Cada vez que Claudia Camposano recorre las calles del Guayaquil es inevitable que le griten “ahí va Rosita la taxista” en referencia a su antiguo personaje, y tal vez el que la marcó dentro de su carrera actoral.Hace tres años, Claudia, de apariencia frágil, 1.50 de estatura, pero con amplia trayectoria de más de una década dentro de la televisión, fue escogida por ejecutivos de Ecuavisa para que le diera vida a Rosita Tituaña, una joven indígena que se ganaba la vida conduciendo un taxi.Para hacer ese papel, Camposano, de 31 años, tuvo que aprender no solo a conducir vehículo, sino también a pronunciar palabras en quichua con la ayuda de un profesor.Luego de concluida la serie, la actriz salió del canal del cerro para unirse al elenco de la serie La pareja feliz en Teleamazonas. Sin embargo, es definitivamente a Rosita a quien siempre recuerdan en todos lados por donde va.Aquello quedó demostrado cuando al volante de un taxi amarillo, que le alquiló un amigo, algunos peatones la pararon para saludarla y desearle éxitos. Los más osados, en cambio, le lanzaban besos y piropos admirando su menuda, pero bien formada figura, -lograda gracias a una lipoescultura-, que había enfundado en una ajustado bluyin, una camiseta sin mangas color negro en cuyo frente sobresalía su nombre bordado con hilo amarillo que hacía juego con un cinturón rojo y zapatos de tacones altos color café.Al pasar por la sede de la Unión de Taxistas del Guayas, en el centro de la ciudad, el efecto fue el mismo por parte de los conductores. Uno de ellos le relató con alegría que sus hijos no se perdían un solo capítulo de esa serie donde ella era parte “del gremio amarillo”.Fue entonces cuando Claudia decidió subir hasta la sede donde fue recibida por George Mera, presidente del taxismo guayaco, quien le comunicó que “si no tenía trabajo, con todo gusto la recibiría para darle un puesto como taxista”. En ese momento el salón estalló en risas por la broma de Mera, quien sin saber que Claudia está como candidata a asambleísta la invitó para que lo acompañe en sus recorridos en el Distrito 2, ya que él también está tras una curul en la Asamblea por Madera de Guerrero.La patucha ricaNo pasaron ni diez minutos de haber abandonado al gremio amarillo, cuando al entrar al concurrido sector de la Bahía, al volante del taxi, un vigilante de la CTE, con cara de pocos amigos, le pidió que detuviera la marcha del vehículo. Con seriedad absoluta el uniformado le solicitó la licencia y la matrícula del carro. Mientras revisaba detenidamente los documentos le recriminó de manera fuerte acerca de la infracción cometida. Estaba conduciendo un taxi de alquiler, lo cual está prohibido para un ciudadano que como ella porta licencia de deportista.Dando clases de derecho y hablando de leyes de tránsito, el suboficial, de unos 60 años, orgulloso de ser Doctor en Jurisprudencia, no aceptó justificación alguna.Molesta con el vigilante, quien no entendía que el taxi era usado para hacer una nota periodística, mas no para recoger pasajeros, Claudia se quitó los lentes en son de fastidio a la espera de ser citada.Pero, ¡oh, sorpresa!, en lugar de la citación lo que recibió fue una enorme sonrisa del uniformado, quien con desconcertante amabilidad le preguntó “si era la de la televisión”. Al reconocerla le dijo: “Usted es una mujer hermosa, siempre la he admirado, y perdóneme por lo que le voy a contar, pero siempre he dicho ¡Qué rica es esa patucha!”. La conversación siguió unos minutos más y solo terminó con la devolución de los documentos, cuando Camposano le comentó que había abandonado la televisión por hacer carrera como asambleísta por el PRE.