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Le declaró su amor, pero él amaba a otra

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La historia de la otavaleña María Nancy de la Torre Ramos empezó a escribirse hace siete años, cuando llegó a Guayaquil desde la comunidad de Ilumán (Imbabura) para trabajar en un local de venta de ropa y tejidos de propiedad de Armando Cáceres, cuñado de su hermana Marisol de la Torre.
El empleo lo consiguió a través de Luis Cáceres, esposo de Marisol. Por aquella época también llegó su paisana Olga Lema Cajas con el mismo objetivo de trabajar en la venta de ropa con Luis.
Durante su estadía en la urbe porteña, Olga conoció a Armando, con quien mantuvo una relación amorosa que se selló con el matrimonio hace cinco años aproximadamente.
Y mientras esta pareja disfrutaba de su intenso amor, María Nancy, de 22 años, sufría en silencio, pues al parecer se había enamorado de ese amor prohibido que no era correspondido.
Hoy han pasado varios años de aquello y María Nancy se encuentra detenida junto con dos individuos más. Según las investigaciones plasmadas en un proceso judicial, los tres se habrían comunicado telefónicamente para supuestamente perpetrar un crimen. Uno de los aprehendidos aseguró que ella lo contrató para acabar con la vida de Olga.
El otro dijo que él solo fue contratado para realizar una carrera de Quito a Guayaquil; y ella, a través de su defensor, se mantiene en su palabra: que si alguna vez mantuvo contacto con ambos fue porque le estaban pidiendo dinero para no matarla. En una versión que dio Armando y que consta dentro del expediente, contó que cuando ella vino a esta ciudad, en una ocasión le hizo saber que le gustaba, pero él jamás la tomó en cuenta porque estaba enamorado de Olga.
Un año y medio más tarde, la otavaleña dejó su trabajo y se marchó a su tierra natal, lugar al que Armando viajaba cada carnaval para visitar a sus familiares y amigos, pues él y su hermano Luis también son nativos de ese cantón.
Él no supo el motivo por el cual María Nancy se marchó y tampoco se interesó por saberlo. Desde entonces nunca más tuvo contacto con ella, según dijo en su versión.

