Doña Lupe Tuza mantenía la esperanza de que su hijo retornara a casa sano y salvo. Ella estaba afligida porque su muchacho, Ramiro Bautista, de 18 años, desde el domingo no había llegado a dormir.
Pensó que se había quedado tomando o que estaba donde algún conocido, pero por su mente jamás pasó la idea de encontrarlo en la fría morgue del hospital Docente de Ambato.
Con angustia realizaba las labores en su hogar, ubicado en la ciudadela Cumandá. El lunes averiguó por él y nada. El martes su incertidumbre aumentó.
En la tarde su hijo mayor la llamó y le dio la fatal noticia. Él había observado en los periódicos la foto de su hermano. Estaba en la morgue sin identificar.
La señora Lupe pensó que era una mala broma del destino, pero para salir de dudas de inmediato buscó transporte y acudió al lugar, donde comprobó que quien estaba en la vetusta y fría camilla era el tercero de sus hijos, Ramiro.
Su corazón se estremeció y recordó que a las 12:00 del domingo lo vio por última ocasión. El joven salió con su hermana de 16 años a un ensayo, pues los dos participarían como caballero y dama en una boda que se realizará en septiembre.
En la tarde solo retornó la adolescente, mientras que Ramiro se había quedado conversando con un amigo. Desde ahí no supieron de él.
El lunes pasado al amanecer su cuerpo fue encontrado en una vereda del barrio El Recreo. Según informó personal del SIAT que hizo el levantamiento, el hallazgo fue a las 05:00.
La necropsia determinó que el joven había fallecido a causa de un accidente de tránsito. Después la madre retiró el cuerpo de su hijo.