“Ese es mi partido, ahí estamos bien, siga nomás”, le dijo el vigilante mientras le abría paso para que siguiera su camino entre el desorden de los buses y el apuro de la gente que trataba de huir de la pertinaz lluvia que caía esa tarde sobre Guayaquil.Reconocimiento y apoyoEsas muestras de cariño le han servido para que durante su campaña política la gente la reconozca y le brinde su apoyo.En las largas caminatas por la parroquia Tarqui, y los cantones Playas, Samborondón y Durán los ciudadanos se le acercan para contarle sus necesidades, brindarle un plato de comida o para pedirle, como recuerdo, una foto o un autógrafo. Antes de salir de su hogar, ubicado en una ciudadela de clase media, al norte de Guayaquil, donde habita con su hija Nathaly, de 9 años, y sus padres, un exmarino mercante y un ama de casa, Claudia se encomienda al Divino Niño, al que le pide mucha paciencia y tolerancia para seguir adelante con el nuevo reto de llegar a la Asamblea.La decisión de alejarse de la televisión se veía venir. Admitió que, aunque actuar es su pasión, estaba cansada de hacer lo mismo, por eso la propuesta que le hizo “Dalo” Bucaram de integrarla en su lista de jóvenes políticos le cayó del cielo.No es la primera vez que Claudia deja la televisión. A inicios de su carrera cuando estaba en canal 12 -hoy canal Uno-, lo hizo, tomó sus maletas y se fue a vivir un par de años a Estados Unidos junto al padre de su hija de quien está divorciada.Sin tiempo para el amor, y con el sueño de poner un restaurante para que sus padres lo administren, pues el que tenían lo cerraron hace poco por una calamidad familiar, la prioridad de Claudia es prepararse en todo lo que tenga que ver con la Asamblea. En sus ratos libres toma clases que tienen que ver con códigos y leyes. Segura de que va a obtener una curul, con el apoyo del pueblo y con la ayuda del Divino Niño, Camposano sigue “majando lodo” en los sectores más apartados de la ciudad, bajo la pertinaz lluvia que tanto disfruta.
Cada vez que Claudia Camposano recorre las calles del Guayaquil es inevitable que le griten “ahí va Rosita la taxista” en referencia a su antiguo personaje, y tal vez el que la marcó dentro de su carrera actoral.Hace tres años, Claudia, de apariencia frágil, 1.50 de estatura, pero con amplia trayectoria de más de una década dentro de la televisión, fue escogida por ejecutivos de Ecuavisa para que le diera vida a Rosita Tituaña, una joven indígena que se ganaba la vida conduciendo un taxi.Para hacer ese papel, Camposano, de 31 años, tuvo que aprender no solo a conducir vehículo, sino también a pronunciar palabras en quichua con la ayuda de un profesor.Luego de concluida la serie, la actriz salió del canal del cerro para unirse al elenco de la serie La pareja feliz en Teleamazonas. Sin embargo, es definitivamente a Rosita a quien siempre recuerdan en todos lados por donde va.Aquello quedó demostrado cuando al volante de un taxi amarillo, que le alquiló un amigo, algunos peatones la pararon para saludarla y desearle éxitos. Los más osados, en cambio, le lanzaban besos y piropos admirando su menuda, pero bien formada figura, -lograda gracias a una lipoescultura-, que había enfundado en una ajustado bluyin, una camiseta sin mangas color negro en cuyo frente sobresalía su nombre bordado con hilo amarillo que hacía juego con un cinturón rojo y zapatos de tacones altos color café.Al pasar por la sede de la Unión de Taxistas del Guayas, en el centro de la ciudad, el efecto fue el mismo por parte de los conductores. Uno de ellos le relató con alegría que sus hijos no se perdían un solo capítulo de esa serie donde ella era parte “del gremio amarillo”.Fue entonces cuando Claudia decidió subir hasta la sede donde fue recibida por George Mera, presidente del taxismo guayaco, quien le comunicó que “si no tenía trabajo, con todo gusto la recibiría para darle un puesto