Ronald Salvador es un niño de 10 años que asiste infaltablemente a misa, junto a su hermano mayor Jefferson, de 16, un chico sordomudo que, a pesar de su discapacidad, realiza sus actividades con normalidad.
Todos los domingos, a las 09:00, de la mano de su madre, los chicos asisten a la iglesia de Santa Rita, ubicada al sur de la capital, para escuchar la misa. Cuando llegaron al sitio, Ronald se ubicó en la parte delantera de la capilla, se paró en una silla y al realizar el lenguaje de señas empezó a traducir el acto religioso mientras el padre hacía la prédica.
A algunas personas que ingresaron por primera vez a la casa de oración les sorprendió ver que un pequeño angelito parado en una silla y a un costado del púlpito traducía la ceremonia religiosa para su hermano mayor.
Elizabeth Vélez, madre de estos niños, cuenta que hace algunos años acudía junto a Ronald a recibir clases del lenguaje de señas en el Instituto Enriqueta Santillán, institución donde actualmente Jefferson estudia.
“Iba a tomar clases para poder comunicarme mejor con mi hijo mayor y siempre mi Ronald iba conmigo, él era muy pequeño, pero igual aprendió”, confesó la mujer.
Hace dos meses Jefferson quería efectuar sus estudios para realizar su primera comunión, pero se sentía imposibilitado, ya que acudía a los cursos, pero no lograba comprenderlos, porque nadie se la traducía.
Entonces una profesora de su instituto les recomendó que Ronald, quien sabía comunicarse en lenguaje de señas a la perfección, se encargara de traducir la misa y las clases de catecismo para su ñaño.
Es así que el pequeño empezó a hacerlo en la iglesia de Santa Rita y llamó la atención del párroco Guido Bass, quien afirmó que desde su llegada a la parroquia, el templo comenzó a preocuparse más por la gente con capacidades especiales y por atender a los olvidados, como las personas sordas y con síndrome de Down.
El padre no lo pensó más y habló con Ronald para que tradujera la misa, no solamente para su hermano, sino que lo invitó a hacerlo junto a él para que más personas sordo mudas cuenten con el mismo privilegio que Jefferson.
“Ha sido una bendición la llegada de este niño, algunas personas con discapacidad auditiva de este sector eran relegadas, pero esta acción ha sido un inicio para que de a poco se los involucre en la sociedad”, afirmó Rosario Pérez, quien acude a la iglesia de Santa Rita desde hace varios años.
Ronald y su hermano
Este angelito comentó que su relación con su hermano es muy buena. “Todos los domingos vengo a misa para ayudarlo a entender a mi ñaño y a sus amigos sordo mudos también, siempre lo ayudo en sus deberes y en todo lo que puedo”, expresó Ronald lleno de inocencia.