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Mendigos y trans se toman portales del centro de Guayaquil

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Residuos de comida, fundas plásticas, papeles, desechos, suciedad en los pisos y paredes y el mal olor que emanan las inmundicias. Así amanecen los portales de la calle Luque, desde García Moreno hasta José Mascote, frente a la piscina olímpica Alberto Vallarino.Son secuelas del desorden que ocasionan todas las noches decenas de recicladores y vagabundos que se refugian al final del día en estos lugares para pernoctar. A ellos se suma un número indeterminado de transexuales que hace unos ocho años se apoderaron de estas calles para ejercer el trabajo sexual.En el día, por Luque, el tráfico es intenso, así como el movimiento de transeúntes y de los locales comerciales y talleres que funcionan hasta las 18:00, de lunes a viernes. En la noche el panorama cambia: el movimiento cesa y pocas personas deambulan por el sector.Pero desde las 20:00 comienza el desfile de jóvenes transexuales con diminutos atuendos y atrevidos escotes que dejan notar sus pronunciadas siluetas. Sus rostros maquillados y labios pintados tratan de dar una apariencia más femenina o de ocultar sus rasgos masculinos.Unos llegan en taxis, otros caminando desde las avenidas Quito (lado este) o 9 de Octubre (lado norte) y comienzan su rutina: recorren los alrededores de la piscina olímpica o se arriman a los pilares de las casas que están frente al complejo deportivo a la espera de algún “cliente” que requiera de sus servicios.También se asoman los recicladores. Unos a pie y otros en sus triciclos, con los que recorren durante el día la ciudad en busca de papeles, vidrios o plásticos.Ellos escogen el portal de un inmueble esquinero, ubicado en Luque y avenida del Ejército. Allí clasifican los materiales que recogieron en el día, sacan luego sus deshilachadas y sucias cobijas y se acuestan sobre el frío y duro piso.A pocos metros aparecen individuos vestidos con gorras, bermudas o pantalones sueltos y camisetas. Se acercan a las transexuales, dialogan, luego se quedan de pie apoyados sobre las columnas de los edificios.Trabajo sexualLos pocos vehículos que circulan por la noche disminuyen la velocidad para observar el escenario callejero. Las trans se contonean para provocar al potencial cliente, y otras más atrevidas hasta descubren parte de su anatomía, sin importares que están en la vía pública.En el portal, algunos recicladores y mendigos ya duermen, pero otros aprovechan la soledad de la noche para “fumar” algo o conversar. Uno de ellos se oculta tras un ancho pilar para hacer sus necesidades: a solo dos metros de sus compañeros.A medida que avanza la noche, aumenta el número de transexuales. Ahora están en las esquinas de Luque y José de Antepara y llegan hasta Hurtado.Eventualmente aparecen jóvenes en pantalonetas o camisetas que detienen sus pasos cuando observan a algún transeúnte por el sector, merodean la zona y se alejan cuando ven a lo lejos algún patrullero que recorre el lugar.También llegan policías en motocicleta, dialogan brevemente con las trabajadoras sexuales y conminan a los sujetos que están parados en las esquinas a que se retiren. A los pocos segundos, los uniformados también se retiran.A las 22:00 llegan otros vagabundos con sacos de yute, uno de ellos sin zapatos acomoda unos plásticos y se echa al lado del grupo.De vez en cuando un carro detiene su marcha. Una de las jóvenes trans, vestida con minifalda plateada y pequeña chaqueta, apostada en el oscuro portal de un vetusto edificio, se acerca, conversan un rato y en seguida se embarca en el auto. El conductor se aleja.El silencio de la noche es interrumpido por unos gritos que provienen una cuadra más al sur (calle Aguirre), al parecer se trata de un acalorada discusión entre dos individuos que no prospera.La escena es cotidiana, algunas transexuales se quedan hasta la madrugada, otras se retiran a la medianoche, pero quienes se quedan en los portales son los recicladores. A ellos nadie los mueve, ni los policías que por momentos recorren el lugar.Suciedad y delincuenciaAl amanecer empiezan las quejas de dueños de negocios y talleres, así como de quienes habitan por el sector: “Los portales están sucios y malolientes”.No les queda más remedio que limpiar la basura que dejan los “huéspedes nocturnos”. Se convierte en una rutina lavar el piso y las paredes manchadas de orina, cuyos olores pestilentes hacen más desagradable el lugar.Otras señales del desorden son las paredes y puertas enrollables de los negocios pintarrajeadas con grotescos grafitos, algunas hasta con formas obscenas.“A las 07:00 queda una porquería una vez que se van los mendigos y recicladores, hacen sus necesidades, ensucian y así no se puede vivir”, comentó Augusto (nombre ficticio, pues no quiso identificarse), quien tiene un negocio cerca del área.El ciudadano expresó que hace ocho años, por lo menos, aparecieron los transexuales a ejercer la prostitución, mientras que los recicladores tienen menos tiempo, pero estos últimos son los desaseados.Una ciudadana (tampoco se identificó) que vive en el lado de la avenida del Ejército y Luque mencionó que el problema con las transexuales es que a veces están acompañadas de individuos que se dedican a robar o consumir drogas. “No son todos, pero con algunos sí hemos visto ese problema”.Aseguró que denunciaron a la Policía, sobre todo cuando se presenta una pelea. “Hay que reconocer que sí vienen los patrulleros a controlar, pero la tranquilidad dura unas horas o unas pocas noches, pero estas personas vuelven nuevamente”, agregó.Ella espera que no hayan estos problemas en este sector del centro de la ciudad, no solo por la seguridad del vecindario, sino también por las personas que pasan y que pueden ser víctimas de la delincuencia.El diálogo con estos ciudadanos ocurre en la mañana cuando todo el mundo ya trabaja, pero en uno de los portales aún duerme una mujer cubierta de pies a cabeza con una colcha. A su lado una tarrina tapada y encima un trozo de pan, parece ser el desayuno del día.Jefe distrital: “Se procura mantener el orden”Para el jefe del distrito de Policía 9 de Octubre, teniente coronel Freddy Sarsoza Vera, los uniformados que están a cargo de este sector tienen la misión de mantener el orden para evitar eventuales problemas de seguridad.“Los policías evitamos que se produzcan actos inmorales en la vía pública, también que los hoteles cercanos tengan sus permisos de funcionamiento en orden y que no hayan actos delictivos”, manifestó.Para este fin, el distrito está dividido en y circuitos y 56 subcircuitos. EL sector en mención es parte del circuito Garay y está a cargo de un oficial y diez agentes, por turno de ocho horas, aunque esto depende de la población del sector.Los uniformados asignados, indicó, patrullan constantemente el sector día y noche, incluso con personal de civil se vigila la zona. Sin embargo, consideró que su misión se limita al control.Respecto de los mendigos y “chamberos” que duermen en los portales, consideró que la solución debe partir desde las instituciones relacionadas con el tema social. “No se trata de desalojarlos solamente, sino de procurar algún sitio donde puedan estar sin que causen molestias a las personas”, indicó.



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