sentados afuera de lo que hasta el domingo fue su dormitorio, en medio de los escombros, con la mirada entristecida y las manos temblorosas, “Kevin” y “Alejandro” tocaban lo poco que quedaba de la batería que hace poco su padre les regaló para que empezaran a formar su grupo musical.Los jóvenes, de 14 y 13 años, no imaginaron que su casa, ubicada cerca del estadio de Zámbiza, ardería en llamas y que las extensas lenguas de fuego acabarían con lo poco que tenían.“A las 11:00 nos dimos cuenta que el fuego crecía, así que decidimos salir de la casa con baldes de agua para ayudar a los bomberos, pero nada hacía que las llamas se calmen”, dijo “Kevin”.Su hermano en cambio trataba de ingresar a la vivienda para recoger su ropa, su batería, hasta la computadora que tanto esfuerzo le costó a su papá, pero el humo no le permitía ver ni respirar.Los muchachos no asistieron ayer a clases, pues sus uniformes nuevos y su lista de útiles terminaron totalmente calcinados.“Sí quiero ir al colegio, pero no tengo qué ponerme, ni con qué escribir”, dijo “Kevin”, reteniendo las lágrimas para demostrarles a sus progenitores que aún tienen fuerzas.Unos pasos más allá, Alberto Espinoza, padre de los chicos, recogía algunos de los materiales que le quedaron de su carpintería destruida por completo.“El viento fue nuestro peor enemigo, las llamas eran como de 10 metros”, comentaba.Pero la familia Espinoza no fue la única que vivió horas de tormento y desesperación.Por un incómodo e improvisado camino se llega hasta la pequeña y humilde casa de Pedro Menacho.El bosque que rodeaba la morada en donde habitaban cerca de ocho personas se incineró por completo.Para Pedro, todo ocurría tan cerca, pero a la vez tan lejos. A través de una llamada le comunicaron que su hogar estaba en medio del incendio, mientras él trabajaba en Manabí.“No sabía qué hacer, sentía una terrible impotencia, quería regresarme enseguida, pero el domingo no hay muchos carros que viajan a Quito”, afirmó Pedro.Ayer en la mañana llegó a la casa que con tanto esfuerzo ha construido y lo único que pudo decir fue “Gracias Dios, esto es un milagro”.A pesar de que esta propiedad pudo ser la más afectada por la cercanía con el bosque que quedó totalmente “chamuscado”, las pérdidas fueron mínimas.“Lo único que se nos quemó fueron unas cobijas y ropa, unos dos sillones, pero cosas que podremos recuperar”, aseguró Pedro emocionado. Para su esposa María realmente ayer su virgencita de El Quinche les hizo el milagro.“Todos estamos con vida y nuestro hogar sigue en pie”, dijo la mujer con una gran sonrisa.El único que resultó un poco afectado por el fuego fue su yerno, quien por tratar de ayudar a los bomberos sufrió algunas quemaduras en su mano. “Todo valió la pena”, dijo el joven.Hostería destruidaSin embargo, no todos corrieron con la misma suerte de los Menacho.Para Fernando Tufiño, lo sucedido continúa siendo una terrible pesadilla, de la cual quisiera despertar para encontrarse con el proyecto turístico que durante dos años lo llenó de éxitos.El joven, su novia y algunos vecinos recogían ayer lo único que les quedó de su gran sueño llamado Bümba Tokilla.“Las llamas terminaron con el salón de recepciones, la cocina, los baños, mesas, sillas, luces, equipo de música, perdimos casi 100 mil dólares”, aseguró Fernando, cubierto la mitad de su rostro con una mascarilla para evitar afecciones respiratorias.En medio de la limpieza de los escombros, los vecinos, que muy comedidamente lo ayudaban encontraban los restos de algunos animalitos que no pudieron alcanzar a correr de las temibles llamas.Esperan ayudaEn Zámbiza se respira aún ceniza, humo y sobre todo preocupación.