Desde las seis de la mañana de ayer, personal policial, socorristas y voluntarios trataron de desalojar las toneladas de lodo y piedra dispersas por el alud registrado la madrugada del jueves tras una intensa lluvia que cayó sobre el sector Pueblo Nuevo, en la zona minera de Bella Rica, del cantón Ponce Enríquez, provincia del Azuay. Al mediodía, encontraron a otro fallecido.
En la madrugada del viernes, el cerro continuó deslizándose, aunque en menor proporción.
Pueblo Nuevo fue declarada zona restringida desde el amanecer, por el riesgo de nuevos deslaves, ante la posibilidad de que se activaran los explosivos instalados bajo tierra por parte de las empresas mineras.
SUSPENDEN ACTIVIDADES
Solo podían ingresar vehículos con personal de rescate, como lo decretó el gobernador del Azuay, Humberto Cordero, quien señaló que hasta ese momento la lista de fallecidos, heridos y desaparecidos no había variado. Hasta ayer habían 4 víctimas, 4 hospitalizados y se hablaba de 10 desaparecidos.
El funcionario también indicó la suspensión de la extracción del mineral. “A los órganos competentes se les ha dispuesto la suspensión de la actividad de la mina y la evacuación de los lugareños. Nosotros comprendemos que ellos atraviesan por un momento doloroso, pero deben entender que no pueden estar allí porque están poniendo en riesgo sus vidas”, manifestó el gobernador antes de que iniciara la jornada de rescate del día.
En la tarde del jueves se permitió que familiares y habitantes del sector se establecieran en un lugar aproximado de donde estuvieron las viviendas afectadas para que ayuden a formar un patrón de búsqueda de víctimas.
Ayer en la mañana, decenas de mineros acudieron al sitio a través de un camino que conecta a la cima de la montaña. Cerca de las 07:00 empezaron a ascender los primeros móviles del Ejército, Cruz Roja, Policía Nacional, Bomberos y Secretaría Nacional de Gestión de Riesgo (SNGR) y la Agencia Reguladora de Control Minero (Arcom), superando los riachuelos y el fango en el camino.
En el lugar, un teniente coronel del Ejército dio a su personal las instrucciones del día, brindar apoyo a las demás entidades de socorro.
Los miembros de la Cruz Roja y algunos bomberos montaron base en el primer tramo de la mina, en caso de que se reportaran heridos. Cerca de ellos se observaba la volqueta que quedó destrozada por la caída del lodo y piedra. Algunos obreros desarmaban la pequeña vía férrea que era usada para el traslado de material pétreo. Otros solo contemplaban lo que dejó el desastre. Se comunicaban entre ellos, pero solo lo necesario y en un tono bajo que podría interpretarse como desgano. Era un día de luto.
En la cima del cerro dos retroexcavadoras removían escombros, generando leves corrimientos de tierra. Cualquier movimiento en falso podía agravar la situación. Los operarios realizaban su trabajo con suma cautela.
RESCATAN OTRO CUERPO
Los agentes del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) llevaron a la escena del desastre al menos cuatros canes adiestrados en la búsqueda de explosivos. Dos helicópteros (uno del Ejército y el otro de la Fuerza Aérea) sobrevolaban el territorio, pero por momentos la montaña se cubría de neblina, dando por fallido cualquier intento de observación.
Pasadas las 10:00 el cielo se despejó por menos de una hora, tiempo que los militares aprovecharon para completar su recorrido aéreo.
Pasado el mediodía, fue detectado un cadáver de sexo masculino, cuyas extremidades sobresalían debajo de una peña de aproximadamente dos metros de altura y más de cinco toneladas de peso.
El equipo de rescate optó por realizar una maniobra cauta para sacar al fallecido sin destrozarlo. Usaron dos retroexcavadoras para levantar la gran roca unos cuantos centímetros y además picaron unas piedras de gran tamaño que la rodeaban. Cuando hubo el espacio suficiente, los socorristas extrajeron el cuerpo del minero que quedó atrapado.
La víctima no portaba sus documentos y por ello fue trasladado a la morgue sin ser identificado.