Compartir sus cuerpos, mas no sus almas, es el lema de quienes se denominan swingers. Pero ¿qué significa esto?
Según Gustavo, vocero de La Marca, una página web dedicada a quienes prefieren este estilo de vida, un swinger es aquella persona de mente abierta, que no ata su cuerpo a un solo ser y que disfruta libremente de su sexualidad.
En pocas palabras, ser swinger es tener uno, dos, tres o cuantos romances quiera sin tener problemas, sin que lo tachen de infiel, ni que le pongan el membrete de “cachudo”.
Para muchos, permitir que sus parejas tengan a otras u otros, e inclusive mantengan relaciones sexuales frente a ellos, es imposible de asimilar.
Para ponérsela más clara, imagine esta escena: Usted acude a una discoteca con su amorcito, de repente él o la de la mesa de al lado se levanta y la/lo saca a bailar, luego de unos segundos la/lo besa y frente a sus ojos en cuestión de minutos se la/lo llevó a la cama.
Por otro lado, usted debe estar tranquilo, disfrutar del romance de su pareja y a la espera de que alguna chica o chico aparezca para que haga lo mismo.
La conclusión es evidente: todos contra todos, sin peleas, sin escenas de celos, resguardando las identidades y bien complacidos. ¿Acepta o no?
La Marca, cuyo vocero es Gustavo, es uno de los proyectos que busca romper esquemas en cuanto al mundo swinger.
El dueño de la idea afirma que el objetivo es que todas las personas que se catalogan como swinger tengan una guía para este estilo de vida.
Como sus creadores pertenecen a este grupo han pensado en todas las necesidades que existen.
Una de estas es lograr convenios con moteles para que permitan el ingreso de más de dos personas. “Queremos entrar en grupos o en parejas”, explica Gustavo.
Otro de los beneficios es tener una lista de swingers fiable y poder intercambiar parejas de manera segura.
La página web también ofrece recomendaciones en cuanto a cuidados de salud, sexualidad, erotismo, entre otras cosas.
Zonas de distracción
Como este mundo aún resulta desconocido para muchos, los lugares de distracción están prácticamente camuflados, solo quienes los frecuentan conocen sus direcciones y las fachadas tras las que se esconden. El misterio que rodea a la vida swinger es lo que le da aún mucha más emoción. Los extraños ni se imaginan que tras una casa aparentemente normal se abran las puertas del mundo de la pasión y la libertad.
Y es que todo lo que ocurre adentro se queda tras las cuatro paredes. “Muchos esperan escuchar el ruido, la música, pero no es así”, comenta Gustavo.
Un bar swinger
Al ser estos sitios prácticamente exclusivos es obligatorio que todo nuevo o nueva entre con una recomendación previa. “Los dueños se encargan de verificar quién los refirió, no se puede dejar entrar a cualquiera”, puntualizó.
Otro requisito, no para todos los sitios, es tener una tarjeta, algo así como una membresía, ya que “quien no la lleve consigo al ingreso simplemente no puede entrar”.
Este documento funciona como una garantía de que la persona es alguien realmente interesado en el swinger y no alguien que solo quiera curiosear o juzgar al resto.
Para entrar en la discoteca, las reglas son claras: no cámaras fotográficas, respeto al resto de personas y vestir solo ropa interior, en el caso de las mujeres una camisa de caballero es el complemento, y en el de los hombres una camiseta.
Las pocas prendas no solo ayudan a verificar que nadie lleve equipos audiovisuales que luego puedan delatar al grupo, sino también a darle el toque picaresco a la situación.
Para entrar a este lugar se debe ser mujer sola o ir en pareja (hombre-mujer), los hombres solitarios no pueden participar.
Mesas, sillas, sofás y una barra, todo aparentemente es igual a una discoteca común y corriente, lo que marca la diferencia son las habitaciones y un par de tubos en la pista de baile.
En Ecuador, la práctica swinger apareció hace quince años. Gustavo asegura que luego de indagar descubrió que los practicantes daban a conocer sus gustos mediante clasificados en revistas extranjeras, impresos generalmente no muy económicos y con temas ardientes.
En otras partes del mundo, la situación ha evolucionado más rápido. “Ser swinger no es solo sexo”, aclara Gustavo, porque llevar este tipo de vida también implica generar nuevas amistades, pasar momentos divertidos entre conocidos y hablar sin tapujos de temas de los que todos quieren conocer.
Tanto ha sido el desarrollo de esta tendencia en otros países que incluso en algunos existe lo que los swinger conocen como “el cuarto oscuro”.
Este es literalmente una habitación que posee la mínima luz, donde entran grupos de mujeres y hombres y sin importar quién esté al lado comienza el goce.
Aquí no existe aún esta opción, pero es una idea en la mente de los creadores de La Marca.
¿Todos somos swingers?
Gustavo explica que la diferencia entre ser infiel y ser swinger no es mucha, lo que la diferencia es el significado del dolor. Y es que para él todos los seres humanos caemos en esta costumbre, solo que unos son más “tapiñados” que otros.
Según el representante de La Marca, en Ecuador existen aproximadamente diez mil parejas swinger, la mayoría en Quito y Guayaquil. Solamente un veinte por ciento pertenece a otras provincias. “En el mundo swinger no vemos raza ni nivel económico”, indica Gustavo.