“Solo esperamos que alguna autoridad nos ayude”, dijo María Loor, una de las afectadas.A pesar de que la Junta Parroquial les solicitó evacuar, todos prefirieron regresar a sus moradas, para ver lo poco o mucho que el fuego les había arrebatado de las manos en instantes.Funcionarios de la Secretaría de Gestión de Riesgos inspeccionaron el lugar para realizar las correspondientes evaluaciones y prestar en días posteriores la asistencia necesaria.Aunque las llamas terminaron con mucho, la solidaridad continúa viva.Hasta el cierre de esta edición no se realizaba la reunión planificada por la Junta Parroquial para buscar la ayuda correspondiente.Bomberos en alertaCerca de 20 bomberos continúan desplegados por la zona, con el fin de prevenir posibles focos que podrían volverse a encender por las condiciones climáticas que atraviesa la capital.Aproximadamente a las 11:00 el humo se veía de nuevo desde la quebrada de Zámbiza, esta vez correspondía al lado contrario de la parroquia.El subteniente Juan Carlos Guanchala aseguró que los bomberos realizan los esfuerzos necesarios para sofocar los posibles incendios.“Necesitamos que la gente se dé cuenta del daño que causa no solo a la naturaleza, también hay vidas de por medio. Este siniestro no es producto de la naturaleza, alguien lo provocó”, aseguró el bombero.Perfil de un pirómanoSolitarios, con adicciones y “sin sentido” son algunas de las características más relevantes de los pirómanos, según un informe reciente de la Fiscalía del Medio Ambiente.Mario Andrade, psicólogo social, afirma que la enfermedad se da por un desorden obsesivo-compulsivo, el cual motiva a la persona a destruir.“Los pirómanos a través de los incendios tratan de pedir ayuda, llamar la atención de los demás y sentir placer”, agregó el profesional.Según el experto, las causas para que una persona se pueda convertir en pirómano son varias.Los hogares disfuncionales hacen que los niños se formen con un desconocimiento de las limitaciones, es decir, de las reglas que se debe seguir.La baja autoestima provoca un rechazo por la sociedad de manera que el encender fuego alivia la tensión, descarta que el iniciar con la catástrofe sea por venganza.Otra de las causas que señala el psicólogo es que los pirómanos no tienen habilidades para manejarse dentro de un ambiente social, por tanto se ven apartados.Según el capitán César Padilla, jefe del Cuerpo de Bomberos, el 95% de siniestros fueron provocados, es decir, más de 1.500 incendios.“Hasta ahora se ha podido identificar a cinco de los vándalos”, dijo en una rueda de prensa Jorge Albán, alcalde encargado.Gonzalo Vicente Vargas fue detenido 6 días, después de haberlo encontrado junto a una fogata, mientras que Segundo Reimundo Tipantiza Reino sigue aún preso, acusado de delito flagrante por causar un siniestro en la loma de Ilaló, en el sector de Tumbaco.(MBM/ER)18 horas para apagar incendioJaime Marín, Cuenca (Azuay)Dos bomberos resultaron asfixiados mientras intentaban apagar las llamas en el cerro Jalshi, en Nulti, provincia del Azuay.Los socorristas estuvieron en alerta máxima ante doce nuevos incendios forestales en esa provincia y en bosques de Cañar.El fuego comenzó cerca del mediodía y por la fuerza del viento hizo que las llamas se tornen altamente peligrosas y se propaguen.Alcanzaron unos diez metros de altura, llegaron hasta las copas de los árboles y rápidamente arrasaron con la fauna, pajonales, flora y todo cuanto lo rodeaba.En sectores cercanos a Cuenca; Nulti y Challuabamba, el fuego puso en peligro a viviendas y un local de elaboración de juegos artificiales.Las alarmas se prendieron a eso de las 11:00. Además de los bomberos voluntarios solicitaron colaboración de personal militar para ir a los sitios más peligrosos.Otra de las zonas altamente expuestas por la cercanía a zonas pobladas fue Apangora, donde las llamas consumieron seis hectáreas de vegetación.Recibieron llamadas de auxilio desde San José en Cojitambo y Déleg, en la provincia de Cañar.A esos sitios acudieron bomberos de Azogues que tras tres horas pudieron controlar el fuego.A los pocos minutos pidieron auxilio desde San Fernando, sureño cantón azuayo. El fuego que según se pudo establecer se presentó en la mañana, se escapó del control a los nativos y fue urgente la presencia de bomberos de Cuenca, Santa Isabel y Girón.Los socorristas debieron succionar con bombas el agua de la laguna de Buza para aplacar el fuego.Luego de dieciocho horas de duro combate impidieron que las llamas se propaguen por la fuerza y cambios bruscos de la dirección del viento.Los incendios forestales desde inicios de años superan los mil, entre pequeños y grandes, en las dos provincias, Azuay y Cañar.
