La maldad no tiene límites y se cumple lo que está escrito en la Biblia: “En los últimos tiempos el amor de muchos se enfriará…”. Es el segundo caso de filicidio en las comunidades indígenas de Tungurahua. El primero ocurrió en febrero en Pasa y ahora en Pilahuin.Era la medianoche del viernes cuando llegó Jorge Mario Yanchiliquín y lo primero que hizo fue cortar el cable de energía eléctrica de la pequeña choza. Ingresó hasta la habitación donde dormía plácidamente la pequeña de un mes y ocho días en los brazos de su mamá.El hombre, cual fantasma, arrebató a la niña del abrigado lecho y se la llevó. Su hermanito, de 8 años, que vio todo, empezó a gritar de manera desesperada. Su madre, quien todavía no entiende porqué se quedó tan dormida, se levantó asustada y pasó la voz a todos los vecinos de la comuna La Esperanza, ubicada a 3.500 metros sobre el nivel del mar, entre los límites de Bolívar y Tungurahua, y salieron con garrotes a buscar al mal hombre. Esa madrugada no encontró ni al sujeto, peor a la infante.La búsqueda continuó y a las 20:00 de ayer fue localizado el pequeño cuerpecito, estaba en el río Puenabata, afluente del río Ambato. En la comunidad se quedaron aterrados por lo sucedido, es la primera vez que un padre asesina a su hija. Ahora buscan al presunto culpable para que pague por la justicia, mientras que la progenitora no encuentra explicación sobre la muerte de la bebé.
La maldad no tiene límites y se cumple lo que está escrito en la Biblia: “En los últimos tiempos el amor de muchos se enfriará…”. Es el segundo caso de filicidio en las comunidades indígenas de Tungurahua. El primero ocurrió en febrero en Pasa y ahora en Pilahuin.Era la medianoche del viernes cuando llegó Jorge Mario Yanchiliquín y lo primero que hizo fue cortar el cable de energía eléctrica de la pequeña choza. Ingresó hasta la habitación donde dormía plácidamente la pequeña de un mes y ocho días en los brazos de su mamá.El hombre, cual fantasma, arrebató a la niña del abrigado lecho y se la llevó. Su hermanito, de 8 años, que vio todo, empezó a gritar de manera desesperada. Su madre, quien todavía no entiende porqué se quedó tan dormida, se levantó asustada y pasó la voz a todos los vecinos de la comuna La Esperanza, ubicada a 3.500 metros sobre el nivel del mar, entre los límites de Bolívar y Tungurahua, y salieron con garrotes a buscar al mal hombre. Esa madrugada no encontró ni al sujeto, peor a la infante.La búsqueda continuó y a las 20:00 de ayer fue localizado el pequeño cuerpecito, estaba en el río Puenabata, afluente del río Ambato. En la comunidad se quedaron aterrados por lo sucedido, es la primera vez que un padre asesina a su hija. Ahora buscan al presunto culpable para que pague por la justicia, mientras que la progenitora no encuentra explicación sobre la muerte de la bebé.