José Morales, Guayaquil
Una madre y sus hijitas perdieron la vida en un voraz incendio que consumió por completo su vivienda en la cooperativa San Francisco 2, en el norte de Guayaquil.
Las malas condiciones del terreno dificultaron el ingreso de los rescatistas. El cuerpo de Cinthya Johanna Cano Sánchez, de 24 años, yacía sentado y carbonizado en la esquina del pequeño dormitorio. Junto a ella sus dos criaturas: Scarlet Johanna y Nabia Juley Franco Cano, de 6 años y de 3 meses, respectivamente.
Esa imagen despertó el llanto entre los moradores que intentaron socorrerla, pero todo fue inútil porque habían muerto.
Eran las 23:00 del pasado miércoles y José Merchán, morador de la cooperativa San Francisco 2, escuchó los gritos desesperados de una mujer. “Ella pedía auxilio y corrí al creer que le robaban, pero cuando salimos todos vimos que la candela consumía su casa”, expresó. Según las primeras investigaciones, el fuego fue provocado por un cortocircuito, producto de las instalaciones clandestinas de cables eléctricos que predominan en el lugar. La casa construida de caña se consumió rápidamente.
Quienes estaban en el sitio comentaron que el incendio inició en la cocina y segundos después explotó un tanque de gas. Esto puso en alerta a Cinthya, a sus vecinos y a un grupo de policías de la zona, quienes intentaron rescatarla, pero fue inútil. “Nosotros estábamos en la UPC cuando escuchamos la explosión y acudimos para tratar de ayudar. Cuando llegamos vimos a los lugareños que querían apagar la candela y nosotros los apoyamos al sacar agua de un pozo cercano. Sin embargo, todo se consumió muy rápido”, declaró el policía Sixto Sánchez.
“Estaba en mi trabajo, en el kilómetro 9 de la vía a Daule, cuando un vecino me llamó para contarme que hubo un incendio, que mi esposa y mis hijas no lograron salir”, contó entre lágrimas Carlos Franco, esposo y padre de las víctimas.
Difícil rescate
Las pésimas condiciones del terreno confabularon en la tarea de rescate. Primero, los bomberos no llegaron hasta la vivienda siniestrada, debido al mal estado de las calles en el sector y solo fueron testigos lejanos de lo sucedido. Más de cien metros de distancia los separó de la casa, puesto que la única forma de ingresar era caminando.
Liberar los cuerpos también fue tarea casi imposible para los agentes de Criminalística. Sus unidades no pudieron entrar por las inclinadas y lodosas calles, siendo su pies los únicos medios para sortear el terreno resbaladizo.
Esto conmocionó a los habitantes, quienes fueron los primeros en colaborar con el rescate. Ellos ingresaron a la morada y cargaron los cuerpos hasta el vehículo de Criminalística.
Un largo cordón humano se armó a través de las pequeñas calles para trasladar a los víctimas envueltas en las sábanas que ellos también donaron. “Era mi nieta más querida, mi engreída” Stalin Carrión Martínez
La mañana de ayer, los familiares de las víctimas viajaron desde Salitre (Guayas) a la urbe porteña para retirar sus restos y trasladarlos a la tierra que vio nacer a los padres de las criaturas que perecieron junto a su mamá.
Cecilia Sánchez, abuela y madre de las fallecidas, lamentó la desgracia y recordó que “Scarlet era mi nieta querida. A todos mis cuatro nietos siempre los adoré, pero ella era mi engreída y era la mayor de todos”.
La señora contó que la semana pasada su hija la visitó en el recinto La Reserva, en Salitre. “Esa fue la última vez que la vi en mi casa. Ese día ella aprovechó para cobrar el dinero que algunas amigas le debían por los cuadros que hacía. A veces también vendía productos para ganar un poco de dinero”.
“Muñequita”, así llamaban a Scarlet, tenía juguetes en la casa de sus abuelos para entretenerse cada vez que se quedaba en el lugar. “Esto me dolerá mucho. Volver a ver todas sus cositas y pensar que no regresará más por ellas es muy duro. No sé cómo reaccionaré”, agregó Sánchez.
Los allegados también recordaron que hace tres meses, cuando nació Nabia, la madre y ella estuvieron a punto de perder la vida.
“Hubo complicaciones en el parto y tuvieron que hacerle cesárea. Se salvaron de milagro. Ahora recordamos eso y no sabemos porqué Dios no se la llevó esa vez para hacerlo ahora, esto es muy doloroso, no hay forma de desahogar lo mal que se siente perder a tres seres amados”, dijo entre sollozos Tirzo Cano, abuelo y padre de las víctimas.
Cano rememoró que cada día se comunicaba con su hija para saber cómo estaba ella y sus nietas. “Esa noche la llamé, tal como lo hice durante los cinco años que vivió en Guayaquil. Me dijo que estaba bien y en menos de una hora ocurrió la tragedia que enlutó nuestra familia”.
Hasta el cierre de esta edición, las víctimas serían trasladadas al recinto San Nicolás (Salitre) para ser veladas.
El gobernador del Guayas, Roberto Cuero, acudió al lugar del siniestro y conversó con Carlos Franco. Le ofreció una vivienda en el plan habitacional Ciudad Victoria y por medio de otros organismos del Estado le brindaron apoyo para los gastos mortuorios y de traslado, entre otros beneficios humanitarios.
Los familiares mencionaron que necesitan ayuda. Quien desee colaborar con ellos puede contactarlos al 089725622, de Cecilia Sánchez, o al 088903564, de Carlos Franco.