Volvió a Guayaquil
Olga Lema no recuerda haberla visto desde aquella época de trabajo en Guayaquil, hasta más o menos el mes de abril de este año, cuando la vio pasar frente al negocio.
En aquel entonces pensó que estaba visitando a su hermana  Marisol, que reside con Luis.
Mientras pasaban los días, los agentes de la Unidad de Delitos contra la Vida y Muertes Violentas de la Zona 8 trabajaban en el  análisis de una página web en la que un sujeto que se hacía llamar ‘Faisan’ (sic) ofertaba trabajos de sicariato.
Durante las investigaciones, los agentes conocieron que este tipo supuestamente estaba a punto de ejecutar un crimen en el Puerto Principal. Con el objetivo de impedir que se cometa el asesinato, coordinaron sus labores investigativas hasta que lo encontraron.
Una vez cercado el perímetro de su localización, los policías lograron ubicar a dos individuos cerca de las 14:00 del miércoles 27 de mayo, en las calles Colón y Malecón, por la Galería D, cerca de los locales comerciales.
Tras ser detenidos, uno se identificó como José Adrián González Martínez, de nacionalidad colombiana; y el otro como Luis Humberto Ramón Sánchez, ecuatoriano.
Al ser interrogado, González manifestó que a través de sus anuncios en internet lo había contratado, desde la ciudad de Otavalo, María Nancy de la Torre Ramos  para que terminara con la vida de una persona en Guayaquil.
Dijo, también, que para realizar el trabajo había recibido un depósito bancario y ese era el motivo de su presencia en la Perla del Pacífico.
Al revelar que quien lo contrató se encontraba en Otavalo, los agentes, en coordinación con la Unidad Nacional de la Dinased y el ECU-911, ubicaron ese mismo día a María Nancy de la Torre cuando caminaba por una  carretera de segundo orden de la comunidad de Iluman.
Mientras se efectuaba la operación de captura de la mujer, Olga Lema conoció que supuestamente iba a ser víctima de un atentado contra su vida, que fue frustrado por la intervención de los agentes de la Dinased que habían atrapado a dos sospechosos cerca de su local. Con todos los antecedentes que los uniformados le explicaron, la comerciante entendió que la presencia de María Nancy por su local, un mes atrás, era para sacar información, fotos suyas  o de su familia. Así consta en una versión suya incluida en el proceso.
Cuando los policías se entrevistaron con Olga, les contó que “de lo que yo conozco, esta persona jamás tuvo una relación afectiva con mi esposo Luis Armando Cáceres, por lo que desconozco cuál sea el motivo para que esta mujer, María Nancy de la Torres Ramos, haya pagado a los hoy detenidos, José Adrián González Martínez y Luis Humberto Ramón Sánchez para que terminen con mi vida”. Por una señal divina, la mujer se salvó de la muerte
Aquel 27 de mayo, fecha en que supuestamente se iba a ejecutar la muerte de Olga Lema, al parecer obró la mano del Señor. Según las investigaciones, ese día casualmente los esposos decidieron no abrir el local sino quedarse en otro que tienen en el sur de la ciudad.
El negocio, ubicado en el malecón, lo abrieron cerca de las 16:00. Los sospechosos supuestamente la buscaban cerca del mediodía y fueron detenidos a las 14:00.
Ese mismo día, Marisol de la Torre también se enteró de lo acontecido y llamó a su hermana para preguntarle en qué problema se había metido.
Una fuente policial contó que la otavaleña, al conocer esto, formateó su celular para que el equipo regresara a las configuraciones de fábrica, y con este sistema logró eliminar la información que contenía. Pero lo único que no se borró fue la imagen de un recibo de depósito de dinero que envió vía WhatsApp a los detenidos, para informarles que hizo el pago de 350 dólares.
Con este indicio, más las constantes llamadas realizadas a los dos aprehendidos, la mujer fue traída a Guayaquil para investigaciones.
No iba a darse casamiento
Por esos días de las capturas, en una entrevista con los medios de comunicación, Cristian Peralta, el supuesto novio de  María Nancy, aseguró que se iban a casar la semana siguiente.
Además, dijo que ninguno de los dos había estado antes en la urbe porteña, que nunca salieron de Otavalo y que no conocían a nadie aquí. Por último, negó algún tipo de infidelidad de su parte.
Sin embargo, según un agente que participó en las pesquisas, supuestamente era falso que se iba a casar porque ella, al parecer, seguía enamorada de Armando Cáceres.
Protegida
Olga Lema Cajas, de 27 años, a más de la denuncia que presentó en la Fiscalía, también pidió que se la incluya en el Sistema de Protección a Víctimas y Testigos porque se habría enterado que pretenden llevarla a su comunidad para someterla al castigo indígena por supuestamente haber manchado la honra de una joven de su misma comunidad. Su pedido fue acogido y actualmente es protegida por la justicia.

Sentenciada a 15 meses
Mientras las investigaciones policiales se encaminaban por un trabajo tipo sicariato, Héctor Vanegas, abogado de la otavaleña, aseguró que su cliente hizo el depósito porque la estaban extorsionando para no matarla.
Dentro del proceso que dirigió el fiscal Geovanny Zambrano no consta una versión de la detenida, porque la defensa consideró que no era necesario hacerlo y “porque es un derecho constitucional acogerse al derecho del silencio”.
Vanegas también consideró que lo más pertinente era adoptar un procedimiento abreviado, en el que su cliente al final aceptó haber llamado por teléfono y depositado el dinero, pero no para matar a nadie sino únicamente para tomar una foto.
María Nancy de la Torre fue sentenciada a 15 meses de prisión correccional. Sin embargo, Vanegas consideró que es una pena excesiva y pidió una apelación.
Agregó que se aceptó parcialmente la sentencia y por se la apeló considerando el estado de rusticidad y la conmoción que ella siente.
A Luis Ramón se le impuso la misma pena, en tanto que a José González le impusieron 20 meses de prisión.
Además, para los tres detenidos aplica una multa de tres salarios básicos unificados por el delito cometido, en este caso el señalado en el artículo 143, inciso 4 del Código Orgánico Integral Penal, referente a la oferta del sicariato.‘Aquí no hubo un hecho consumado, es un delito frustrado porque ni siquiera fue una tentativa; es decir, nunca llegó a concretarse.’
Héctor Vanegas

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