Por afuera lucía como una casa común y corriente, pero por dentro el panorama cambiaba totalmente. Los moradores del barrio La Florida, norte de la ciudad, dijeron que en la vivienda 5195 hace treinta años se comercializaba con estupefacientes.
Al dueño del domicilio todos los conocían, sin embargo nadie dijo nada sobre sus extraños movimientos. “Solo salía a comprar el pan y nada más”, dijo uno de ellos.
Que gente entrara y saliera constantemente a cualquier hora no era nada del otro mundo, sino más bien una actividad frecuente en el inmueble.
La rara rutina de quien vivía en esta casa llamó la atención de la Policía de Antinarcóticos que luego de varios meses de seguimiento lograron allanar el sitio.
En el garaje dos vehículos, decenas de cuadrones y una moto acuática daban la bienvenida a los uniformados. En el segundo piso la situación mejoró. Unos cuantos perritos de raza daban uno que otro ladrido frente a la presencia de extraños.
Dos puertas de vidrio eran el ingreso al domicilio, mucho más lujoso que cualquiera del sector. En las paredes había de todo, pieles de animales, colecciones de armas, variedad de espadas. A simple vista era fácil notar que quien vivía ahí se daba la buena vida. A un costado de la sala un pequeño jacuzzi adornado de una vegetación artificial brindaba la imagen perfecta de un antro.
Al parecer, esta casa no era únicamente la morada de quienes la habitaban, sino que según la Policía algunas veces y cuando entraba la noche parecía convertirse en un centro de diversión, un lugar de desenfreno. Mesas de billar y demás juegos adornaban el sitio, pero como no podía faltar la sorpresa vino luego de la ardua búsqueda.
Harta droga
En medio de las cosas la cocaína y la marihuana lucían como a flor de piel.
En fundas plásticas, varios kilos de polvo blanco y hierba aguardaban para ser envueltos en paquetes más pequeños.
La Policía pudo encontrar un total de cinco kilos de droga, entre marihuana y cocaína, una balanza y varias envolturas.
Los uniformados también incautaron las armas de fuego y las municiones que presuntamente eran solamente de colección.
Según la Policía, el detenido y quien vivía en la casa manifestó que su oficio era el de guía turístico y nada más.
En las calles decenas de habitantes del barrio querían ver cómo la Policía se llevaba al vecino. Y aunque salió tapado por completo, entre todos rumoraban la caída del negocio.