Danzan apáticos, como el coche que trota a trompicones cuando el polvo se cuela en su carburador. El ‘techno’ hilarante e insípido que resuena en los altavoces de la discoteca no bombea su sangre a la velocidad que ellos desearían. “¡El DJ se ha rayado! Vaya noche nos espera. Seguro que se ha metido ‘keta’. Esa hue…”, apunta un joven de unos 25 años que lleva ya un gramo de cocaína y dos pastillas de éxtasis en sus venas. El tipo aprieta los dientes. Su mandíbula parece dislocarse. Ansía una inyección de revoluciones para quemar la gasolina que la droga le ha insuflado. “¡Dale, dale, que nos dormimos!”, exclama molesto.
Son las once de la noche. Unas doscientas personas se agolpan en la pista a la espera de que la música, una vez más, les erice la piel, se mimetice con los narcóticos que nublan su razón y les traslade a ese mundo onírico en el que creen encontrar la magia que la vida real les niega. Pero nadie despega.
Inicialmente los adictos compraban el fármaco “en la Bahía y algunas clínicas veterinarias”.En un lateral, junto al aseo de hombres, dos treintañeros yacen encogidos en un sofá. No son capaces de hablar ni de moverse. Sus músculos no obedecen las órdenes que les da el cerebro. “¡Reaccionen!”, les grita un amigo. Pero ha llegado tarde. Sus compañeros de farra se encuentran ya a mil kilómetros, en algún lugar entre la tierra y el cielo. O, tal vez, a medio camino del infierno. “La ‘keta’. Siempre igual”, maldice.
Los dos jóvenes se han sumergido en el ‘agujero K’, ese limbo en el que la mente parece separarse del cuerpo. La experiencia es tan extrema y turbadora que algunas personas creen percibir su propia muerte. “La primera vez que la probé, pensé que era coca. Me metí cuatro pases y me quedé tieso, paralizado. Luego sentí que mi alma se elevaba, que me llegaba el final, aunque todo nacía de mi imaginación. Fue terrible. Nunca más jalé esa basura”, resalta un muchacho que, gentil, ofrece un trago de su bebida energética al reportero. “Yo también noté algo similar”, atestigua su acompañante.
La escena bien podría enmarcarse en una fiesta ‘techno’ o ‘rave’ de Europa, Estados Unidos o Asia, donde esta droga se ha abierto paso en los últimos veinte años. Pero tiene lugar en un establecimiento de Guayaquil.
EN LA BAHÍADos consumidores aseguran a EXTRA que la ketamina o ‘keta’, empleada legalmente como anestésico en humanos y animales, se vende de forma clandestina en el Puerto Principal “desde hace unos cinco años”. Recuerdan que, en un primer momento, ellos mismos adquirían frascos de esta sustancia “en la Bahía y algunas clínicas veterinarias”. La compraban líquida, como fármaco. E imitando a occidentales y orientales, la hervían después para quedarse con el compuesto original en forma de polvo.
Pero la voz se corrió demasiado rápido y los comerciantes de la Bahía echaron el freno. “Tras el boom inicial, pasaron a venderla únicamente a personas de confianza, casi siempre aniñadas”, comenta uno de ellos. Poco les importaban entonces las alertas que ya circulaban en Internet sobre los graves efectos de esta sustancia: daños cardiovasculares y cerebrales, a menudo irreversibles; ataques de pánico; o, incluso, la muerte. La lista es extensa y alarmante.
El joven, tal y como sugieren las webs especializadas, recomienda no consumirla bajo la influencia de intensos estímulos externos como luces y sonidos, ya que estos potencian sus efectos adversos. “El riesgo de que te ocurra algo aumenta en esos casos. Yo sufrí un mal viaje por ignorar ese detalle. Pero lo normal no es jalarla por la noche, cuando estás de farra, sino al amanecer. Así bajas el subidón de otras sustancias y te tranquilizas un poco”, remata. Aunque parece conocer los efectos de esta droga, olvida la amenaza que supone mezclarla con más estupefacientes.
Como de costumbre, los traficantes vieron la posibilidad de incrementar sus ganancias con el nuevo alcaloide y se lanzaron a producirla. Ahora se puede conseguir una funda de medio gramo por unos quince dólares. “El adicto suele ser de clase media alta o alta. Pero además de los expendedores, también hay muchachos aniñados que la preparan por su cuenta, para su grupo de amigos. Esta droga no se ve en zonas deprimidas como Monte Sinaí”, apunta el segundo.
MÁS RESTRICCIONES VS PAÍSES EN DESARROLLO
China trató de dar un paso adelante este año para incluir a la ketamina en la lista I del Convenio de Naciones Unidas sobre Sustancias Psicotrópicas, la más restrictiva de todas. Los dirigentes asiáticos apostaban por someterla a rígidos controles ante el auge de su consumo como droga sintética. Así que, el pasado marzo, plantearon el problema en la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas (CND), principal órgano internacional para la formulación de políticas antidroga.
La falta de consenso provocó que la CND aplazara su decisión al año que viene. Pero para frenar el uso ilícito, el ente remarcó la necesidad de que se cumplan las normas actuales a la hora de prescribir el fármaco y que se vigilen su producción y distribución.
El debate de fondo parece complejo y de difícil solución. Hace unos meses, la Organización Mundial de la Salud (OMS) mostró su rechazo a la medida propuesta por China debido a la gran importancia que la ketamina, por su bajo costo, tiene como anestésico para los países en vías de desarrollo. Y, al mismo tiempo, estimó que la sustancia aún no supone un riesgo demasiado alto para la salud pública a escala mundial, aunque reconoció que las inquietudes planteadas por algunos Estados y organizaciones de la ONU no son infundadas.Tras el boom inicial, los traficantes comenzaron a vender fundas de medio gramo a unos quince dólares la unidad.SIN RESPUESTA DEL CONSEP Y ANTINARCÓTICOS
La Ley de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas ecuatoriana no incluye a la ketamina entre los compuestos sujetos a la fiscalización y control de las autoridades. El pasado 2 de diciembre, EXTRA remitió un mail al Consep para formular dos preguntas a sus dirigentes: “¿Están al corriente de la venta ilícita de ketamina como droga de ocio en Ecuador? ¿Por qué no la han incorporado a la lista nacional de sustancias controladas legalmente y no aparece en las tablas diseñadas recientemente por su institución?”. Ese mismo día, siguiendo también los cauces oficiales, este Diario solicitó una entrevista con un portavoz de la Unidad de Antinarcórticos. Pero en ambos casos, EXTRA no obtuvo respuesta alguna.
La postura del Gobierno nacional contrasta con la adoptada por otros países como EE. UU. Ante los crecientes decomisos policiales y las urgencias médicas asociadas al abuso del narcótico, la Administración para el Control de Drogas norteamericana (DEA) optó por penar con mayor dureza su posesión, producción, distribución y venta ilegal.