En un primer instante, la charla con el delantero Hernán Barcos puede dar la impresión de que estamos ante una persona tímida, reacia a entrevistas y sin mucho que decir.
Pero luego, cuando nos familiarizamos con sus respuestas directas, nos damos cuenta de que hablamos con alguien que venera la profesión que ejerce y el deporte que lo adoptó.
“Amo el fútbol, vivo del fútbol y lo respeto tanto en todos los sentidos que procuro devolverle lo que me ofrece. Espero que pueda continuar así. Lo que el Palmeiras necesita hoy es eso: fútbol. Ojalá que todos juntos podamos seguir por este camino”, señaló a fifa.com el ariete argentino y máximo goleador que está listo para encarar hoy la final de la Copa de Brasil contra el Coritiba.
Buen humor
Eso no quiere decir que Barcos no sepa sonreír y gozar de los buenos momentos que el fútbol le proporciona.
Después de darse a conocer en el Racing de Avellaneda dejó Argentina por primera vez a los 22 años, en el 2005, y se marchó a jugar al Guaraní de Paraguay.
Aquel fue solo el comienzo de una larga travesía que más tarde lo llevaría por Ecuador y países tan remotos que nunca se le había pasado por la cabeza visitar: como Serbia, donde defendió al Estrella Roja 2007-2008, y China en el 2009. Fueron andanzas que cuadran con su mote de “Pirata”, que acepta y toma con humor.
Ese bautizo pagano tuvo lugar en su segunda estancia en Ecuador, en el 2011, en la que se coronó campeón con Liga de Quito tras anotar 27 goles.
“El apodo me lo pusieron en Ecuador, pero nunca supe por qué. Igual fue por lo de barco pirata, pero quién sabe, nunca averigüé el motivo. Salió de la hinchada, pero la prensa siguió la corriente y ahí se quedó. No tengo ningún problema con eso”.
Promesa
En el equipaje que se llevó de Quito a Sao Paulo, Barcos guardó su apodo, pero sobre todo su puntería de goleador.
En su primera rueda de prensa, tras su presentación en el Palmeiras, reveló que su objetivo era por lo menos igualar el número de goles que había cosechado para Liga. La noticia fue bien recibida por el DT Luiz Felipe Scolari, que replicó que pagará un churrasco para todo el equipo si el delantero centro alcanza esa cifra.
En las semanas que siguieron, el entrenador no pudo disimular su sorpresa al comprobar que el argentino emprendía con paso firme en esa dirección y hasta improvisó una cuenta atrás en referencia al balance. A cada gol, el número disminuía en el partido siguiente. Ahora solo le faltan 13. Puede que Scolari tenga que extender el cheque antes de final de año. “Felipao dice que nos va a pagar un churrasco si lo consigo y espero seguir en esa línea. En Liga hice muchos goles. Si cumplo el objetivo será muy bueno para todos. Cuando se tiene la oportunidad de trabajar con un técnico como este puedes mejorar y aprender todos los días”.
Así es. Puede que Barcos no sea el más hablador fuera de los terrenos de juego, pero los goles y la dedicación que derrocha en el campo han sido suficientes para ganarse el cariño de los palmeirenses, quienes usan anteojeras y sombreros estrafalarios en sus celebraciones. “Me gusta la hinchada de aquí. Sorprende ver a los hinchas tan entregados en las gradas y animándonos. Eso es magnífico. Dios quiera que pueda marcar más de 27 goles. Trabajo para eso. Estoy muy a gusto en este gran club brasileño”, apunta.