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¡Ojo con los grupos motorizados!

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Llegaron en avalancha. Eran más de veinte. “Armados con revólveres y arriesgando sus vidas”, se adentraron en el inmueble, a punto de colapsar, y arramplaron con todos los objetos de valor: aparatos de aire acondicionado, computadoras, libros, colchones, medicinas, sábanas, instrumental médico...
Impotente, Miguel Andrade, propietario de la Clínica de Manta, solo podía contemplar el desastre. Únicamente la aparición de cinco marinos disuadió a los malhechores, que huyeron a la carrera. Llevaban toda la semana cebándose con su negocio.
El empresario se abrazó a su hijo y rompió a llorar cuando, el pasado viernes, empezó la demolición de los cuatro bloques que componían la casa de salud, fundada en 1985 en la avenida 4 de Noviembre, de Tarqui, Manta. Se sentía incapaz de cuantificar las pérdidas ocasionadas por el terremoto. No dejaba de preguntarse qué iba a ocurrir a partir de ahora con sus 25 trabajadores.
“Quienes trataban de impedir los robos eran amenazados. No podíamos hacer nada. Afortunadamente, en el sismo no murió nadie. El consultorio y la farmacia estaban cerrados, pero en las plantas superiores había unos trece pacientes, a los que evacuamos de forma dramática. Ahora, los edificios pueden caerse solos, con las réplicas o por la mera vibración de las excavadoras”, explicó desolado a EXTRA.  
Andrade aseguró que “muchos” vecinos y propietarios de negocios se encuentran en la misma situación que él. Y aunque entendía que catástrofes de esta magnitud “pueden sobrepasar a las fuerzas de seguridad”, se sentía abandonado: “Cuando llamamos a la Policía Nacional, me recomendaron que me marchara para que los pillos no actuaran contra mí”.
Un militar que prefirió no desvelar su nombre confirmó la versión del afectado y afirmó que su objetivo era frenar los robos y dar “tranquilidad” a personas como Andrade. “Nuestra presencia ha hecho que se marchen en este caso. Nos han tocado más escenas similares. Es un trabajo duro, pero estamos aquí para eso”, constató.
Los saqueos en Manta no son episodios aislados. Y, a menudo, los criminales operan en varias motos. “La Policía Nacional me ha dicho que cuando ven dos juntas, las paran. Hoy había seis u ocho...”, certificó el afectado.  Tanto es así que el Comité de Operaciones de Emergencia (COE), a través de la Policía Nacional, lanzó el pasado viernes una disposición muy reveladora.
En ella, anunciaba que, “ante el estado de excepción y con la finalidad de precautelar la seguridad de la ciudadanía en este tiempo de tensión”, se prohíbe la circulación de motocicletas en la urbe manabita entre las 21:00 y las 06:00. La medida ampliaba las restricciones aprobadas con anterioridad, “totalmente vigentes”, que impiden el tránsito de “dos ciudadanos” varones en uno de estos vehículos durante las 24 horas del día.
“La Policía está intensificando los operativos para hacer cumplir estas disposiciones. Por lo tanto, se pide a la ciudadanía comprensión y colaboración”, subrayaron las fuerzas de seguridad en un comunicado.

LA DESCONFIANZA
Uno de los soldados que protegía a Andrade indicó que el contingente desplegado en la zona se está esmerando para que los delincuentes no se acerquen a los sitios más devastados por  la tragedia. “Si paramos a una moto y el conductor no tiene los papeles, lo embarcamos. Siempre se les ve en grupos de unas cinco o más, aunque a veces andan de dos en dos. Y muchos manejan drogados. En un momento como este, pienso que todos desconfían de todos”, apuntó.
La noche anterior, unos pillos habían asaltado a Andrade en plena calle. Y lo habían amenazado con una pistola. “Andan con una agresividad...”, indicó. “Un amigo me dijo que, dentro de un mes, será peor. Porque habrá gente que esté sin casa, sin un sitio donde dormir o sin empleo, que pueda lanzarse a robar”, precisó otro de los marinos.
Apenas 24 horas antes, él y su destacamento habían sorprendido a otro criminal mientras asaltaba a una mujer. Pero el tipo, para excusarse, alegó que solo había robado “una vez” en el último mes, desde que dejó la cárcel, y que no tenía “nada para comer”.  
LOS MÁS POBRES
El pasado sábado, José Serrano y sus allegados sacaron a la calle los pocos enseres que resistieron al temblor y los cargaron en un vetusto camión. Ya no podían aguantar más en la calle 106 de Tarqui. Su hogar tenía la estructura dañada, de modo que partieron en busca de algún albergue donde puedan pasar las próximas semanas.
Aunque su familia es muy humilde, también padeció los saqueos. Poco después de la desgracia, Serrano y los suyos vieron cómo numerosos delincuentes entraban a su casa y se llevaban los electrodomésticos, algunos colchones, víveres...
“A muchos les ha ocurrido lo mismo. Aprovecharon que estábamos asustados y que la gente corría. Pero la mayoría se ha marchado ya de acá”, resaltó apenado.
A su lado, Milton Chele rememoraba cómo le habían sustraído un colchón “nuevecito” la misma noche en que Ecuador se convulsionó. Pero había algo que parecía aplacar su nerviosismo. “Al menos aquí, ya no queda nada que robar”, atestiguó resignado.

“La demanda de auxilio se ha multiplicado”

El coronel Pablo Aguirre, jefe de la Policía Nacional en Manabí, subrayó a EXTRA que la mayoría de los delincuentes actúa en moto “por la capacidad de evasión” que les otorga el vehículo.
Al cierre de esta edición, aún no disponía del número de robos cometidos en la provincia tras el temblor, pero no descartaba ampliar a Portoviejo la prohibición de circular por las noches en esta clase de vehículos.
El objetivo ahora es minimizar la capacidad de maniobra de los criminales, en un momento delicado en el que, a pesar de los “esfuerzos” realizados por las fuerzas de seguridad, “se ha multiplicado lógicamente la demanda de auxilio” por saqueos.
“Tenemos que aplicar medidas. No vamos a reducir completamente -la delincuencia-, pero sí la posibilidad. La intención es evitar posibles incidentes”, precisó.
Aguirre aseveró que los grupos de ladrones motorizados no integran bandas organizadas como tales. Según él, son “delincuentes comunes”, que “se aprovechan de la situación”. “Tenemos problemas, pero no se ha llegado al caos”, destacó.
A pesar de las limitaciones impuestas sobre el tránsito de vehículos, este periódico recorrió ayer las calles de Manta y, en apenas media hora, detectó una docena de motocicletas ocupadas por dos varones.

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