En medio del humo, las llamas y el pánico de las personas, durante el incendio que se produjo en el edificio Las Cámaras, el cirujano plástico Franz Levi dejó su carro botado en el que circulaba y dio los primeros auxilios a los asfixiados y heridos en Las Cámaras.
“Iba con mi esposa en mi carro a realizar una transacción comercial en el Mall del Sol, y por esas cosas de la vida vi una humarada que salía del edificio Las Cámaras, le dije a mi esposa: ‘Parece que hay un tremendo incendio’. Entonces comenté que podrían haber personas quemadas que necesitarían ayuda, por lo que lo que iría y trataría de subir por las escaleras que los bomberos habían puesto afuera del edificio para ayudar.
Luego estacioné el carro y corrí. Cuando estaba al pie del edificio vi una señora que se lanzó al vacío, tal como sucedió en las Torres Gemelas (11 de septiembre de 2011), luego vi a una niña que también hizo lo mismo. Supe que la señora se murió.
Los policías ni los bomberos en un principio no me dejaban subir, pero cuando me vieron que ayudaba a los asfixiados y heridos me dejaron. Ayudé a bajar a niños, jóvenes y a tres mujeres embarazadas que podrían perder a sus criaturas. Abajo los estabilizaba, les curaba las heridas ocasionadas por los vidrios. Luego de estabilizarlos los mandaba en las camillas a las ambulancias. Estas los trasladaban hasta las diferentes casas de salud.
Luego me di cuenta que el único que estaba dando órdenes de tipo médico era yo.
Las personas salían con las ropas vomitadas por la cantidad de monóxido de carbono que habían inhalado. Esto fue terrible, todo era pánico, todo el mundo gritaba, se asfixiaba. El desorden se apoderó, unos hacían algo, otros estaban estáticos. Fue una versión ecuatoriana de las Torres Gemelas. Estar allí era como estar vivo en el mismo infierno.
Como yo no era bombero ni policía, ni nada, nadie me daba oxígeno, pero lo importante para mi fue ayudar en ese momento. Ese edificio por dentro tiene mucha cuestión de poliéster, vinil, plástico, entonces un pequeño cortocircuito desencadenó una sola humareda que contamina las vías respiratorias de las personas.
La estructura de la parte de abajo del edificio no permitía que un carro del Cuerpo de Bomberos, que tenía la escalera más larga, ingresara. Entonces expresé que destruyeran esa parte, que más importante era la vida de las personas que la estética del edificio.
Con la ropa mojada y llena de humo tuve que retirarme del lugar, mi mujer me esperaba dentro del carro que lo dejé estacionado”. (GS)