Una puñalada bastó para asesinar a María Farinango. La persona con quien pasó gran parte de su vida y con quien procreó a dos hijas le clavó un cuchillo de cocina que le rompió una costilla y le perforó el corazón y el pulmón. El acusado, César Augusto Pacheco, no niega el hecho, pero alega desorden mental.
Para Ana Carcedo, del centro feminista de información y acción, María fue víctima de femicidio, que significa “forma extrema, mortal de la violencia contra las mujeres de todas las edades”. La experta menciona que este tipo de crímenes se comete dentro de una lógica de control del hombre hacia la mujer.
Aclara que no todos los asesinatos al género femenino se encuadran dentro de este marco. “Algunos crímenes son producto de robos o factores externos, pero las cifras al respecto son mínimas”.
En un estudio elaborado entre el 2005 y 2007, realizado en cuatro ciudades del país (Guayaquil, Cuenca, Portoviejo y Esmeraldas) se concluyó que el 77% de 80 casos de mujeres asesinadas fue femicidio, es decir, 62 víctimas.
Los escenarios más comunes que influyeron en el cometimiento de estos delitos son por relaciones de pareja y expareja, familiar, acoso sexual, ataque sexual o clientes sexuales.
Por ello, Carcedo estima que los autores de los crímenes deben tener algún grado de relación con la víctima, es decir, que se conocen entre sí de alguna manera. La experta considera que “el femicidio es una subordinación de género”.
En las cuatro ciudades las armas más empleadas para cometer femicidos son las de fuego, con un 33%, seguido de armas blancas en un 29%.
Los analistas encontraron que 23 mujeres (37% de los casos) fueron asesinadas con saña, es decir, con elevados niveles de tortura.
Familiares de María contaban que en los años que vivió junto a su marido fue víctima de constantes maltratos (físicos y psicológicos). El día de su deceso no fue la excepción.
En una investigación sobre el tema realizada en Quito a cargo del Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana (OMSC), entre el 2009 y 2011 se contabilizaron 38 femicidos dentro del Distrito.
Además se determinó que otras 28 muertes guardan indicios de ser femicidios, mientras que 27 fueron descartadas como tales.
De aquí que el 45% de los autores ha sido el propio cónyuge, el 16% fue conviviente, como ocurrió con María Farinango, el 11% excónyuge o exconviviente. Las estadísticas revelan que padres, familiares, desconocidos y otros se ubican dentro del 5%. Novios, amigos y proxenetas tienen el 3%.
Mujeres entre 18 a 30 años son las víctimas más frecuentes con el 61% de los casos, según el estudio en la capital. Los celos han sido el principal motivo de los femicidios con una taza del 45%. La asfixia, con un 34%, es la modalidad más frecuente empleada por los criminales.
La parroquia de Calderón, en el norte de la urbe, es donde se registran más sucesos (9 en total). El más reciente hecho ocurrido en una de las localidades del sector se produjo en octubre en Carapungo, donde María José Guambo fue asesinada supuestamente por su esposo, quien habría admitido el crimen ante los agentes que lo detuvieron.
Ana Carcedo insiste en que es necesario hacer un cuerpo legal específico para la violencia contra la mujer, en el que no solo se tipifique el femicidio, sino los mecanismos adecuados para el tratamiento correcto de esos casos.
Tanto el homicidio de María Farinango como el de María José Guamba están siendo procesados por la justicia. La audiencia de juzgamiento en el caso Farinango se la reinstalará el próximo viernes 30 de noviembre, a las 15:00, en el Tribunal Segundo de Garantías Penales.