 bolívares (el precio oficial es 1.600). Eso sin contar que el plato lleva además carne, aceitunas, pasas y alcaparras.

¡El fuego no pudo con su voluntad!

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Caminaba lentamente, tratando de que su uniforme de gala no roce su piel. Parecía que aún sentía profundamente aquellas quemaduras que cubrieron el 65 % de su cuerpo cuando intentaba sofocar un incendio en Puembo, en septiembre pasado, en el cual murieron sus compañeros Jonathan Nasimba, Jonathan Dionicio y Marco Bastidas. A pesar de ello, aceptaba los abrazos de la gente.
En las manos y en el rostro llevaba las secuelas del fuego, pero esas huellas desaparecían al lado de su sonrisa, que demostró -una vez más- su valor, esa actitud heroica por la que, la madrugada de ayer, todos lo aclamaban en el aeropuerto Mariscal Sucre de la capital.
A las 00:15, por la puerta de arribo internacional, salieron Josué Aizaga, cadete del Cuerpo de Bomberos de Quito, y su madre Cecilia Carrillo. El vuelo desde Houston-Texas fue exitoso, así como el tratamiento al cual se sometió en el hospital del Galveston, desde hace cuatro meses aproximadamente.
En el lugar estaba Elena Soria, tía del joven, quien lo esperaba con ansias. Contó que tuvo la oportunidad de viajar a Estados Unidos para visitar a su sobrino. Para ella, que el joven regrese “es un milagro, creo que Dios tiene algo preparado para él”.
El cadete llegó justo para pasar con su familia Nochebuena y Navidad. Elena considera que ese es el “mejor regalo” que pueden recibir los allegados en esta época. Pero indicó que Josué deberá regresar en marzo a Houston, donde tendrá que someterse a una octava cirugía.
Los saludos no cesaban. El tambor de Darío Conde hizo que ese sentimiento de incertidumbre por el estado de salud de Josué se desvanezca. Entonaba una canción para su amigo en la terminal aérea; lo hacía con el ánimo de exaltar la amistad que los unió desde hace nueve años.
Mientras Josué continuaba marcando su paso, una corte de alrededor de 40 bomberos se formó en la sala de espera del aeropuerto. El objetivo fue darle la bienvenida, nuevamente, a la tierra que lo vio nacer hace un poco más de dos décadas.

¡Anghela, una ‘mamacita’ navideña!

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Una sonrisa pícara se dibuja en su rostro. Una tanga de hombre viene a la mente de Anghela Roncancio cuando recuerda el regalo más atrevido que ha entregado en Navidad.
La cantante se reconoce como una muestra de sensualidad y elegancia, características propias de quien lleva en su sangre una combinación costeña y colombiana.
Explica que aún no lo ha hecho, pero le gustaría regalar a su pareja una caja enorme, en la que ella apareciera dentro como ‘Dios la trajo al mundo’.
De la misma manera, revela que no estaría mal recibir un regalo provocador. “Me gustaría que mi pareja se vistiese de Papá Noel sexy y llegara en la noche con mi regalito”, manifestó entre risas.

Decisiones difíciles en Navidad
Para la cantante, esta época es una oportunidad para llenar de sorpresas a sus seres queridos y compartir con la gente lo “poco o mucho que uno tenga”.
Recuerda las celebraciones pasadas con cariño, aunque muchas veces ha tenido que tomar decisiones difíciles como aceptar contratos y pasar la Nochebuena lejos de sus hijos. Otras veces los ha llevado con ella y han celebrado las fiestas al día siguiente.
Este año, Anghela busca un lugar diferente para pasar la Navidad en compañía de la familia.  Señala que, aunque no es amante de la cocina, tiene una buena sazón, especialmente para preparar comida ‘paisa’ y ecuatoriana.

Santa Claus es azul

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Es el tercer año que el Viejito Pascuero aparece sin su tradicional vestimenta roja, sino de color azul.
Y lo mejor de todo es que este Papá Noel sí es de carne y hueso. Se trata de Antonino Solano Robles, hincha del Emelec y principal de la barra Colcha Azul, que se disfrazó por tercer año consecutivo como el Santa Claus del ‘Bombillo’.
Esta vez, el aficionado llegó hasta el recinto Las Mercedes, ubicado en la vía Naranjal-Machala.
Llegó sin decir nada y fue una gran sorpresa para los pequeños que nunca habían visto a un Papá Noel con los colores del equipo ‘eléctrico’.
Claro que este no tenía barba, la había perdido igual que el jugador Gabriel Achilier; pero qué importaba si llegaba lleno de regalos.
El emelecista regalón del tricampeonato tenía fundas llenas de caramelos, juguetes y sorpresas; y llevó un arroz con pollo tan rico que muchos querían repetir el plato. También obsequió 60 pares de zapatos deportivos.