como taxista”. En ese momento el salón estalló en risas por la broma de Mera, quien sin saber que Claudia está como candidata a asambleísta la invitó para que lo acompañe en sus recorridos en el Distrito 2, ya que él también está tras una curul en la Asamblea por Madera de Guerrero.La patucha ricaNo pasaron ni diez minutos de haber abandonado al gremio amarillo, cuando al entrar al concurrido sector de la Bahía, al volante del taxi, un vigilante de la CTE, con cara de pocos amigos, le pidió que detuviera la marcha del vehículo. Con seriedad absoluta el uniformado le solicitó la licencia y la matrícula del carro. Mientras revisaba detenidamente los documentos le recriminó de manera fuerte acerca de la infracción cometida. Estaba conduciendo un taxi de alquiler, lo cual está prohibido para un ciudadano que como ella porta licencia de deportista.Dando clases de derecho y hablando de leyes de tránsito, el suboficial, de unos 60 años, orgulloso de ser Doctor en Jurisprudencia, no aceptó justificación alguna.Molesta con el vigilante, quien no entendía que el taxi era usado para hacer una nota periodística, mas no para recoger pasajeros, Claudia se quitó los lentes en son de fastidio a la espera de ser citada.Pero, ¡oh, sorpresa!, en lugar de la citación lo que recibió fue una enorme sonrisa del uniformado, quien con desconcertante amabilidad le preguntó “si era la de la televisión”. Al reconocerla le dijo: “Usted es una mujer hermosa, siempre la he admirado, y perdóneme por lo que le voy a contar, pero siempre he dicho ¡Qué rica es esa patucha!”. La conversación siguió unos minutos más y solo terminó con la devolución de los documentos, cuando Camposano le comentó que había abandonado la televisión por hacer carrera como asambleísta por el PRE.“Ese es mi partido, ahí estamos bien, siga nomás”, le dijo el vigilante mientras le abría paso para que siguiera su camino entre el desorden de los buses y el apuro de la gente que trataba de huir de la pertinaz lluvia que caía esa tarde sobre Guayaquil.Reconocimiento y apoyoEsas muestras de cariño le han servido para que durante su campaña política la gente la reconozca y le brinde su apoyo.En las largas caminatas por la parroquia Tarqui, y los cantones Playas, Samborondón y Durán los ciudadanos se le acercan para contarle sus necesidades, brindarle un plato de comida o para pedirle, como recuerdo, una foto o un autógrafo. Antes de salir de su hogar, ubicado en una ciudadela de clase media, al norte de Guayaquil, donde habita con su hija Nathaly, de 9 años, y sus padres, un exmarino mercante y un ama de casa, Claudia se encomienda al Divino Niño, al que le pide mucha paciencia y tolerancia para seguir adelante con el nuevo reto de llegar a la Asamblea.La decisión de alejarse de la televisión se veía venir. Admitió que, aunque actuar es su pasión, estaba cansada de hacer lo mismo, por eso la propuesta que le hizo “Dalo” Bucaram de integrarla en su lista de jóvenes políticos le cayó del cielo.No es la primera vez que Claudia deja la televisión. A inicios de su carrera cuando estaba en canal 12 -hoy canal Uno-, lo hizo, tomó sus maletas y se fue a vivir un par de años a Estados Unidos junto al padre de su hija de quien está divorciada.Sin tiempo para el amor, y con el sueño de poner un restaurante para que sus padres lo administren, pues el que tenían lo cerraron hace poco por una calamidad familiar, la prioridad de Claudia es prepararse en todo lo que tenga que ver con la Asamblea. En sus ratos libres toma clases que tienen que ver con códigos y leyes. Segura de que va a obtener una curul, con el apoyo del pueblo y con la ayuda del Divino Niño, Camposano sigue “majando lodo” en los sectores más apartados de la ciudad, bajo la pertinaz lluvia que tanto disfruta.