
Lo recuerda como si fuera ayer y vuelve a sentir tristeza. Hace siete años, ‘Ximena’ se embarcó en una moto con dos desconocidos para ofrecerles sus servicios como trabajadora sexual, pero dos días después fue hallada muerta en la cooperativa Ucom, de Santo Domingo, cuenta la ‘Gata’, de 58 años y la más antigua en esta labor.
Ella es una de las aproximadamente 150 trabajadoras sexuales que diariamente se mezclan entre vendedores de comidas, betuneros y otros comerciantes informales en los bajos del Municipio de la capital de la provincia tsáchila y en el parque Central.
La ‘Gata’ comparte el miedo que sienten las ‘barbies’ por el posible cierre de los prostíbulos que no obtengan, hasta septiembre, sus permisos de funcionamiento.
Cree que bien o mal, en los bajos del Cabildo logran sacar dinero para sobrevivir o mantener a sus hijos. Pero si los chongos cierran, las chicas que trabajan en ellos tendrán que irse a las calles y las dejarían sin clientes pues son más jóvenes.
La situación se vuelve más complicada para ella ya que, con 25 años en esta profesión, sus ingresos han disminuido en los últimos meses. La posible presencia de otras mujeres la dejaría sin usuarios, pese a que asegura tener “clientes fijos” en ese sector.