
Redacción Guayaquil
En el pequeño cuarto de una vivienda, localizada en la cooperativa Nueve de Octubre, en el Guasmo sur de Guayaquil, Aída Rebeca Andrade Narváez, de 66 años, pasa sus días sentada en un mueble. Ella no puede caminar debido a que hace una década sufrió una caída en su casa y se fracturó varios huesos de la cadera.
Por eso fue sometida a una operación, pero su situación empeoró por una supuesta negligencia médica. Su mayor anhelo es ingresar otra vez al quirófano para recuperarse, pero, según ella, los médicos no la quieren intervenir porque puede morir a causa de la hipertensión.
Desde hace quince años, Aíida vive en un cuarto prestado. Ella, su esposo Fernando Fernández y su hija con capacidades especiales duermen en el piso.
“Ella (su hija mayor de edad) es como una niña a la que hay que cuidar, no puedo hacerlo, pero mi esposo se encarga”, dijo.