Los copropietarios de derechos pueden ir desde agencias deportivas hasta empresas de consumo masivo y por lo general se enfocan en jóvenes talentos.El retorno de la inversión --que incluye por lo general los costos de entrenamiento y residencia-- llega al momento de la venta del jugador, ya valorizado, de la que el tercer actor recibe un porcentaje.La práctica es frecuente en países como Brasil, donde los clubes son financieramente insolventes.Así, estrellas como "Neymar, Lucas, Oscar, Leandro Damiao, Dedé, Wellington Nem son ejemplos de jugadores con derechos compartidos entre clubes e inversionistas, e inclusive muchos de ellos permanecen en Brasil por la participación de terceros", explicó el abogado Marcos Motta, especialista en derecho deportivo, durante la conferencia de fútbol Soccerex, que culminaba este miércoles en Rio de Janeiro.Pero el terreno sobre el que se sientan las reglas de juego para estos coproprietarios es inestable y cambiante, sobre todo porque no se ha conseguido fijar los límites para regular esta práctica.La FIFA quiere evitar a toda costa que los copropietarios tengan alguna influencia en las decisiones del club para con el jugador, y su reglamento así lo determina. No obstante, la norma se presta a diversas interpretaciones. "Estamos lejos de tener todas las respuestas", advirtió Omar Ongaro, jefe del Estatuto del Jugador de la FIFA."Queremos una solución global en la que todos los actores sigan las mismas reglas. Nos importa la seguridad del deporte y los jugadores para que puedan controlar sus carreras", añadió.Ongaro dijo que un grupo dentro de la FIFA "apoya fuertemente" la prohibición de terceros en las contrataciones.Los defensores del mecanismo, en tanto, aseguran que, en la mayoría de los casos, los inversionistas no tienen ningún interés en influir en las decisiones de los clubes y a veces incluso "no conocen al jugador", pues se trata de una transacción "puramente comercial", según destacó el conocido agente de fútbol Pini Zahavi, vinculado a algunos de las más costosas transferencias.
Los copropietarios de derechos pueden ir desde agencias deportivas hasta empresas de consumo masivo y por lo general se enfocan en jóvenes talentos.El retorno de la inversión --que incluye por lo general los costos de entrenamiento y residencia-- llega al momento de la venta del jugador, ya valorizado, de la que el tercer actor recibe un porcentaje.La práctica es frecuente en países como Brasil, donde los clubes son financieramente insolventes.Así, estrellas como "Neymar, Lucas, Oscar, Leandro Damiao, Dedé, Wellington Nem son ejemplos de jugadores con derechos compartidos entre clubes e inversionistas, e inclusive muchos de ellos permanecen en Brasil por la participación de terceros", explicó el abogado Marcos Motta, especialista en derecho deportivo, durante la conferencia de fútbol Soccerex, que culminaba este miércoles en Rio de Janeiro.Pero el terreno sobre el que se sientan las reglas de juego para estos coproprietarios es inestable y cambiante, sobre todo porque no se ha conseguido fijar los límites para regular esta práctica.La FIFA quiere evitar a toda costa que los copropietarios tengan alguna influencia en las decisiones del club para con el jugador, y su reglamento así lo determina. No obstante, la norma se presta a diversas interpretaciones. "Estamos lejos de tener todas las respuestas", advirtió Omar Ongaro, jefe del Estatuto del Jugador de la FIFA."Queremos una solución global en la que todos los actores sigan las mismas reglas. Nos importa la seguridad del deporte y los jugadores para que puedan controlar sus carreras", añadió.Ongaro dijo que un grupo dentro de la FIFA "apoya fuertemente" la prohibición de terceros en las contrataciones.Los defensores del mecanismo, en tanto, aseguran que, en la mayoría de los casos, los inversionistas no tienen ningún interés en influir en las decisiones de los clubes y a veces incluso "no conocen al jugador", pues se trata de una transacción "puramente comercial", según destacó el conocido agente de fútbol Pini Zahavi, vinculado a algunos de las más costosas transferencias.