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¡Acribillaron a “La Chiquita”!

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Un panificador falleció acribillado en manos de personas desconocidas, quienes lo persiguieron a la salida de su trabajo y sin piedad le propinaron varios disparos. Las investigaciones policiales apuntan a una supuesta venganza.
Cerca de las 23:00 del pasado jueves, los moradores de las calles Huancavilca y Gallegos Lara se estremecieron de pánico al escuchar varios disparos. Cuando salieron de sus casas observaron la presencia de un hombre tirado en la calzada con heridas de gravedad.
Se trataba de José Alberto Ortiz Olvera, de 27 años, conocido en el barrio como “La Chiquita”, hijo de un próspero panificador que tenía fama de recibirlos bien cada vez que alguien se acercaba a comprar en su local Pan Pancito.
Algunos testigos aseguraron que “Ortiz salió del negocio e iba caminando sin conocer hacia dónde se dirigía. En ese momento se le acercó un auto oscuro, un hombre se bajó, parece que se conocían porque discutieron por algunos segundos, hasta que el sujeto misterioso sacó la pistola y le disparó”, dijo una fuente que omitió su identidad.
Al enterarse de la situación, los familiares acudieron al lugar. “Utilizando un auto lo trasladaron hasta la clínica Guayaquil, donde solo se pudo comprobar que había fallecido, producto de las perforaciones de proyectil en el cuello,  abdomen y en una de sus piernas” detalló el fiscal de turno, Wilfrido Hidalgo.
Resignados a la idea de perder a su ser querido no les quedó otra alternativa que regresar con el cuerpo hasta la panadería de la familia, ubicada en las calles Asisclo Garay y Medardo Ángel Silva, a dos cuadras del sector donde fue baleado.
Para el fiscal, el crimen “sería consecuencia de un posible ajuste de cuentas, ya que el fallecido registraba dos detenciones anteriores por robo”, declaró. Los familiares reconocen que el occiso “estuvo dos veces en la cárcel, pero no sabemos si realmente lo mataron por alguna cuenta pendiente”, declaró su hermano David Ortiz.
En medio del trabajo realizado por parte de los agentes de Criminalística, los deudos empezaron a concentrarse en los exteriores del local. Algunas mujeres presentaron síntomas de desmayos producto de la impresión.
Una multitud de curiosos rodeó la zona a la espera de obtener tomas con sus teléfonos celulares, pero todos permanecían mudos ante la presencia policial.
“La gente del barrio conoce la situación y nadie quiere colaborar por temor a represalias”, lamentó la subteniente de Policía, Paola Dibujés.



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