Una escena escalofriante fue lo que los habitantes del sector del Inca, norte de Quito, presenciaron la mañana de ayer. El cuerpo de un hombre yacía recostado boca arriba en el borde de las gradas al filo de una licorería.
Eran aproximadamente las 05:00 cuando el sonido de tres disparos rompió el silencio de la madrugada. En la calle se observaba el ir y venir de unos cuantos carros, pero el movimiento de la ciudad aún era tranquilo.
Cuando “Rocío” salió a la ventana de su casa, se le pusieron los pelos de punta: un hombre se debatía entre la vida y la muerte. Por el cemento corría la sangre hasta caer por la alcantarilla de una cuadra más abajo.
Aun despeinada e intentando abrigarse del frío de la mañana, la mujer cuenta que vio un automóvil rojo estacionarse justo frente de la tienda de tragos, del cual se bajó la víctima, se acercó hasta una ventanita pequeña por donde se atiende a los clientes y pidió una botella de licor.
Como todo buen “paisa”, un aguardiente anisado fue la elección. Por lo menos eso es lo que parece, pues junto a su cadáver se encontraba la botella rota y los vidrios regados alrededor.
Rocío asegura que cuando la víctima se disponía a regresar al vehículo con la dosis de alcohol recibió varios disparos que salieron desde el propio carro en el que llegó. “Sus compañeros lo mataron”, dijo la mujer.
Minutos después del hecho, la Policía Comunitaria del barrio Dammer llegó al lugar. “Él estaba vivo, le preguntaron qué le había pasado y luego murió”, explicó la mujer. Según ella, en su último aliento la víctima asintió con la cabeza que le habían disparado.
Evidencias
El Departamento de Criminalística tomó huellas de lo que ocurrió y pudo identificar dos balas entre el coágulo de sangre. Nueve milímetros fue el calibre que acabó con la vida del colombiano Luis Alejandro Toro Pérez.
Entre sus pertenencias también se encontraron dos teléfonos celulares, dinero en efectivo, una billetera con sus documentos y demás objetos que serán analizados por la Policía para identificar a sus agresores.
Otra de las huellas del asesinato fue el agujero del proyectil en la ventana de la licorera.
Carmen, moradora del sector de la avenida Seis de Diciembre y Las Hortensias, informó que en el barrio son frecuentes hechos delictivos como robos, venta de droga y asesinatos.