Unos cincuenta niños con cáncer que se hospedan en el albergue Antonio López, en la Atarazana, cerca a Solca de Guayaquil, recibieron por adelantado sus regalos de Navidad de parte de un grupo de jóvenes del Centro Cristiano.Sentados en la sala de la pequeña pero acogedora villa, donde funciona el albergue, los niños recibieron obsequios como carros, muñecas, patines y tambores que los bondadosos jóvenes, vestidos de muñecas y payasos, sacaban de los sacos.“Decidimos organizar una fiestecita a estos pequeños que tanto sufren con esta dolencia, para ellos es un momento muy feliz que jamás olvidarán”, señaló Esther González, del grupo de voluntarios que visitó el albergue.“RECIBIMOS NIÑOS DE PROVINCIAS”“ Este es un hogar para padres de niños con cáncer que viven lejos o que llegan de diferentes provincias del país, a ellos se les da hospedaje alimentación y medicina”, dijo Esther Anchundia, una de los dos administradores que atienden el sitio. Ella también tuvo un hijo con cáncer, quien falleció hace siete años, cuando tenía 16.La mujer contó su triste historia: “Mi hijo tenía leucemia, le hicieron transplante de médula, pero la dolencia volvió y murió. Antes de cerrar sus ojos me hizo prometer que ayudaría a niños con cáncer. Mientras él estuvo en tratamiento tuve que pasar peripecias, porque no tenía dónde dormir. Al igual que muchos padres de familia, lo hacía en los pasillos de Solca. Al visitar dicha casa de salud y percatarse de nuestra penosa situación, el doctor Antonio López decidió crear un albergue que quedara cerca de Solca”.En la casa hogar pasan los niños con sus padres, como el caso de Nery Cayapa, de Quinindé, cuyo hijo de cinco años tiene un tumor detrás del hueso malar derecho del rostro. El hombre y su hijo se hospedan en el albergue, donde comen, se bañan y duermen, hasta cuando les toca la nueva cita médica.“Nosotros buscamos a los padres en diferentes hospitales y les ofrecemos el sitio para evitarles el tedioso viaje”, señaló Cindy Crespo, otra de las administradoras encargadas.“Tener un hijo con cáncer es duro, a uno la vida le cambia por completo; toca dejar a los otros hijos y dedicarse al que está enfermo. Las terapias copan todo el tiempo, además persiste la incertidumbre, porque de cada diez niños, cuatro mueren. Yo tuve una niña con cáncer, pero gracias a Dios se sanó, aunque le quedaron secuelas controlables”, concluyó Crespo. (GS)VÍVERES, MEDICINA Y ROPA“Sobrevivimos de las ayudas voluntarias que llegan semanal o mensualmente. Aquí hacen falta algunas cosas para los niños y sus padres pobres, como víveres, utensilios, ropa, sábanas, colchas, ventiladores, medicamentos para la fiebre, juguetes, no importa que sean usados”, comentaron las administradoras.Las personas que deseen colaborar con el albergue llamar al 04-239-3988 o 098-195-9293.
Unos cincuenta niños con cáncer que se hospedan en el albergue Antonio López, en la Atarazana, cerca a Solca de Guayaquil, recibieron por adelantado sus regalos de Navidad de parte de un grupo de jóvenes del Centro Cristiano.Sentados en la sala de la pequeña pero acogedora villa, donde funciona el albergue, los niños recibieron obsequios como carros, muñecas, patines y tambores que los bondadosos jóvenes, vestidos de muñecas y payasos, sacaban de los sacos.“Decidimos organizar una fiestecita a estos pequeños que tanto sufren con esta dolencia, para ellos es un momento muy feliz que jamás olvidarán”, señaló Esther González, del grupo de voluntarios que visitó el albergue.“RECIBIMOS NIÑOS DE PROVINCIAS”“ Este es un hogar para padres de niños con cáncer que viven lejos o que llegan de diferentes provincias del país, a ellos se les da hospedaje alimentación y medicina”, dijo Esther Anchundia, una de los dos administradores que atienden el sitio. Ella también tuvo un hijo con cáncer, quien falleció hace siete años, cuando tenía 16.La mujer contó su triste historia: “Mi hijo tenía leucemia, le hicieron transplante de médula, pero la dolencia volvió y murió. Antes de cerrar sus ojos me hizo prometer que ayudaría a niños con cáncer. Mientras él estuvo en tratamiento tuve que pasar peripecias, porque no tenía dónde dormir. Al igual que muchos padres de familia, lo hacía en los pasillos de Solca. Al visitar dicha casa de salud y percatarse de nuestra penosa situación, el doctor Antonio López decidió crear un albergue que quedara cerca de Solca”.En la casa hogar pasan los niños con sus padres, como el caso de Nery Cayapa, de Quinindé, cuyo hijo de cinco años tiene un tumor detrás del hueso malar derecho del rostro. El hombre y su hijo se hospedan en el albergue, donde comen, se bañan y duermen, hasta cuando les toca la nueva cita médica.“Nosotros buscamos a los padres en diferentes hospitales y les ofrecemos el sitio para evitarles el tedioso viaje”, señaló Cindy Crespo, otra de las administradoras encargadas.“Tener un hijo con cáncer es duro, a uno la vida le cambia por completo; toca dejar a los otros hijos y dedicarse al que está enfermo. Las terapias copan todo el tiempo, además persiste la incertidumbre, porque de cada diez niños, cuatro mueren. Yo tuve una niña con cáncer, pero gracias a Dios se sanó, aunque le quedaron secuelas controlables”, concluyó Crespo. (GS)VÍVERES, MEDICINA Y ROPA“Sobrevivimos de las ayudas voluntarias que llegan semanal o mensualmente. Aquí hacen falta algunas cosas para los niños y sus padres pobres, como víveres, utensilios, ropa, sábanas, colchas, ventiladores, medicamentos para la fiebre, juguetes, no importa que sean usados”, comentaron las administradoras.Las personas que deseen colaborar con el albergue llamar al 04-239-3988 o 098-195-9293.