‘Chuchaqui’ navideño en el estadio

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Mientras el fútbol del resto de Europa entra en hibernación en Navidad, los equipos ingleses aceleran el paso con hasta seis partidos en veinte días: es la tradición secular del ‘Boxing Day’, a veces denostada, pero única.
No hay tiempo para digerir el festín navideño: al día siguiente, este sábado, como todos los días después de la Navidad, habrá fútbol en Inglaterra.
En los 20 días siguientes hay mucho en juego: cuatro jornadas de liga, las semifinales de la Copa de la Liga y la tercera ronda de la Copa. Algunos equipos, como el Liverpool y el Manchester City, jugarán seis veces en tres semanas.
Los entrenadores se quejan de esta indigestión de fútbol, los jugadores se lamentan de estar lejos de sus familias, pero los hinchas adoran la maratón de fútbol y son los fieles custodios de esta tradición.
El ‘Boxing Day, ‘Día de las Cajas’ o de San Esteban en otros sitios, es feriado desde 1871 en Inglaterra. Antiguamente era el día en que el servicio doméstico viajaba a ver a su familia con cajas, en las que llevaban regalos e incluso sobras del banquete navideño de sus amos.
Desde entonces, la jornada se dedica a los deportes: críquet, carreras de caballos, rugby y por supuesto fútbol.
El ‘Boxing Day’ es un día para tomar el aire después de haber bebido y comido. Uno cura la resaca cantando en el estadio, entre el olor a cebolla frita de las hamburguesas.
Para algunos es el único partido del año, el equivalente futbolístico de la misa navideña de medianoche. Se va religiosamente en familia. O, al contrario, huyendo de ella: “La Navidad puede ser difícil para algunos hombres que no están acostumbrados a pasar todo el tiempo con la familia”, explicó Martin Johnes, historiador de fútbol de la Universidad de Swansea.

Juguetes que nunca llegaron

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Hubo varios pedidos que el hombre barbón y regordete del traje rojo no pudo hacer realidad. José Cevallos, de Barcelona; hinchas de Emelec, Cristiano Ronaldo, Joseph Blatter y Michel Platini no lograron tener el regalo ideal.Una fantástica máquina de dinero
El niño que lleva dentro José Francisco Cevallos, presidente del Barcelona, quería que anoche Papá Noel le trajera la maquina de hacer dinero que tanto le está haciendo falta a su equipo.Vitrinas para el ‘tri’ de Emelec
Los hinchas de Emelec le pidieron a Papá Noel que les trajera vitrinas eléctricas para guardar los tres trofeos que han ganado en estos años.Peinilla con fijador para Cristiano Ronaldo
Uno de los hijos mimados de Papá Noel es el jugador Cristiano Ronaldo, del Real Madrid. Este año, ‘CR7’ pidió por Navidad que le fabricaran una peinilla que tenga gel incluido, para que al peinarse nunca más se le mueva el pelo durante todo el día.Máquina del tiempo para acelerar la sentencia
Dos personajes del fútbol mundial, los ‘niños’ Joseph Blatter y Michel Platini, le escribieron a Santa Claus sin que el FBI se diera cuenta.

‘Pavo Noel’ arribó a Daule

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La Navidad llegó a Daule con ‘Pavo’ incluido. Más de mil niños de escasos recursos la pasaron ‘chévere’ con los juguetes donados por Raúl Noriega y su esposa Zayda Molina.
Pequeños de la cabecera cantonal y varios recintos acudieron al agasajo que cada año realiza esta pareja en diversos sitios del país.
Esta vez le tocó a Daule, la tierra de la esposa del exfutbolista de Barcelona, quien además participó en la teletón de este cantón ayudando a dibujar sonrisas.

Corre para darle Pascuas a los demás

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No tener una Navidad digna cuando era niño y la muerte de su hermano fruto de un cáncer motivaron a Hermel Gallardo a convertirse en un Papá Noel extranjero.
Lleva 24 años radicado en Londres, donde además de manejar los tradicionales buses de dos pisos, compite en carreras atléticas con un solo fin: recolectar dinero para enviar al país y dar una alegría a niños de distintas comunidades rurales diseminadas por el territorio nacional en esta época navideña.

