El sueño de Marcelo Gabriel Cervantes Cervantes era ser futbolista profesional. A los 17 integró un club deportivo nacional y pese a estar retirado quería volver a jugar pelota.
Era manabita, pero vivía en Quinindé. Allí tenía un local de billar. El lunes estuvo en Santo Domingo visitando a unos parientes y antes de retornar a su casa paró a comer.
A las 18:00, aproximadamente, Cervantes y dos amigos acudieron a un restaurante ubicado cerca de la terminal terrestre.
Minutos después, un tipo con una gorra se bajó de una motocicleta, ingresó y disparó sin cesar en el interior del pequeño local. No se sabe si los balazos estaban destinados para Cervantes o para los otros muchachos.
La madre de la víctima se encargó de reconocer el cadáver. La esposa no lo hizo, su cuñado Carlos Cervantes y su suegra le dijeron que era mejor así, pues su embarazo podría peligrar. (AMC)