Ahora los animales también pueden ser sepultados en un cementerio, tal como las personas. Ya existe un sitio apropiado en el que algunos ya descasan en paz.Ocho animales han sido sepultados por sus dueños, en el cementerio Campo Feliz, ubicado en el kilómetro 16 vía a Daule. Los cuerpos de las mascotas dentro de cajitas yacen en paz, en un sitio rodeado de montañas, árboles de mangos y ciruelas.Los esposos Edison Burgos Castro y Jesenia Fernández Medina fueron los creadores de este singular proyecto. La idea nació hace año y medio, tras la muerte de Keiko, el perrito que los acompañó 12 años, al cual no tenían dónde sepultarlo.La pareja con el dinero que tenían ahorrado acordó en construir el cementerio en un pedazo de tierra de la finca que poseen. La finalidad de este camposanto radica en que otras personas también puedan darle una digna sepultura a sus mascotas.“A mi esposa le regalé el perrito cuando éramos enamorados, lo queríamos mucho y por el dolor que sentíamos nosotros y nuestros dos hijos, no podíamos botarlo a la calle, por eso decidimos construir el sepulcro”, explica Burgos.Los cónyuges, veterinarios de profesión, contaron que se despidieron de su mascota con todos los detalles de un sepelio normal para cualquier persona. Hoy Keiko, aquel fiel y cariñoso amigo que murió de viejo, descansa en paz.Los esposos Burgos Fernández trabajan en el mismo consultorio, ubicado en la ciudadela Martha de Roldós, atrás del Registro Civil municipal. Con sus propios recursos terminan la construcción del camposanto, el mismo que tiene una capacidad para 1.500 animales de diferentes especies. Estos pueden ser pajaritos, hámsters, tortuguitas, perros, gatos, entre otras mascotas.Increíblemente este cementerio, al igual que el de las personas, cuenta con una sala de velación, carpas, sillas. Pero lo más novedoso es que cuentan con una funeraria donde se elaboran los ataúdes de diferentes tamaños y colores.En el futuro construirán pequeñas bóvedas y hasta un crematorio, anunció la pareja.“Si el animalito ha fallecido en una clínica, nosotros ayudamos a los dueños, a trasladar el cadáver hasta el cementerio”, manifestó Jesenia Fernández.OCHO MASCOTASHasta el momento los restos mortales de ocho mascotas, entre gatos y perros, reposan en Campo Feliz.“Tenemos ocho animalitos que han sido sepultados aquí. Uno fue el perrito de una cliente que con su carro lo atropelló sin querer. Ella lloró sobre la tumba”, comentaron los esposos.Los dueños de los animalitos que viajaron al más allá, no tuvieron reparo en pagar los costos funerarios que van desde $ 150 hasta 350 dólares. El servicio funerario incluye, traslado, cajita, placa de identificación, lápida y cuatro años de alquiler.RECATAN ANIMALITOSEl amor de estos veterinarios por los animales, es grande, tanto que en sus ratos libres se dedican a rescatar de las calles a perros y gatos enfermos. Los llevan a su casa para bañarlos, los alimentan y les dan tratamiento médico. Luego los entregan a personas responsables.“No estamos de acuerdo en que las personas boten a sus mascotas porque se reproducen o porque se ponen viejas. Nosotros esterilizamos a los animalitos gratuitamente, los pueden traer a nuestro consultorio”, señalaron.“ SÍ PAGARÍA”“Tengo una gata criollita que le encontré cerca de mi trabajo, se llama Tita. Tiene un año y medio con nosotros. Mi esposo y yo coincidimos en que sî pagaríamos para enterrarla en un cementerio, obviamente algo acorde a nuestro bolsillo.Ella es como un miembro de la familia y los animalitos te dan tu cariño sin esperar nada a cambio.Justo ahora estamos con mi esposo en la playa. Ella (Tita) se quedó en un “hotel”, señaló Eliana García Rodríguez, periodista.“NO LO HARÍA”“Me gustan los perros. Yo tenía un perro de raza coker y cuando murió me dio mucha tristeza, porque era como uno más de lmi familia. Se llamaba Peluche.Lo enterramos en el jardín de la casa de un primo. No lo botamos a la calle, porque nos dio mucha pena, pero no hubiera gastado en funerales. Prefiero con ese dinero ayudar a un mendigo de la calle.Conozco casos de personas extremistas que hacen todo por un animal, cosa que no está mal, pero que en cambio no ayudan a sus familiares, esto es contradictorio”, señaló Coralia Camposano Tenorio, quien trabaja en la Catedral de Guayaquil.