TERCER AÑO
Este antiguo morador del barrio San Roque, centro de la capital ecuatoriana, comenzó a recabar ayudas para los más desfavorecidos hace tres años, luego de competir en la maratón de Londres.
“Lo hice para una fundación de lucha contra el cáncer.Entonces nació la idea de recolectar regalos y dinero para ayudar a niños en Navidad. A todos les gustó la idea y colaboraron  gustosos, ya que en Londres la gente apoya a este tipo de causas sociales”, expresa.
El primer año, consiguieron 750 dólares; en el 2014, 1.300; y este año, 4.000 dólares en total. El apoyo a la iniciativa va en aumento.

Se les cogía los balones a sus tíos

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Nos cansamos de esperar a Papá Noel y para este 2015 tenemos una gran sorpresa: Mamá Noel es una espectacular y bella mujer. Lleva poco tiempo en Ecuador y trae regalos para todos.
Se trata de Laurita Serrano, periodista deportiva a quien el color rojo le queda divino.
Laura llega cargada de obsequios y nadie se quedará sin su presente.En corto
Laurita, ¿qué regalo no pudo tener en Navidad?

Me gustaban las Barbies, pero una vez salió una que no me compraron.

¿Qué no te gustaba?
Las muñecas que no fueran Barbies. Solo quería las que me gustaban, nada más. Cosas de pequeña.

¿Y las pelotas?
Nunca me compraron pelotas, pero cuando tenía siete años le cogía los balones a mis tíos.

De grande, ¿te compraste algo que no lograste tener?
Siempre quería las camisetas de la selección, y ahora las compró todas.

¿Qué tal es tu Navidad?
Es linda, pasar con mi familia y ahora con mi gordo (hijo).

¿Le escribías a Papá Noel?
Una vez sí me la creí, vi los juguetes y me dijeron que Papá Noel los había traído.

¿Tú, como Mamá Noel, paras el tráfico?
(Risas)Mejor no, porque es hora de dar los regalos que esta Mamá Noel tiene para todos a los que les gusta el fútbol.

Agentes dejaron el uniforme y alegraron a ‘peladitos’

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Un grupo de policías del Comando de Santa Elena dejó a un lado sus uniformes para vestirse de payasos, mimos y magos. El único objetivo fue alegrar a los pequeños de la comunidad Sube y Baja, quienes disfrutaron durante dos horas del show.  Ellos recibieron confites y juguetes en víspera de la Nochebuena.
“Todos los años llegamos con una sonrisa a los niños más pobres de esta provincia, del área rural se escoge una escuela que se va a beneficiar”, explicó uno de los uniformados coordinadores del programa.
Además, se les explica a los niños que el policía es su amigo y siempre está para servir a la comunidad, puntualizó el agente.

Hicieron ‘vaca’ para festejar a 500 ‘peques’ pobres de Ambato

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Sus trajes diminutos y los tacos altos fueron remplazados. El maquillaje fue artístico, más no para atraer a los clientes sino para agradar a un público que las aplaudió y aceptó sin  tabúes. Por cuatro horas dejaron la actividad de trabajadoras sexuales para llevar alegría a los niños más pobres.
La celebración la hicieron en la misma calle donde por más de seis años han laborado, detrás del Mercado Central, calle Marieta de Veintimilla, en la zona céntrica de Ambato.
Ellas hicieron una ‘vaca’ durante todo el año para agasajar a más de 500 niños, hijos de quienes trabajan en los mercados o laboran en las calles.

‘Cayó’ sospechoso de la muerte de un ‘profe’

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Circulaba tranquilamente en su motocicleta cuando lo obligaron a detenerse en un operativo de rutina que ejecutaban los comandos del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), en Bastión Popular, en el norte de Guayaquil.
Los uniformados verificaron sus datos y descubrieron que se trataba de José Mauricio Zambrano Mora, quien registraba una boleta de captura por el asesinato de Wiler Fernando Noboa Chávez, de 41 años, ocurrido el pasado 17 de octubre, en el noroeste porteño.
El sospechoso fue trasladado a la Unidad Integrada de Justicia, donde luego fue llevado a una audiencia de formulación de cargos en la que las autoridades le ordenaron prisión preventiva por los 90 días que durará la etapa de instrucción.