sentados afuera de lo que hasta el domingo fue su dormitorio, en medio de los escombros, con la mirada entristecida y las manos temblorosas, “Kevin” y “Alejandro” tocaban lo poco que quedaba de la batería que hace poco su padre les regaló para que empezaran a formar su grupo musical.Los jóvenes, de 14 y 13 años, no imaginaron que su casa, ubicada cerca del estadio de Zámbiza, ardería en llamas y que las extensas lenguas de fuego acabarían con lo poco que tenían.“A las 11:00 nos dimos cuenta que el fuego crecía, así que decidimos salir de la casa con baldes de agua para ayudar a los bomberos, pero nada hacía que las llamas se calmen”, dijo “Kevin”.Su hermano en cambio trataba de ingresar a la vivienda para recoger su ropa, su batería, hasta la computadora que tanto esfuerzo le costó a su papá, pero el humo no le permitía ver ni respirar.Los muchachos no asistieron ayer a clases, pues sus uniformes nuevos y su lista de útiles terminaron totalmente calcinados.“Sí quiero ir al colegio, pero no tengo qué ponerme, ni con qué escribir”, dijo “Kevin”, reteniendo las lágrimas para demostrarles a sus progenitores que aún tienen fuerzas.Unos pasos más allá, Alberto Espinoza, padre de los chicos, recogía algunos de los materiales que le quedaron de su carpintería destruida por completo.“El viento fue nuestro peor enemigo, las llamas eran como de 10 metros”, comentaba.Pero la familia Espinoza no fue la única que vivió horas de tormento y desesperación.Por un incómodo e improvisado camino se llega hasta la pequeña y humilde casa de Pedro Menacho.El bosque que rodeaba la morada en donde habitaban cerca de ocho personas se incineró por completo.Para Pedro, todo ocurría tan cerca, pero a la vez tan lejos. A través de una llamada le comunicaron que su hogar estaba en medio del incendio, mientras él trabajaba en Manabí.“No sabía qué hacer, sentía una terrible impotencia, quería regresarme enseguida, pero el domingo no hay muchos carros que viajan a Quito”, afirmó Pedro.Ayer en la mañana llegó a la casa que con tanto esfuerzo ha construido y lo único que pudo decir fue “Gracias Dios, esto es un milagro”.A pesar de que esta propiedad pudo ser la más afectada por la cercanía con el bosque que quedó totalmente “chamuscado”, las pérdidas fueron mínimas.“Lo único que se nos quemó fueron unas cobijas y ropa, unos dos sillones, pero cosas que podremos recuperar”, aseguró Pedro emocionado. Para su esposa María realmente ayer su virgencita de El Quinche les hizo el milagro.“Todos estamos con vida y nuestro hogar sigue en pie”, dijo la mujer con una gran sonrisa.El único que resultó un poco afectado por el fuego fue su yerno, quien por tratar de ayudar a los bomberos sufrió algunas quemaduras en su mano. “Todo valió la pena”, dijo el joven.Hostería destruidaSin embargo, no todos corrieron con la misma suerte de los Menacho.Para Fernando Tufiño, lo sucedido continúa siendo una terrible pesadilla, de la cual quisiera despertar para encontrarse con el proyecto turístico que durante dos años lo llenó de éxitos.El joven, su novia y algunos vecinos recogían ayer lo único que les quedó de su gran sueño llamado Bümba Tokilla.“Las llamas terminaron con el salón de recepciones, la cocina, los baños, mesas, sillas, luces, equipo de música, perdimos casi 100 mil dólares”, aseguró Fernando, cubierto la mitad de su rostro con una mascarilla para evitar afecciones respiratorias.En medio de la limpieza de los escombros, los vecinos, que muy comedidamente lo ayudaban encontraban los restos de algunos animalitos que no pudieron alcanzar a correr de las temibles llamas.Esperan ayudaEn Zámbiza se respira aún ceniza, humo y sobre todo preocupación.