Tendido sobre la única cama que tiene en su pequeña casa de caña guadúa y tablones de madera, Nelson Rentería observaba el féretro donde reposaba su hija Diana Katherine, de 15 años, que fue colocado a tan solo un metro de su habitación, en el solar 6, manzana A1, de la cooperativa Valle de los Lirios, en Durán.
La vivienda tiene un solo ambiente y, para dividir la sala del cuarto, el progenitor colocó una tela, que funge de pared. En ese lugar habitaba la “princesa Diana”, como la llamaban cariñosamente, junto a sus cinco hermanos y sus padres. La familia es de escasos recursos y por eso Diana tuvo que dejar sus estudios. “Ella me cuidaba y trabajaba vendiendo cosméticos”, contó su papá entre sollozos. La mañana de ayer, los vecinos de la víctima acudieron a su casa. Comentaban que todavía se les hacía difícil creer que estaba muerta.
Cerca de las 14:00 del pasado domingo, Diana y su padre salieron de su vivienda para ir a cobrar un dinero en la urbe porteña. “Fuimos a la Martha de Roldós porque me tenían que pagar un trabajo de albañilería”, recordó Nelson.
Al regresar, cuando Rentería y su hija iban por el intercambiador de tráfico de La Puntilla, a menos de cinco minutos de Guayaquil, un autobús los embistió por detrás, según recordó Rentería.
El progenitor estaba devastado por lo ocurrido. Él precisó que desea que se haga justicia y que encuentren al culpable de la muerte de Diana.
“Yo no vi qué carro era. Sé que era un bus porque algunos testigos me lo dijeron. Lo primero que hice, después de que volamos y nos arrastramos por casi 50 metros, fue correr a ver a mi hija. Pedimos ayuda, pero llegó muy tarde”, señaló Rentería. Ayer, fuera del domicilio de la víctima, colocaron una carpa blanca y debajo algunas sillas, para que los amigos acompañen a los deudos.
Para observar el cuerpo de Diana, los allegados debían ingresar con cautela, pues el piso hecho con tablas de madera no estaba en buenas condiciones y se podía romper. Paulatinamente los parientes se acercaban a Nelson, para darle el pésame y luego salían de la residencia, que tiene aproximadamente seis metros de ancho y tres de largo. Allí vivía la víctima. Ahora, sus parientes necesitan ayuda.
Ayuda
Ayer, mientras Nelson Rentería estaba en casa, Jahaira Baquerizo, la madre de Diana, realizaba algunos trámites por la muerte de su hija, contó Mariana Espinoza, una tía de la joven.
El padre recordó que su hija quería ser una mujer de Dios. “Ella era la única de la familia que iba a una iglesia evangélica (del sector), le gustaba mucho su vida. Mi hija era muy querida por la gente. Murió a sus quince años”, dijo el hombre.
Los parientes informaron que el sepelio de la víctima sería hoy a las 16:00, en Durán, pero aún no cuentan con el suficiente dinero para los gastos mortuorios.
Quien desee ayudarlos puede comunicarse al 098-949-4162, de Nelson Rentería. O al 099-239-7362, de Mariana Espinoza.
El padre de la víctima mencionó que de los seis hijos que tiene con su esposa, dos son mujeres, Diana era la mayor.