Donó su cabellera para arrancar una sonrisa

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De la mano de su madre, Ángela -de  8 años- llegó hasta el parque El Sueño, en el sector de Ficoa, en Ambato, Tungurahua. Esperó con paciencia en la fila hasta que la estilista cortara su cabellera. Lo había cuidado mucho porque tenía un solo propósito: donar su cabello para los niños con cáncer de Ambato y sacarles una sonrisa en estas fiestas.
“Lo único que podía regalarles era mi pelo y por eso lo cuidé hasta ahora”, mencionó la pequeña. Ella se enteró que podría hacer feliz a los pequeños que padecen de esta mortal enfermedad.
Ángela acudió al parque la tarde del domingo con su mamá, Vilma Redrobán, y logró lo que tanto anhelaba: hacer su donación.
“No estoy triste, sino feliz porque este es mi mejor regalo para ellos. Le pido al Niño Jesús que los cuide”, dijo la pequeña, quien abrazó a su mami y lloró.

¡Hirieron a su ‘Macho’ mientras la esperaba!

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Asomado en la ventana junto a su padre, Nahim esperaba a su mamá como cada noche. Ella está culminando sus estudios secundarios y su ‘Macho’ -como lo llama- se desespera cuando se acerca la hora de su llegada.
Eran las 23:00 del pasado miércoles y el niño, de un año y ocho meses, estaba atento cerca del portal. De repente, un grupo de pandilleros pasó corriendo frente a su vivienda y lo que su papá pensaba que eran camaretas resultaron ser disparos.
El progenitor agarró y haló hacia atrás a su pequeño. En ese instante, sintió que perdía sangre. La víctima habita en una de las etapas de la ciudadela El Recreo, en el cantón Durán, y el centro de salud más cercano es la maternidad Oramas González.
A ese lugar el menor de edad fue llevado inicialmente, pero los médicos ordenaron que fuera traslado urgentemente al Hospital del Niño Francisco de Ycaza Bustamante, de Guayaquil.

‘Zapateó’ con 13 mil voltios

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Tendido en la calzada, con quemaduras en sus brazos y rostro quedó Miguel Bailón, luego de tocar accidentalmente un cable de alta tensión que descargó 13.800 voltios en su cuerpo.
E?l incidente se registró a las 16:20 del pasado miércoles, en la avenida Quito y calle Río Mulaute, de Santo Domingo.
Amigos de la víctima afirmaron que él se encontraba pintando el segundo piso de una vivienda, cuando topó una línea de transmisión trifásica, lo cual provocó una explosión que dejó momentáneamente sin servicio eléctrico el sector.

¡Su primera Navidad!

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La pequeña Luisa, de ocho años, parece nerviosa. “Mamá, ¿qué trajeron en la funda blanca?”, pregunta una y otra vez a Geoconda, que le responde con una sonrisa silenciosa. La mujer, que ahora cuida a 17 niños en su humilde vivienda de caña, prefiere mantener la sorpresa en secreto unos minutos más.  
El resto de los críos enseguida le hacen partícipe de su inquietud. Posiblemente porque en su hogar, situado en la parroquia Pascuales, en plena vía a Daule de Guayaquil, nunca hubo espacio para la Navidad.
Geoconda no puede permitirse el lujo de pensar a medio o largo plazo. Bastante tiene con alimentar a las criaturas y buscar un hueco donde acomodarlas para que descansen cuando cae el sol, sobre todo después de que su marido, vendedor ambulante de profesión, se ahorcara el pasado 6 de septiembre para que alguna institución pública o privada ayudara a cinco de sus hijos, adictos a la ‘H’. Ahora, ella es la cabeza de familia.
“En estas fechas, mis hijos nunca celebraron una cena especial y menos aún tuvieron un regalo. No contamos con los recursos necesarios. Los escasos juguetes que recibían eran usados y donados por personas que se conmovían al conocer nuestra situación”, explica Geoconda, cuya mirada al fin irradia un halo de esperanza.
Hoy, EXTRA quiere que su hogar, aunque solo sea por unas horas, se llene de felicidad. Por eso ha llevado comida y regalos a esta guayaquileña, que además de sus hijos se ha hecho cargo de tres nietas, con edades comprendidas entre los tres y cinco años, a raíz de que su madre “las abandonara”. Les ha llevado un pollo asado, arroz, patacones, colas, chocolate, unos carros, muñecas, carteras, volquetas…
Pero primero toca dar cuenta del menú. Debido a la falta de mesas y sillas, los niños apilan los tres colchones sobre los que duermen y se sientan en el suelo. Devoran el pollo, pero no quitan la vista a las fundas donde se ocultan los juguetes.
“Mami, ¿Papá Noel nos mandó los regalos?”, cuestiona el pequeño José. “No, mijo. Dios y su papá nos enviaron a unos ángeles que se acordaron de nosotros en esta Navidad”, le aclara Geoconda emocionada.
Los pequeños se muestran ansiosos por apurar sus platos. No pueden esperar más. Quieren abrir los paquetes.
“Mi casa siempre está llena de niños. Tres de mis hijas, luego de la muerte de su padre, vinieron a vivir conmigo y, con ellas, sus hijos”, agrega la viuda mientras recoge los platos.
Isaac, de cinco años y nieto de la mujer, se acerca a la reportera de este diario. Él es muy consciente de las carencias que padece su familia. Y a pesar de su edad, parece aceptarlas. “Yo quiero un carro, pero mi mami no puede comprármelo”, admite.
Un par de minutos después, tras romper el papel de regalo, su deseo se hace realidad. En sus manos tiene un coche de policía, con el que comienza a jugar frenético, como si deseara recuperar todos esos años en que las piedras eran barquitos y los charcos, el mar donde navegaban sus primeros sueños.

