Parecía una película de terror y espanto, algo de no creer. Los frágiles cuerpos sin vida de tres niños, quienes minutos antes salieron de su escuela y regresaban a sus casas, permanecían esparcidos sobre la calzada. Fueron arrollados brutalmente por una camioneta doble cabina conducida por un “loco al volante”.
Las fallecidos son Iván Ricardo Barrezueta, de 4 años; Mickel Alvarado Chávez, también de 4; y Gloria Chávez, de 6.
El reloj iba a marcar las 13:00 de ayer cuando el grito efusivo de decenas de niños opacó el sonar del timbre de la escuela fiscal León Febres Cordero, el cual indicaba que las clases habían culminado y que debían regresar a sus hogares.
Los tres pequeños fallecidos, eran primos. Cogieron muy alegres sus cuadernos y saltando con mochila al hombro salieron del aula, sin siquiera presentir lo que estaba por suceder.
IBAN HACIA LA CASA
La escuela fiscal León de Febres Cordero donde estudiaban los tres pequeños fallecidos está ubicada en la vía Milagro-Virgen de Fátima, por el destacamento de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), al sur de Milagro.
Iván, Mickel y Gloria se encontraron con otros dos primos en los exteriores de la escuela y los cinco regresarían juntos, como de costumbre, hasta su casa ubicada a unos 300 metros de la institución educativa.
Los cinco primos caminaban por el filo de la carretera con destino a sus hogares, sin darse cuenta que a sus espaldas una Chevrolet doble cabina, placa GSE-9951, que se salió del borde de la calzada, se acercaba a ellos a toda velocidad y se les fue encima a los niños y los arrolló.
Las pequeñas humanidades salieron “volando por los aires”. Tres de ellos fallecieron y dos quedaron heridos de gravedad. El carro terminó encunetado con su chofer en el interior y fue apresado y llevado al destacamento de la CTE, donde fue identificado como Stalin Roger Granizo Figueroa.
Escenas dramáticas en la morgue
Los cuerpos fueron llevados a la morgue de Milagro, mientras que los bomberos transportaron a los dos niños heridos hasta una casa de salud en Guayaquil. A las 14:00 familiares de los fallecidos empezaron a llegar al anfiteatro. Las escenas de dolor fueron dramáticas. Darwin Alvarado se golpeaba contra la pared y gritaba al cielo preguntándole a Dios por qué se llevó a uno de sus hijos y sus dos sobrinos.
El hombre se lamentaba más al recordar que Iván, uno de los fallecidos, había cumplido 4 años un día antes y lo festejaron, que terminó siendo su despedida.
Al cementerio arribaron también directivos y profesores de la escuela donde los chicos estudiaban. Shirley Sánchez, directora, lloraba sobre el filo de un tacho de basura mientras era consolada por una amiga. “Se van tres angelitos de nuestra escuela, que dolor Dios mío”, recalcó la mujer en varias ocasiones.
Mayra Chávez, madre de uno de los pequeños, gritaba y lloraba desconsolada al igual que decenas de parientes que colmaron los exteriores del anfiteatro. Félix Valle, abuelo de los infantes muertos, se desmayó al ver cómo quedaron sus tres queridos nietos.