Tal vez Cien años de soledad no superaron a 56 de amor, ese sentimiento que llegó temprano, sin avisar y tocó la puerta de un Gabriel García Márquez de 14 años.
Quizá fueron los bellos ojos achinados de Mercedes Barcha los que hicieron que el Gabo no quisiera a nadie más para compartir su vida, que se acabó el pasado jueves, por una supuesta afección pulmonar y en las vías urinarias.
“La Gaba”, como también conocen a Mercedes, tenía 9 años cuando el escritor colombiano la vio por primera vez en el Departamento de Bolívar, Colombia, pero tuvieron que pasar casi dos décadas para que un “sí, quiero”uniera sus vidas para siempre en una capilla en Barranquilla, en 1958.
Entre las cientos de líneas que escribió el Nobel de la Literatura también aparecía su amada como “la mujer sigilosa y silenciosa, de cuello esbelto y ojos adormecidos”, en alusión a la manera como Gabo describe a “Mercedes, la boticaria” en Cien años de soledad, detalla Gerald Martin, autor de la biografía Gabriel García Márquez: una vida.
Hasta sus 87 años de vida la acompañó el periodista, que no tendrá velatorio a petición de su familia, y cuyos restos serán incinerados en una ceremonia privada en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana, anunció la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, quien leyó un comunicado familiar en la puerta del hogar que compartió García Márquez con el “ancla de sus sueños”, como recuerdan a Mercedes varios conocidos del literato, entre ellos Fidel Castro.
Según el biógrafo Martin, el líder cubano habría dicho en alguna ocasión que “en esa pareja no fue Mercedes la afortunada, sino Gabo, ganador de la lotería”.
Otros allegados del letrado, como el cineasta y documentalista Rodrigo Castaño Valencia, dijo que “Mercedes es la gran novela de Gabo”, una historia de amor a primera vista, que ni la muerte pudo concluir.
Y fue justo “la dama de negro” la que tampoco dejó que Gabo terminara su obra En agosto nos vemos, una historia inicialmente concebida por García Márquez para cuentos (publicó dos, uno en El País y otro en The New Yorker), pero que finalmente decidió convertir en una novela, que no pudo ver la luz.
La publicación de En agosto nos vemos, el título provisional que puso al texto, dependerá de los herederos del Nobel.
“Estaba al punto de cierre, pero no la terminó por eso, por lo perfeccionista que era. Le costaba concluirla y no quería que se publicara de momento”, precisó ayer a Efe el director de la división Literaria de Pengüin Random House, Claudio López Lamadrid.
También tenían previsto lanzar para el próximo 8 de mayo la reedición de seis de sus obras, pero a causa del fallecimiento del autor se adelantará una semana su llegada a las librerías.
Seguramente aquel día su Mercedes sentirá orgullo, tal como recuerda la escritora mexicana Elena Poniatowska, justo cuando iba a salir Cien años de soledad a mediados de 1967 y Gabo leyó un fragmento en una charla.
“Cuando terminé y bajé del escenario, la primera persona que me abrazó fue Mercedes, con una cara, tengo la impresión de que desde que me casé ese es el único día en que me di cuenta de que Mercedes me quería, porque me miró ¡con una cara!...”, le comentó Gabo a Poniatowska.
Raúl Castro, presidente de Cuba, envió ayer un mensaje al amor de la vida del Gabo.
“Querida Mercedes: El mundo, y en particular los pueblos de nuestra América, hemos perdido físicamente a un intelectual y escritor paradigmático”, indicó Castro.
Con su fallecimiento, cientos de personas han publicado en las redes sociales frases, pensamientos y mensajes que tienen la esencia del colombiano que fue la “voz” de Latinoamérica, un hombre que no solo escribió historias fascinantes, sino que vivió la suya junto a su amada, que ahora lo despide llena de tristeza.
Escritores le dedican letrasEl escritor uruguayo Eduardo Galeano recordó a su amigo García Márquez, fallecido ayer a los 87 años en México. “Hay dolores que se dicen callando. Se dicen callando, pero duelen igual. Cómo nos duele la muerte del Gabo García Márquez”, expresó Galeano desde Río de Janeiro, en entrevista telefónica con el canal El Trece.
“Lo que más duele está en las bellas palabras que la muerte nos ganó de mano y nos robó. Creo que ellas, las palabras robadas, se escapan a la menor distracción, huyen de las páginas de los libros de Gabo y se nos sientan al lado en algún café de Cartagena o Buenos Aires o Montevideo. O aquí, en Río de Janeiro”, afirmó el escritor uruguayo.
El autor del conocido ensayo Las venas abiertas de América Latina pidió beber “más de una copa a la salud del saludable Gabo para reírnos juntos, porque vivo seguirá mientras sus palabras vivan y rían y digan”.
Por su parte, la agente literaria Carmen Balcells afirmó ayer que cree que con su muerte en el día de Jueves Santo “nace una nueva religión: El Gabismo”. La agente literaria que tiene en su cartera los derechos de autor de escritores de la talla de García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar o Pablo Neruda, declaró a Efe que cuando apareció Gabo en los años 60 pensó que “su presencia podía ser una revolución”.
Balcells, de 83 años, subrayó que será una ferviente seguidora de la nueva religión que ella misma bautizó con el nombre de “Gabismo”.
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