ILUMINADOS
Le siguen María, Fernanda y Azucena. Cada una de ellas recibe una muñeca. Rápidamente, bautizan a las tres con los nombres de María, Mechita y Analía.
Y entonces, cuando todos ya disfrutan excitados de sus regalos, las hijas mayores de Geoconda recogen uno a uno los trozos de papel que han pintado de colores la mortecina madera del piso.
La velada llega a su fin. Las mayores dan las gracias a EXTRA por acordarse de sus hijos. Y los pequeños, que han encontrado a su Papá Noel particular, las secundan, no sin antes pedir a la reportera que regrese a visitarles el próximo año.

Carencias evidentes
La pobreza de Geoconda es palpable, más aún desde que falleció su marido. Y eso que tras la muerte de este, al menos recibió una casa de caña gracias al Municipio de Guayaquil. Pero la mujer ni siquiera ha podido comprar una refrigeradora, mesas, sillas o muebles. En el interior de la vivienda apenas hay un par de camas y tres colchones.
Estos días, tampoco posee la plata suficiente para decorar su casa con pesebres o pinos iluminados. A modo de adorno, se contenta con colgar un arbolito de papel en la puerta.

Cuatro hijos están internados
Tras la muerte de su esposo, cinco hijos de Geoconda fueron internados en distintas clínicas de rehabilitación para tratar su adicción a la ‘H’.
El pasado 18 de noviembre, uno de ellos, de 15 años, retornó a casa, pero poco después sufrió un accidente mientras jugaba a la pelota y se fracturó una pierna. Aunque el chico necesita ayuda para caminar, “ya está en el hogar, está rehabilitado y disfruta del amor de la familia”, subraya Geoconda.
Otros cuatro muchachos continúan en sus respectivos centros, pero ella no pierde la esperanza de que salgan pronto y puedan ayudarla en el pequeño negocio de comida que sueña con crear en el exterior de su casa. Así podría estar pendiente de sus allegados y, al mismo tiempo, aumentar los ingresos de la familia.
Sus hijas, que también son madres, sufren las mismas necesidades que ella. Trabajan junto a sus esposos vendiendo caramelos en los autobuses y, con los escasos ocho dólares que ganan cada día, intentar alimentar a sus niños.

Por una miradita de ternura

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Todavía recuerdan aquellas cenas navideñas en el hostal Azteca, donde hace más de ocho años se reunían para arroparse unas a otras y recibir el cariño que la calle a menudo les niega. Hay quienes aseguran que uno no debe mirar atrás ni para tomar impulso; que el pasado es pura fantasía, que tendemos a idealizarlo y a aferrarnos a él cuando el presente se muestra hostil. Pero ellas parecen felices al echar la vista atrás. Porque hoy son pocos los que les regalan una “miradita de ternura” que endulce sus fiestas.
Doce sexoservidoras quiteñas de La Marín, en el centro de la capital, acuden a la cita, que tiene lugar en el restaurante Familia del Mar, muy cerca del centro comercial Montúfar.
EXTRA les ha invitado a disfrutar de un sabroso pollo asado, acompañado de papas, ensalada y cola. Las mujeres han aparcado su actividad durante un rato para compartir experiencias en familia.
Inicialmente se muestran algo cohibidas. En los últimos meses han sufrido demasiados varapalos. Toman asiento en torno a una mesa ovalada. Y posan su endurecida mirada en la comida. Una de ellas cuenta que la dueña del Azteca era “una señora bien buena”.
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