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“¡Por Dios, quiero tener una vida menos angustiosa!”

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Hace siete años, Aurelia Maryuri Garzón Santillán sufrió un accidente que marcó su vida. La desgracia ocurrió mientras manipulaba productos químicos para la elaboración de cloro.“Estaba en un cuarto cerrado y con una manguera en la boca traté de absorber una sustancia. De pronto sentí que todo se me nubló. Estuve seis meses en coma”, cuenta con una manguera en su nariz conectada a una máquina compresora de oxígeno que tiene en su casa.Inhalar el fuerte químico afectó sus pulmones y los médicos le diagnosticaron fibrosis pulmonar, enfermedad progresiva que ataca a los órganos respiratorios.Posteriormente, al reaccionar del coma, le dio un paro cardiaco. En estas circunstancias fue trasladada hasta la morgue, donde logró reaccionar. “Al revivir me trasladaron nuevamente al hospital, estuve cinco horas en el anfiteatro”, señaló.Antes de la desgracia, Aurelia trabajaba como vendedora de champú, cloro y desinfectante, productos que ella mismo elaboraba. Posteriormente, dejó de lado ese oficio.SU VIDA ACTUALHoy, a sus 57 años, Aurelia tiene muy quebrantada su salud.Cuando se impresiona, entra en crisis y no puede respirar, entonces se conecta rápido a la máquina. El aparato se lo donó un grupo de hermanos de una iglesia evangélica. “Ellos recolectaron cuatrocientos dólares y me compraron el aparato que dura tres años”, señaló.MEJORAR LAS CONDICIONESAurelia vive en la 25 y la N (suburbio de Guayaquil), en la casa de su pareja José Montaño, quien la ayuda con lo que puede.La vivienda estilo choza necesita reconstrucción. “Mi piso es la tierra, el polvo me afecta a la garganta, me ahogo”, dijo agitada.En la pequeña habitación guarda fundas llenas de medicamentos para la infección, circulación de la sangre, gastritis, fiebre, entre otras enfermedades.“No puedo caminar, agacharme, ni lavar mi ropa, porque me canso”, comentó.ENFERMEDAD TERMINALAurelia sabe que su dolencia está en etapa terminal, por eso solo espera la voluntad de Dios.Hace dos días dejó de pedir caridad a los pasajeros de diferentes buses donde sube con dificultad.El dolor que siente en sus piernas le impide caminar y trajinar, “por eso ya no salgo a la calle”.Su preocupación es no tener dinero para comprar los pañales desechables y los medicamentos.“¡Por Dios! pido que me ayuden, quisiera tener otra vida menos angustiosa”, exclamó desesperada.EL BONO MANUELA ESPEJOLa mujer recibe el bono solidario de 50 dólares y está muy agradecida, pero dice que no le alcanza para los gastos que demanda su enfermedad. “Quisiera el bono Manuela Espejo de 240 dólares”, dijo.Lo que necesitaAurelia necesita arreglar el techo y el piso de la vivienda. También una silla de ruedas, interiores de algodón y pañales desechables.Si usted desea colaborar con el caso de esta mujer puede llamar a los teléfonos 098-585-2555 o 098-979-1558.

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