Los siete integrantes de la familia Toapanta-Achachi aparecieron muertos en una quebrada del cantón Chunchi, provincia de Chimborazo.
El mayor Ricardo González, jefe de Aeropolicial de la zona centro, confirmó que a las 15:30 los agentes localizaron a las víctimas y a la camioneta en la que viajaban a Loja.
La mañana de ayer, Rosa Elvira Achachi confiaba en que la gente le ayudaría a buscar a sus seres queridos. Pegó hojas volantes y junto a más de 50 personas, entre familiares y amigos, no cesaba la búsqueda.
Desde el miércoles 18, cuando su familia desapareció, empezaron a movilizarse. El jueves 26 ya tuvieron el apoyo de los helicópteros de la Policía y de la Fuerza Aérea.
Por pedido del defensor del Pueblo, Manuel Palate, la fiscal Rocío Zambrano solicitó a la empresa encargada del rastreo del vehículo la hoja de ruta y a Panavial que permita observar los vídeos para ver si pasó el carro por esa ruta.
Hernán Toapanta, de 35 años; Angélica Achachi, de 43; Gisela Toapanta, de 15; Cristina Toapanta, de 17; Leonidas Achachi, de 75; Angélica Chango, de 70; y Rosario Achachi, de 42, iban a Loja para bendecir la camioneta Toyota que tenía un mes de comprada, pero nunca llegaron.
Hernán pensaba retornar hoy a Milano (Italia), donde trabajó durante 13 años, primero lo hizo con su esposa, Angélica, pero hace dos años retornó a cuidar de sus hijas. Fernando Toapanta era el encargado de coordinar la despedida. Pensaban hacer una parrillada en su casa, pero el cruel destino lo impidió.
Ahora la casa grande, de dos pisos de los Toapanta Achachi, en el barrio San Vicente, está desolada.
NUEVES DÍAS
Los familiares y amigos se dividieron en grupo y con colaboración voluntaria fletaron dos buses y fueron a buscarlos por Riobamba.
El mayor González dijo que usaron tres helicópteros, uno por la zona centro, otro en Azuay y el tercero por la zona de Los Ríos para localizarlos.
Cinco militares del Centro de Investigación y Desarrollo Aeroespacial de la FAE, ubicado en el aeropuerto de Chachoán, en Izamba, también rastrearon las quebradas de Culapachán, en la vía a Píllaro.
El coronel Gustavo Terán, jefe de la subzona de Tungurahua, pidió a la familia que ya no se arriesgue y que dejaran el trabajo en manos de los policías y militares. La noticia conmocionó a los allegados.