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¡La capital de las leyendas!

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El Quito moderno vive rodeado de grandes edificios, de gran cantidad de automóviles, de ruidos, de gente que corre por doquier, pero debajo de todo ello las leyendas cobijan aún la memoria de los capitalinos.No era suficiente haberlo vivido, los ancestros tenían que contarlo y esas historias fueron transmitidas de generación en generación, que hoy vuelven a ser recordadas.¿Sabe por qué Atahualpa llevaba una pluma en su corona?Cuenta la leyenda que una vez terminada la guerra entre caranquis e incas, la bella Paccha fue nombrada legítima dueña de la corona del Reino de Quito.Una vez siendo la reina del imperio, tomó por esposo al conquistador Huayna Capac, con quien procreó a quien sería el gran emperador del Tahuantisuyo.Atahualpa, hijo de dos luchadores, llevaba en la sangre el poder y la fortaleza. Un día su padre le regaló un arco y flechas.Feliz con su nuevo juguete, el niño vio a una hermosa guacamaya de colores, apuntó con su arco y con una exactitud extraordinaria la mató.Llegó contento donde su madre para indicarle su gran hazaña, sin embargo Paccha lo retó, diciéndole que a las indefensas avecillas no hay que matarlas.Desde ese día Paccha colocó una pluma de la inocente guacamaya muerta en la corona de Atahualpa, junto a la esmeralda de los shyris.Esa pluma acompañó hasta la tumba al emperador del Tahuantinsuyo.¿Se preguntó por qué se llama Iglesia del Robo?Cierto día, varios ladrones subían caminando por la quebrada de Jerusalén, en medio de la caminata se detuvieron muy angustiados, pues vieron botados, cual si fuera basura, el copón y las hostias.Los sacerdotes no sabían quién pudo cometer tal terrible sacrilegio.Al enterarse de este suceso los quiteños empezaron a realizar procesiones, se azotaban con látigos o se colgaban de cruces para no despertar la furia de Dios.Los fieles aseguraban que si no demostraban a Dios su arrepentimiento por tal barbaridad una fatal peste caería sobre la capital.Un día, una india encontró a los delincuentes, quienes habían pensado que la caja del Santísimo era de plata maciza y en su interior hallarían joyas y dinero, pero cuando se dieron cuenta que solo había el copón y las hostias, decidieron botarlas en la quebrada y luego huyeron a Conocoto.Los ladrones murieron ahorcados, arrastrados y descuartizados, pero para recordar siempre el fatal hurto, en el lugar donde se encontró el copón y las hostias se levantó la Iglesia del Robo.Visita la olla del panecillo... quizá una princesa te recibaHabía una mujer que llevaba su vaquita al Panecillo todos los días porque no tenía un potrero propio para que pudiera pastar.Un buen día, mientras recogía un poco de leña, dejó al animal cerca de la olla que todavía hay en la cima de la colina. A su regreso ya no lo encontró en ese lugar. Llena de susto se puso a buscarlo por los alrededores.Algunas horas pasaron y la vaquita no asomó, bajó hasta el fondo de la enorme olla y se encontró con la entrada de un inmenso palacio encantado, sentada en el trono estaba una bella princesa.Al ver ahí a la humilde señora, la princesa le preguntó sonriendo acerca del motivo de su visita, así que la mujer decidió contarle lo que le había sucedido.También le expresó que, de no hallar a su vaquita lechera, se quedaría en la mayor miseria del mundo.Al ver tan desesperada a la mujer, la princesa le regaló un choclo y un ladrillo de oro. Cuando la mujer intentaba salir de la inmensa olla escuchó el mugido de su vaquita, cogió a su animalito y fue corriendo hasta su casa, donde ya no tendría que sufrir, pues viviría feliz con la mazorca y el ladrillo de oro.



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