“Solo esperamos que alguna autoridad nos ayude”, dijo María Loor, una de las afectadas.A pesar de que la Junta Parroquial les solicitó evacuar, todos prefirieron regresar a sus moradas, para ver lo poco o mucho que el fuego les había arrebatado de las manos en instantes.Funcionarios de la Secretaría de Gestión de Riesgos inspeccionaron el lugar para realizar las correspondientes evaluaciones y prestar en días posteriores la asistencia necesaria.Aunque las llamas terminaron con mucho, la solidaridad continúa viva.Hasta el cierre de esta edición no se realizaba la reunión planificada por la Junta Parroquial para buscar la ayuda correspondiente.Bomberos en alertaCerca de 20 bomberos continúan desplegados por la zona, con el fin de prevenir posibles focos que podrían volverse a encender por las condiciones climáticas que atraviesa la capital.Aproximadamente a las 11:00 el humo se veía de nuevo desde la quebrada de Zámbiza, esta vez correspondía al lado contrario de la parroquia.El subteniente Juan Carlos Guanchala aseguró que los bomberos realizan los esfuerzos necesarios para sofocar los posibles incendios.“Necesitamos que la gente se dé cuenta del daño que causa no solo a la naturaleza, también hay vidas de por medio. Este siniestro no es producto de la naturaleza, alguien lo provocó”, aseguró el bombero.Perfil de un pirómanoSolitarios, con adicciones y “sin sentido” son algunas de las características más relevantes de los pirómanos, según un informe reciente de la Fiscalía del Medio Ambiente.Mario Andrade, psicólogo social, afirma que la enfermedad se da por un desorden obsesivo-compulsivo, el cual motiva a la persona a destruir.“Los pirómanos a través de los incendios tratan de pedir ayuda, llamar la atención de los demás y sentir placer”, agregó el profesional.Según el experto, las causas para que una persona se pueda convertir en pirómano son varias.Los hogares disfuncionales hacen que los niños se formen con un desconocimiento de las limitaciones, es decir, de las reglas que se debe seguir.La baja autoestima provoca un rechazo por la sociedad de manera que el encender fuego alivia la tensión, descarta que el iniciar con la catástrofe sea por venganza.Otra de las causas que señala el psicólogo es que los pirómanos no tienen habilidades para manejarse dentro de un ambiente social, por tanto se ven apartados.Según el capitán César Padilla, jefe del Cuerpo de Bomberos, el 95% de siniestros fueron provocados, es decir, más de 1.500 incendios.“Hasta ahora se ha podido identificar a cinco de los vándalos”, dijo en una rueda de prensa Jorge Albán, alcalde encargado.Gonzalo Vicente Vargas fue detenido 6 días, después de haberlo encontrado junto a una fogata, mientras que Segundo Reimundo Tipantiza Reino sigue aún preso, acusado de delito flagrante por causar un siniestro en la loma de Ilaló, en el sector de Tumbaco.(MBM/ER)18 horas para apagar incendioJaime Marín, Cuenca (Azuay)Dos bomberos resultaron asfixiados mientras intentaban apagar las llamas en el cerro Jalshi, en Nulti, provincia del Azuay.Los socorristas estuvieron en alerta máxima ante doce nuevos incendios forestales en esa provincia y en bosques de Cañar.El fuego comenzó cerca del mediodía y por la fuerza del viento hizo que las llamas se tornen altamente peligrosas y se propaguen.Alcanzaron unos diez metros de altura, llegaron hasta las copas de los árboles y rápidamente arrasaron con la fauna, pajonales, flora y todo cuanto lo rodeaba.En sectores cercanos a Cuenca; Nulti y Challuabamba, el fuego puso en peligro a viviendas y un local de elaboración de juegos artificiales.Las alarmas se prendieron a eso de las 11:00. Además de los bomberos voluntarios solicitaron colaboración de personal militar para ir a los sitios más peligrosos.Otra de las zonas altamente expuestas por la cercanía a zonas pobladas fue Apangora, donde las llamas consumieron seis hectáreas de vegetación.Recibieron llamadas de auxilio desde San José en Cojitambo y Déleg, en la provincia de Cañar.A esos sitios acudieron bomberos de Azogues que tras tres horas pudieron controlar el fuego.A los pocos minutos pidieron auxilio desde San Fernando, sureño cantón azuayo. El fuego que según se pudo establecer se presentó en la mañana, se escapó del control a los nativos y fue urgente la presencia de bomberos de Cuenca, Santa Isabel y Girón.Los socorristas debieron succionar con bombas el agua de la laguna de Buza para aplacar el fuego.Luego de dieciocho horas de duro combate impidieron que las llamas se propaguen por la fuerza y cambios bruscos de la dirección del viento.Los incendios forestales desde inicios de años superan los mil, entre pequeños y grandes, en las dos provincias, Azuay y Cañar.